Las plantas, en la naturaleza, crecen sin la ayuda de abonos, estimuladores o tierras especiales. La fertilidad del suelo viene dada por su contenido en materia orgánica y los microorganismos que contiene. La mejor nutrición vegetal se consigue, sin duda, sembrando las plantas en el suelo en una tierra fértil, rica en materia orgánica y llena de vida. Sin embargo, cuando no es posible cultivar directamente en la tierra madre y hay que plantar en macetas, sigue habiendo maneras de obtener cogollos de cultivo orgánico y fantástico aroma.
En un bosque, los nutrientes del suelo se regeneran continuamente gracias a las hojas que caen de los árboles, las plantas que mueren y los excrementos de los animales. Todos estos elementos son fuente de materia orgánica que los microorganismos del suelo descomponen poco a poco y cuyos nutrientes liberan para que las raíces de las plantas vivas puedan absorberlos. Además, hay bacterias y hongos que segregan enzimas que van disolviendo los minerales presentes en las rocas y la arena del suelo, facilitando el acceso de las raíces a fósforo, calcio y otros nutrientes. Este proceso es el resultado de la interacción de un enorme número de especies que conviven en el subsuelo y que son las auténticas responsables de la fertilidad.
Los cultivadores de cannabis en macetas intentan replicar condiciones similares en sus contenedores usando sustratos ricos en materia orgánica e inoculando microorganismos beneficiosos para la fertilidad. Además, el uso de fertilizantes líquidos de origen orgánico sirve para completar los nutrientes que puedan faltar, ya que incluso las macetas grandes contienen una cantidad de tierra mucho menor que la que puede colonizar el sistema radicular de una planta que crece directamente en el suelo.
Humus
El humus es una sustancia que resulta de la descomposición de la materia orgánica, es de color oscuro y resulta extremadamente beneficiosa para la salud del suelo. El humus almacena gran cantidad de nutrientes, ya que los minerales se unen a los compuestos orgánicos y crean moléculas de mayor tamaño que la lluvia (o el riego) no puede arrastrar, por lo que permanecen a salvo en el subsuelo. Entre las propiedades beneficiosas del humus está la de aumentar la capacidad de absorción de agua del terreno, facilitar el drenaje y aumentar la oxigenación de las raíces. El suelo rico en humus se compacta menos y se mantiene más esponjoso, lo que facilita la penetración de las raíces y estimula la proliferación de los microorganismos. Además de nutrientes, el humus contiene ácido húmico, ácido fúlvico y huminas, sustancias que estimulan el crecimiento vegetal y mantienen el sistema inmunitario de las plantas a punto para combatir plagas y enfermedades. Los microorganismos que aporta el humus al suelo tienen una importancia capital en la salud y el vigor de las plantas: no solo liberan nutrientes, también producen enzimas, auxinas, vitaminas y otras moléculas que actúan como estimuladores del crecimiento.
El lombricompost o humus de lombriz es un abono orgánico muy empleado por los cultivadores de cannabis. Está formado por los excrementos de las lombrices rojas de California, a las que se alimenta con distintas fuentes de materia orgánica. El humus de lombriz aporta una gran cantidad de nutrientes primarios, secundarios y microelementos. Además, cada gramo de humus contiene millones de microorganismos de numerosas especies beneficiosas. Es un ingrediente esencial en la elaboración de un buen sustrato para cultivo orgánico y uno de los mejores aliados del cultivador de cannabis. Un veinte por ciento de humus es una buena proporción a añadir al sustrato y, para compensar la mayor absorción de agua, se puede añadir entre el diez y el veinte por ciento de perlita, que favorece un buen drenaje de la tierra. La mayoría de los sustratos comerciales para cultivo orgánico ya contienen humus de lombriz.
¿Es necesario el abono líquido?
La lluvia no lleva abono y los árboles crecen. ¿Realmente tenemos que añadir abono líquido al agua de riego? La respuesta depende de dónde cultivemos y cómo preparemos la tierra. Si creamos un sustrato suficientemente rico en nutrientes y cada planta tiene acceso a una gran cantidad de tierra, lo más probable es que podamos llegar hasta la cosecha sin necesidad de añadir nutrientes en forma de abono líquido, pero si el sustrato del que partimos no es lo suficientemente rico o si la cantidad de tierra por planta es limitada, seguramente los nutrientes se agotarán a mediados de la floración (o antes) y tendremos que añadir más en el agua de riego. En el suelo, las raíces pueden extenderse en todas direcciones tanto como quieran, pero en una maceta el espacio del que disponen es limitado.
