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Aceleración

El proceso de aceleración social, cultural y tecnológica a cuyo paroxismo asistimos —año 2018 de la era común— se inició con la creación del alfabeto fonético y se intensificó exponencialmente con la invención de la imprenta (1440) y el telégrafo (1844). Esta sería, al menos, la tesis defendida por el máximo profeta de la era electrónica, Marshall McLuhan (1911-1980).

El proceso de aceleración social, cultural y tecnológica a cuyo paroxismo asistimos —año 2018 de la era común— se inició con la creación del alfabeto fonético y se intensificó exponencialmente con la invención de la imprenta (1440) y el telégrafo (1844). Esta sería, al menos, la tesis defendida por el máximo profeta de la era electrónica, Marshall McLuhan (1911-1980). Pero ya Valéry afirmaba en 1943: “La brillante y deplorable carrera de Europa por legar al mundo la ciencia positiva y el triste ejemplo de la primacía de la riqueza, tiene lugar entre el siglo VI antes de nuestra era y el XX. Muy despacio al principio, de forma acelerada a partir del siglo XV, y con velocidad frenética desde 1800”. A estas alturas, ninguna fuerza parece capaz de detener esa “ley evolutiva de la aceleración tecnológica” (Salim Ismail), a cuyo mismo ritmo se incrementan el deshielo de los glaciares y el índice de suicidios.

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #242

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