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Insecticidas y fungicidas ecológicos

José T. Gallego nos deja una selección de fungicidas e insecticidas para que tu planta crezca sana y saludable.

José T. Gallego nos deja una selección de fungicidas e insecticidas para que tu planta crezca sana y saludable.

Aceite de nim (neem): Es un insecticida y fungicida que se extrae de las semillas del árbol de nim (Azadirachta indica). Es uno de los pocos pesticidas ecológicos con acción sistémica, es decir, penetra en el interior de la planta y se reparte por todos los tejidos. La acción sistémica del nim no tiene la misma efectividad sobre todos los tipos de plagas en plantas de marihuana. Afecta más a aquellos insectos que muerden las hojas que a los que sólo chupan la savia. Estos últimos se ven más afectados cuando el nim se fumiga que cuando se aplica en el riego. Los efectos del nim no son inmediatos, ya que no es un veneno que mate por contacto. Su acción afecta al sistema hormonal de los insectos chupadores y todos aquellos que se alimentan de las plantas. Los bichos dejan de comer y reproducirse en pocas horas, pero pueden tardar algunos días en morir. El nim también tiene un efecto repelente, los insectos tienden a evitar las plantas fumigadas, por lo que actúa como preventivo y curativo. Conviene aplicarlo una vez por semana desde que las plantas son jóvenes. Es efectivo contra pulgones, moscas blancas, minadores y trips. Cómo fungicida es un buen preventivo contra los principales hongos que atacan al cannabis, aunque su efectividad disminuye una vez han engordado los cogollos y las pulverizaciones no consiguen mojar el interior. Es mejor fungicida preventivo que curativo. Su toxicidad es muy baja, tanto, que en India se consumen las hojas directamente para tratar diversas dolencias. Se puede emplear en pulverización foliar o diluido en el agua de riego. Dosis: 1 a 2 ml/l. A menudo se emplea con buenos resultados en combinación con jabón potásico. El nim no es tóxico para los insectos beneficiosos, ya que es necesario que lo ingieran para intoxicarse. De todos modos, hay que evitar fumigar las plantas durante las horas centrales del día, cuando las especies beneficiosas están más activas, porque, como todos los aceites, si se pulveriza directamente sobre un insecto tapa los poros por los que respira y lo asfixia. 

Jabón potásico, también llamado jabón insecticida. Es un gran fungicida e insecticida, que actúa por contacto. Los ácidos grasos que contiene disuelven la protección de las paredes celulares de los insectos, especialmente los de cuerpo blando, que mueren en poco tiempo. Es especialmente efectivo contra cochinillas, arañas rojas, trips y moscas blancas. Su efecto fungicida se debe principalmente a su elevado pH, que mata los hongos por contacto e impide la germinación de las esporas. Es útil en el control del oídio, siempre que se empiece a emplear ante el primer signo de infección y se repita el tratamiento cada pocos días. No suele causar fitotoxicidad en las hojas del cannabis, pero a veces puede marchitar los estigmas de las flores, aunque sin mayores consecuencias. Como actúa por contacto es muy importante asegurarse de fumigar bien toda la planta, especialmente la cara inferior de las hojas, donde suelen agruparse muchas plagas. Dosis: 10-20 ml/l.

Piretrinas. Estos compuestos insecticidas se encuentran presentes de forma natural en el pelitre o piretro (Tanacetum cinerariifolium), una planta con flores similares a las margaritas que ya se empleaba como insecticida en China hace 3.000 años. Las piretrinas provocan la parálisis casi inmediata del insecto y su muerte en poco tiempo. Su degradación es muy rápida bajo la luz solar y se completa en un par de días. El pelitre se puede sembrar entre el cannabis como repelente de plagas, espolvorear las flores trituradas por el suelo o, lo más fácil, disolver un extracto en agua y pulverizarlo sobre las plantas. Muchos extractos de piretrinas se comercializan mezclados con butóxido de piperonilo, un inhibidor enzimático que detiene el sistema de detoxificación de los insectos, impidiendo que excreten las piretrinas y aumentando la concentración de insecticida en su organismo, lo que incrementa notablemente la efectividad. Este producto parece ser muy poco tóxico para los mamíferos, aunque algunos estudios han mostrado un incremento en los tumores de hígado en ratas a las que se les añadieron durante 18 meses grandes dosis de butóxido de piperonilo en la dieta (100 mg/kg/día, lo que equivaldría a siete gramos diarios para una persona de 70 kg). La mayoría de los insecticidas para el cultivo de marihuana con piretrinas se usan a dosis de 1-2 ml/l, pero siempre hay que guiarse por las indicaciones de la etiqueta, ya que la concentración del producto puede variar entre una marca y otra. La combinación de piretrinas y nim tiene un efecto de más amplio espectro que el uso de cualquiera de ellos por separado.