Una maceta que contenga de 50 a 100 l de un sustrato especialmente preparado para el cultivo orgánico tendrá suficiente alimento para todos los meses de vida de la planta, pero si el tamaño es menor o el sustrato no ha sido muy enriquecido con fertilizantes orgánicos durante su elaboración, las plantas acabarán con los nutrientes antes de estar listas para la cosecha.
Cuando se prepara un sustrato para cultivo orgánico, el reto es incluir una gran concentración de nutrientes, pero de tal forma que no todos estén disponibles a la vez, sino que se vayan liberando progresivamente conforme las plantas los necesiten, pues no queremos quemar las raíces por exceso de abono. Mientras forman parte de la materia orgánica los nutrientes están atrapados y se conservan bien sin riesgo de dañar las raíces. Los microorganismos del suelo los liberan poco a poco, por eso es tan importante mantener un suelo vivo.
Receta de tierra
Un buen sustrato para cultivo orgánico, muy fértil y nutritivo durante toda la vida de la planta, resulta de aplicar la siguiente receta: 20 l de turba, 20 l de perlita, 20 l de humus de lombriz y 1 l de abono orgánico en polvo. Se puede usar un abono orgánico comercial, que suele contener una mezcla equilibrada de distintos ingredientes, o elaborarlo nosotros mismos mezclando diversos elementos como harina de algas, harina de sangre, harina de huesos, harina de pescado, harina de alfalfa, guano de murciélagos o de aves marinas, etc. Cuantos más ingredientes usemos, mejor. Especialmente en zonas donde el agua tenga poca cal, es conveniente añadir también una taza de cal agrícola para equilibrar el pH, pero si el agua de nuestra ciudad es más o menos dura (contiene cal), podemos prescindir de este ingrediente. El humus ya aporta muchos microorganismos, aunque tampoco está de más añadir algún producto especial rico en bacterias y hongos beneficiosos, como las trichodermas o las micorrizas.
Parte de los ingredientes de este sustrato requieren la acción de los microorganismos para estar disponibles, por lo que es recomendable prepararlo y guardarlo ligeramente humedecido durante al menos un mes antes de usarlo. Se puede guardar en sacos o directamente en las macetas, pero conviene conservarlo a resguardo de la lluvia y el sol directo para que no pierda nutrientes.
Cultivo orgánico fácil
No todo el mundo tiene el tiempo, las ganas o el espacio para preparar un sustrato orgánico y dejarlo reposar durante un mes antes de usarlo. También hay quien no tiene más remedio que usar macetas medianas o pequeñas y, aun así, desea obtener cogollos sin fertilizantes químicos. Afortunadamente para ellos, hoy en día hay un gran número de abonos orgánicos líquidos que se pueden utilizar del mismo modo que los abonos químicos y con buenos resultados. Partimos de un sustrato básico y le añadimos alrededor del veinte por ciento de humus de lombriz, con lo que aseguramos una fertilidad y vitalidad básicas. Luego, durante todo el ciclo de vida de las plantas, basta con disolver unos mililitros de abono en el agua y regar las plantas para que estas reciban la dosis necesaria de nutrientes. Seguramente, la tierra no estará tan viva como con un sustrato preparado especialmente, pero también existen productos ricos en microorganismos que podemos ir añadiendo periódicamente al agua de riego para asegurarnos de regenerar la vida del subsuelo. Es especialmente importante no abusar de los abonos ni del riego para mantener un sistema de raíces sano y vigoroso, evitando la sobrefertilización y el encharcamiento del suelo. En los primeros meses usaremos un abono orgánico de crecimiento y, a partir de que veamos aparecer las primeras flores, cambiaremos a un abono orgánico de floración, que favorecerá el engorde de los cogollos.
Los mejores abonos orgánicos comerciales se elaboran siguiendo un proceso muy cuidado en el que se mezclan distintas fuentes de materia orgánica en proporciones concretas para que la composición final sea óptima para el desarrollo de las plantas. A continuación, se inoculan distintos microorganismos, que serán los encargados de la descomposición de los materiales. La mezcla se suele introducir en un digestor, que es un recipiente que se mantiene en condiciones controladas de humedad y temperatura óptimas para el desarrollo de los microorganismos. Al dar por concluida la descomposición, los nutrientes están en forma libre y se mezclan con agua para obtener el abono líquido que, una vez embotellado, estará listo para utilizar. Los abonos orgánicos comerciales contienen materia orgánica sólida en suspensión, que tiende a depositarse en el fondo de la botella, por lo que siempre hay que agitarlos bien antes de usarlos. Un buen abono orgánico líquido contiene todos los nutrientes que las plantas requieren: elementos primarios (nitrógeno, fósforo y potasio), secundarios (calcio, azufre y magnesio) y micronutrientes (hierro, manganeso, zinc, boro, molibdeno, cobre, cloro y cobalto).