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Aunque su ciclo natural es crecer entre la primavera y el otoño, es posible cultivar cannabis en invierno. Para poder llevarlo a cabo con garantías de éxito solo es necesario estar en una región cálida en la que las temperaturas no sean demasiado bajas durante el invierno. El cannabis crece bastante bien siempre que tenga sol abundante, la temperatura diurna se mantenga entre 15 y 20 ºC la mayoría de los días y por la noche no baje normalmente de unos 10 ºC. Las plantas soportan bien algún día más frío, siempre que no hiele, pero necesitan que las temperaturas habituales sean templadas. Las zonas más adecuadas para el cultivo de invierno son las islas Canarias y la costa mediterránea, especialmente la del sur de la península Ibérica. En lugares más fríos es necesario mantener las plantas dentro de un invernadero. Una buena solución es cultivar en una terraza acristalada con mucho sol, que es una especie de invernadero urbano. La principal ventaja de este sistema es que las plantas se benefician de las temperaturas cálidas que suele haber en el interior de las casas durante el invierno. La mayor ventaja del cultivo en invierno es que casi no hay bichos, por lo que el riesgo de aparición de plagas es mínimo.
Los ladrones y los policías tampoco andan buscando plantas en invierno, por lo que el cultivador puede vivir más tranquilo. Naturalmente, cuando se cultiva en invierno no todo son ventajas: el frío y las pocas horas de sol dificultan el desarrollo de las plantas. En diciembre y enero, el fotoperiodo es muy corto, apenas nueve o diez horas diarias de luz, que además es mucho menos intensa que en verano. Este fotoperiodo puede usarse para la floración, pero resulta demasiado corto para que las plantas crezcan. Si se siembran semillas bajo un fotoperiodo de invierno, las plantas empezarán a florecer enseguida, antes de crecer lo suficiente, por lo que la producción será mínima. Para lograr plantas más grandes y cosechas mayores, es necesario alterar el fotoperiodo para impedir la floración hasta que hayan alcanzado una talla suficiente. Hay diversas técnicas para mantener las plantas en crecimiento cuando el fotoperiodo natural es muy corto. Las dos más habituales son alargar el fotoperiodo natural o combinar el cultivo interior y exterior. En el primer sistema combinamos las horas de luz natural con varias horas extra de luz artificial, normalmente antes de que amanezca o tras la puesta de sol, para reducir la duración de las noches. El sistema mixto consiste en mantener las plantas en interior durante la fase de crecimiento y sacarlas al exterior para florecer. En interior se germinan y se hacen crecer bajo lámparas y con un fotoperiodo 18/6, que produce un gran y rápido desarrollo. Cuando las plantas alcanzan el tamaño deseado se sacan al exterior (o a un invernadero) para que florezcan bajo el fotoperiodo natural. De este modo, además, las plantas están en interior en diciembre y enero, que son los meses más fríos, y se sacan en febrero, o incluso en marzo, cuando la temperatura es algo menos baja. En el cultivo mixto interior-exterior, el tamaño final de la planta dependerá del que tenga cuando la saquemos al exterior. Por tanto, si queremos que se hagan grandes, hay que dejarlas crecer bastante en interior antes de ponerlas fuera.
Las plantas de invierno suelen ser más débiles y la mayor humedad existente puede favorecer la aparición de hongos y mohos, por lo que se deben extremar los cuidados. Si hay heladas o temperaturas cercanas a los cero grados, las plantas no sobrevivirán y, si lo hacen, crecerán muy lentamente. Siempre que sea posible conviene poner las plantas a cubierto los días que amenacen heladas o tormentas. Si las marías están plantadas en el suelo no es fácil darles calor, en cambio, si crecen en macetas es posible aislarlas del frío de diversas maneras. La más simple consiste en elevar las macetas del suelo colocándolas sobre un trozo de madera o, mejor aún, de corcho. La madera y el corcho evitan que el tiesto se enfríe demasiado al estar en contacto con el suelo. Es recomendable usar macetas negras, ya que absorben mejor el calor del sol. En algunos grow shops se pueden encontrar macetas de porexpán, ese corcho blanco que se usa en los embalajes. Estas macetas son aislantes y ayudan a mantener las raíces calientes cuando hace frío. Si las raíces del cannabis están calientes, la planta soporta bastante bien el frío en las ramas y las hojas.
Invernaderos
En un invernadero, la temperatura sube bastante durante el día, cuando el sol lo calienta, sin embargo, por la noche difícilmente se conseguirán más de cuatro o cinco grados más que en el exterior, por lo que para cultivar cannabis en invernadero en aquellos lugares donde las temperaturas bajen mucho por las noches será necesario calentarlo de alguna manera. Se puede calentar con una estufa de butano, que, además, aportará CO2 al ambiente, algo muy positivo para las plantas. El butano es efectivo pero caro, una bombona no durará más de una o dos semanas. Otro sistema es fabricar una estufa de leña con un bidón de hierro y unos tubos de chimenea, que expulsarán el humo al exterior después de haber recorrido toda la longitud del invernadero. Si se fabrica bien de modo que se pueda cerrar el tiro para que la leña se consuma lentamente, puede ser uno de los sistemas más prácticos y baratos, siempre que el cultivador pueda conseguir la leña a buen precio o recogerla él mismo del bosque.
Autoflorecientes en invierno
Las variedades autoflorecientes no tienen una floración determinada por el fotoperiodo y empiezan a florecer automáticamente en cuanto alcanzan cierta edad, realizando todo el ciclo de crecimiento y floración en un tiempo récord, que suele oscilar entre dos y tres meses. Suelen ser plantas pequeñas cuya producción depende de la cantidad de horas de sol que reciben. En invierno, si se cultivan sin alargar el fotoperiodo, acabarán de florecer con un tamaño mínimo y una producción realmente ridícula (unos pocos gramos). Sin embargo, cuando se alarga el fotoperiodo añadiendo luz artificial y se controla la temperatura para que se mantenga por encima de quince o veinte grados durante el día y no baje mucho por la noche, la producción aumenta bastante. Gracias a su pequeño tamaño resulta fácil construir invernaderos para ellas o moverlas dentro de casa cada día cuando se hace de noche para alargar el fotoperiodo y mantenerlas calientes. Otra ventaja de su pequeño tamaño es que permite cultivarlas en el alféizar de una ventana, algo casi imposible con cualquier otra variedad.