Pasar al contenido principal

El agua en el cultivo: cómo influye el riego en las plantas

El agua en el cultivo: cómo influye el riego en las plantas

Las plantas en macetas necesitan riegos frecuentes y agua con poca cal para evitar que esta se acumule en el sustrato. 

/ José T. Gállego

El agua es esencial para todos los seres vivos. Hasta los niños pequeños saben que lo más importante para cuidar una planta es regarla. Pero ¿conocemos realmente en qué utiliza el cannabis el agua que le damos? Vamos a repasar el modo en que este líquido tan especial forma parte del ciclo de la vida vegetal y cómo sus características variables pueden afectar, mejorando o empeorando el desarrollo y la salud de nuestras plantas.

La fórmula del agua es probablemente la única que conoce todo el mundo, H2O: dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Simple pero magnífica, el agua es esencial para la vida tal y como la conocemos. De hecho, los astrónomos buscan lugares con agua líquida como primera condición para que pueda haber vida. La mayor parte del agua que encontramos en la naturaleza no es completamente pura y contiene una cierta cantidad de sales disueltas, ya que, al correr por el cauce de los ríos o infiltrarse en el subsuelo, los minerales se van disolviendo poco a poco.

EC o salinidad del agua 

El agua en el cultivo: cómo influye el riego en las plantas

Con agua abundante y de calidad, las plantas brotan grandes hojas, que son fábricas de energía y superficies de evapotraspiración. 

No todas las aguas son iguales: fundamentalmente, se diferencian por los minerales que llevan disueltos y en qué cantidad. El agua del grifo suele contener principalmente calcio, aunque también sodio, magnesio, azufre, hierro, cobre y otros minerales. 

La cantidad de minerales disueltos en el agua se denomina sólidos disueltos totales (o TDS, sus siglas por su nombre en inglés: total dissolved solids). Este factor se puede medir en partes por millón (ppm) o en milisiemens por centímetro (mS/cm). Cuando la medida se da en ppm, indica cuántas partes de sólidos hay por cada millón de partes de agua (mg/litro). La cantidad de sales disueltas en el agua se mide basándose en su capacidad de conducir la electricidad (EC), ya que el agua completamente pura no conduce la electricidad y esta conductividad va aumentando conforme aumenta la salinidad. Los medidores de TDS dan sus resultados en ppm y los de EC, en mS/cm, aunque, en realidad, todos los medidores, tanto los de EC como los de ppm, miden la electroconductividad, pero mientras los medidores de EC la dan directamente, los de ppm la convierten. En general, para convertir medidas en ppm a EC, podemos considerar que 100 ppm equivalen a 0,2 mS/cm. Para saber con precisión qué le estamos dando a las plantas, necesitamos un medidor de EC; podemos encontrarlos desde 30 o 40 €, y los amortizaremos rápidamente con la mejora en la salud de las plantas.

El agua en el cultivo: cómo influye el riego en las plantas

Las hojas de color verde oscuro y retorcidas en forma de garra son un síntoma claro de sobrefertilización de nitrógeno. 

Veamos las EC habituales de distintos tipos de agua: el agua destilada y el agua de ósmosis prácticamente no tienen sales, por lo que su EC es muy baja, del orden de 0,002 mS/cm; el agua de lluvia suele tener algo más: EC, 0,05 mS/cm. El agua del grifo se suele dividir en agua blanda: EC, < 0,5 mS/cm; agua media: EC, entre 0,5 y 0,8 mS/cm, y agua dura: EC, 0,8-1,2 mS/cm. Si el EC del agua es mayor de 1,2 mS/cm, se considera agua muy dura y, por encima de 1,5 mS/cm, ya no es recomendable beberla. El agua de mar suele tener una EC superior a 50 mS/cm.

EC apropiada para el cultivo 

El agua en el cultivo: cómo influye el riego en las plantas

Medidor de EC (izquierda) y pH (derecha). 

La cantidad de sales en el agua influye en la capacidad de las plantas para absorber los nutrientes. Como regla general, las plantas no deben regarse con una solución nutritiva (agua más fertilizante) que tenga una EC superior a 1,5-1,8 mS/cm, y esto solo lo aguantarán las plantas muy sanas y en plena floración. Las plántulas recién nacidas deben recibir agua con menos de 0,8 mS/cm y las plantas en crecimiento pueden aguantar hasta EC 1,2-1,4. Hay cultivadores que usan valores superiores, pero solo en condiciones especiales (alta intensidad de luz, alta concentración de CO2, variedades especialmente resistentes). 