No hay que confundir las piretrinas con los piretroides, que son moléculas sintéticas de la misma familia que las piretrinas pero que no existen en estado natural. Por su mayor persistencia en el medio ambiente y mayor toxicidad para los mamíferos, los organismos acuáticos y los insectos beneficiosos, no se permite su uso en agricultura ecológica. La permetrina es uno de los piretroides más comunes. 

Aceite horticultural. Los aceites insecticidas pueden ser vegetales (oliva, girasol, soja, colza, semillas de algodón, nim) o minerales (subproductos de la destilación del petróleo). Cuando se pulverizan sobre los insectos tapan los poros por los que respiran y los matan por asfixia. También ablandan su cuerpo, con lo que facilitan la penetración de otros insecticidas. Son especialmente efectivos contra pulgón, cochinilla, 

trips y arañas rojas. Pueden mezclarse con jabón potásico para combinar sus efectos y aprovechar las propiedades emulsionantes del jabón para disolver bien el aceite en el agua. En combinación con bicarbonato potásico o sódico, se emplea contra el oídio. No se debe usar cuando las temperaturas son muy altas o si a las plantas les falta agua. Tampoco si se ha fumigado azufre en las últimas semanas. Dosis: 20 ml/l es la más habitual. 

Bacillus thuringiensis. Uno de los mejores aliados del cultivador, esta bacteria microscópica tiene la maravillosa facultad de enfermar a todo tipo de orugas, que dejan de comer al poco tiempo y mueren en unos días, entre ellas las temibles devoradoras de cogollos. Permite hacer frente de modo altamente efectivo a esta terrible plaga capaz de destrozar un precioso cogollo en un par de días. Resulta mucho más efectivo contra las orugas jóvenes que contra los adultos, por lo que hay que ir fumigando periódicamente (cada una o dos semanas) desde que las plantas están en crecimiento. Una vez han engordado los cogollos, si hay orugas en su interior, resulta mucho más difícil acabar con ellas. Existen numerosas cepas de Bacillus thuringiensis, pero es la cepa kurstaki la que ha demostrado ser más efectiva contra las orugas. 

Aceites esenciales. Hay muchas plantas aromáticas cuyos aceites esenciales han demostrado propiedades fungicidas e insecticidas. El aceite de canela es especialmente efectivo contra la araña roja, aunque también da buenos resultados con mosca blanca, pulgón, trips, cochinilla y algunos hongos como el oídio. Conviene hacer una prueba antes en una sola rama, porque algunas plantas más sensibles pueden experimentar fitotoxicidad a las dosis más elevadas. 

El extracto de cítricos contiene limoneno, un terpeno con propiedades insecticidas, fungicidas y repelentes. Los extractos de ajo, cebolla y guindilla se utilizan principalmente como preventivos por sus propiedades repelentes y antialimentarias. Además de las plagas, suelen ser efectivos como repelentes de mascotas: mantienen a perros y gatos alejados de las plantas. El aceite esencial de tomillo es fungicida y bactericida. La infusión de manzanilla estimula la salud de la planta y su sistema inmunitario. 

Agua oxigenada. La molécula del agua oxigenada H2O2 es igual que la del agua pero con un átomo más de oxígeno, lo que la convierte en un potente oxidante. Cuando el agua oxigenada entra en contacto con la materia orgánica, libera el oxígeno que reacciona con ella y se convierte en agua común, sin dejar absolutamente ningún residuo. El agua oxigenada de farmacia suele tener una concentración del 3%. Para su empleo como fungicida se diluye en cinco o diez partes de agua, mejor destilada. Actúa por contacto, así que es esencial mojar toda la superficie de la planta. Se descompone con rapidez y sólo hace efecto al momento, por lo que hay que repetir la aplicación cada vez que se observe nuevo crecimiento de oídio.

Bicarbonato potásico y sódico. Ambos productos son fungicidas de contacto sin toxicidad para las personas, por lo que pueden usarse sin miedo durante la floración. Son especialmente efectivos contra el oídio, matando el hongo que tocan y elevando el pH de la superficie de las hojas, lo que dificulta la germinación de nuevas esporas. El bicarbonato sódico es muy fácil de encontrar en cualquier supermercado, aunque su efectividad es algo menor que la del bicarbonato potásico, que sólo se vende en tiendas de productos químicos. Combina bien con el nim, el aceite horticultural o el jabón potásico, pero conviene fumigar una planta de prueba antes de emplear una nueva mezcla sobre toda la plantación. Dosis: 5-10 g/l.

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #188

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