"La cantidad de sales en el agua influye en la capacidad de las plantas para absorber los nutrientes" 

Las sales del abono se suman a las sales que ya contiene el agua, por tanto, si el agua es muy salina, la cantidad de abono que podemos añadir sin sobrepasar el límite correcto para las plantas es menor. Por esta razón, el agua con pocas sales es mejor para el cultivo que el agua muy salina. La mayoría de los fabricantes de fertilizantes cuentan con que los cultivadores usarán agua del grifo con cierta cantidad de calcio, por lo que no lo añaden al abono. Cuando se usa agua destilada o agua de un filtro de ósmosis (que no tienen calcio), se pueden hacer dos cosas: o bien comprar un fertilizante especial para aguas blandas que sí contiene calcio o bien mezclar el agua de ósmosis con una parte de agua del grifo (usualmente, alrededor del 20% o hasta que la EC alcance 0,2 mS/cm) para que tenga algo de calcio y luego añadir un fertilizante normal.

Propiedades del agua y su relación con el cultivo

El agua en el cultivo: cómo influye el riego en las plantas

El agua de lluvia casi no tiene sales y limpia la superficie de las hojas de polvo. 

El agua es el gran disolvente de la naturaleza. Esta propiedad permite que los nutrientes que las plantas utilizan sean transportados desde el suelo hasta las células disueltos en el agua. De hecho, la única forma en que los minerales pueden entrar dentro de un vegetal es si están disueltos en agua. Los sólidos son incapaces de entrar en las raíces, solo lo pueden hacer una vez disueltos. El agua y los nutrientes penetran en las raíces (y en las hojas si se aplican en pulverización) por ósmosis. La ósmosis es un propiedad que tiene el agua de equilibrar la salinidad que hay a ambos lados de una membrana semipermeable. Es un fenómeno esencial para la vida que, en el caso de las plantas, tiene lugar principalmente en los pelos que recubren las puntas de las raíces. Es en ese lugar donde se produce la absorción de agua y nutrientes. Allí se encuentran unas membranas semipermeables que dejan pasar el agua y los minerales gracias a la ósmosis. Normalmente, la salinidad es más alta en el interior de las raíces que en el sustrato, lo que hace que el agua entre dentro de la raíz. Los pelitos de las raíces deben permanecer siempre húmedos para estar sanos y funcionales. La sequedad, la salinidad extrema y el exceso de temperatura pueden dañarlos irreversiblemente. 

La entrada de nutrientes por ósmosis a las raíces depende de la concentración relativa de cada nutriente en particular a ambos lados de la membrana semipermeable de los pelitos de las raíces; no depende de la EC de la solución ni de los sólidos disueltos en conjunto. De este modo, si en el interior de la raíz hay menos nitrógeno que en el exterior, la planta absorbe nitrógeno, pero si la cantidad de fósforo no es baja, el fósforo no atraviesa la raíz. Este sistema permite que la planta absorba solo los nutrientes que necesita, siempre, claro está, que esos nutrientes estén presentes en el sustrato en la cantidad necesaria.

El agua en el cultivo: cómo influye el riego en las plantas

Un pH demasiado alto del sustrato o del agua de riego ocasiona carencias nutritivas, como esta clorosis (falta de hierro). 

La absorción de agua, sin embargo, sí depende de la EC que haya en el sustrato. En general, la EC en el interior de la raíz suele ser mayor que en el exterior, y el agua no tiene problemas para ser absorbida. Pero si regamos con una solución nutriente que tenga una EC muy alta o si las sales se han ido acumulando en el sustrato, podemos encontrarnos que la EC del interior de las raíces sea menor que fuera y el agua saldrá de las raíces en lugar de ser absorbida, lo que ocasionará la deshidratación de la planta. Este es el principal riesgo de la sobrefertilización o de la acumulación de sales en el sustrato. 

Una parte del agua que entra a través de las raíces se usará en la fotosíntesis, otra parte volverá hacia las raíces cargada de nutrientes elaborados (azúcares y almidones) para alimentarlas y el resto atravesará la planta y acabará siendo expulsada al exterior en forma de transpiración para mantener estable la temperatura interior. El agua también provee presión, que ayuda a mantener la estructura de la planta. Sin agua, los tejidos quedan flácidos y caídos, las hojas se mustian y no son capaces de permanecer erguidas.

Transporte de nutrientes en la planta 

Desde que el agua entra en la planta a través de las raíces va subiendo por su interior a través del sistema circulatorio, formado por unos vasos conductores llamados floema y xilema, que mueven el agua y los nutrientes por toda la planta y la distribuyen a todos los tejidos donde se precise para llevar a cabo las funciones vitales, como la creación de nuevo crecimiento, la formación de hormonas, flores, semillas, etc. Finalmente, el agua llega hasta los estomas, que son pequeños poros que hay en la cara inferior de las hojas, desde donde sale al exterior en forma de transpiración. Al evaporarse el agua se crea una presión negativa dentro de los vasos conductores que ayuda a la absorción de más agua por las raíces, del mismo modo que al beber un refresco chupando por una pajita el líquido va entrando por el agujero inferior de la misma.

Ayudar a regular la temperatura del suelo 

Cuando el sol calienta la superficie del suelo, el agua que contiene el sustrato se evapora; el proceso de conversión del agua en vapor necesita mucha energía, que se toma del suelo, enfriándolo. Sin la ayuda de la evaporación, en pleno verano, el sustrato a pleno sol alcanzaría temperaturas demasiado altas, que matarían primero a las raíces y luego al resto de la planta. En épocas de mucho calor es muy importante que la tierra no se seque y que siempre haya una reserva de agua en el sustrato que permite la evaporación.

Cantidad de agua necesaria 

Las necesidades de agua de una planta varían en función de distintos factores, como su tamaño, la fase del ciclo vital en la que se encuentre, la temperatura exterior, la humedad ambiental o si es de día o de noche. El tipo de sustrato, si absorbe más o menos cantidad de agua, si está sombreado o el sol incide directamente sobre él son elementos que también contribuyen a determinar cuántos litros de agua debemos usar cada día para regar. Por ejemplo, una planta que crece en un terreno desnudo, sin cubierta vegetal, que recibe sol directo todo el día, necesitará riegos más abundantes que si creciera bajo la sombra de un árbol en un bosque cubierto con una gruesa capa de mantillo, ya que estas condiciones ayudan a minimizar la evaporación del agua del suelo.

Los minerales del agua del grifo y su problemática 

Entre los minerales que puede haber en el agua del grifo, el cloro, el sodio y el calcio son los más problemáticos. El cloro se elimina muy fácilmente, basta dejar el agua reposando en un cubo abierto durante 24 h para que se evapore. El sodio no es tóxico si se encuentra en concentraciones bajas, pero da problemas cuando hay demasiado, algo que no es infrecuente en regiones costeras. La cal o calcio es positiva para las plantas siempre que no haya mucha. En zonas costeras o de clima seco es habitual que el agua del grifo contenga mucha cal y/o sodio; es esos casos, lo mejor es usar un filtro de ósmosis para limpiar el agua de sólidos disueltos. También se puede mezclar el agua del grifo con agua de lluvia, que tiene una EC de casi 0, para reducir su nivel de sales. 

Hay muchos sistemas domésticos para ablandar el agua del grifo, que se basan en añadir cloruro sódico (sal de mesa) al agua. Este sistema es valido para que el agua no dañe los electrodomésticos o para que el pelo quede mejor después de lavarlo, pero no valen para cultivar plantas y pueden llegar a matarlas.

El pH y la acidez del agua 

El pH o potencial de hidrógeno es una escala de 0 a 14 que mide la acidez o alcalinidad del agua, siendo 0 muy ácido y 14 muy alcalino o básico. El pH neutro es 7. La marihuana crece mejor en un pH ligeramente ácido, de entre 5,8 y 6,5. Si el agua que utilizamos para regar tiene un pH diferente (más ácido o más alcalino), será conveniente corregirlo. Para acidificar (bajar el pH) un agua demasiado alcalina se añade un ácido; los más usados son el ácido fosfórico y el ácido nítrico. Si no tenemos otra cosa a mano, también podemos utilizar ácido acético (vinagre) o ácido cítrico (zumo de limón), aunque como son ácidos suaves necesitaremos añadir cantidades mayores que de ácidos más fuertes. Para basificar o alcalinizar (subir el pH) un agua demasiado ácida, se añade una base o álcali como el hidróxido de potasio. En cualquier tienda de cultivo de cannabis se pueden encontrar productos específicos para ajustar el pH, normalmente se llaman simplemente pH+ y pH-. El pH se puede medir con papeles de tornasol, reactivos de acuario o medidores digitales, pero estos últimos son los más útiles para el cultivo; no son caros (desde 30-40 €) y duran bastante tiempo si se cuidan. Si queremos cultivar bien, necesitamos un medidor de pH. 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #321

Suscríbete a Cáñamo