Migajas de un vagabundo
Gerald Brenan
A los 81 años, el hispanista británico Gerald Brenan (1894-1987) publicó Pensamientos en una estación seca, colección de aforismos de la que proceden los aquí reunidos, salvo el último, y en cuyo prólogo leemos: “Cuando uno traspasa los 80, solo le restan algunas migajas de lo que fueron sus facultades”. En otro pasaje, recuerda: “Un día, mi madre me preguntó: ¿Qué querrás ser cuando termines el colegio? No contesté, pero dije para mí: un vagabundo”. Entre 1919 y 1936, Brenan residió intermitentemente en Andalucía (Granada, Sevilla, Málaga). En 1943, vio la luz El laberinto español, prohibido en España, adonde regresará en 1953; un lustro más tarde, aparece Al sur de Granada, y en 1973 su biografía de Juan de la Cruz, en la que trabajó durante cuarenta años. El Cementerio Inglés de Málaga custodia los restos de este autor clásico, quien, según su propia definición, es todo aquel que produce “una obra que conserva intacto su valor en cualquier época”.
Las cosas que nos resultan más familiares suelen ser aquellas de las que carecemos. Esto ocurre porque dedicamos mucho tiempo a pensar en ellas.
Suelo tener impulsos generosos, pero habitualmente les siguen otros mezquinos o cautos. Estos últimos me proporcionan al menos doscientas libras esterlinas al año.
Hay algo que el pobre conoce y el rico no, algo que el enfermo conoce y la persona sana no, algo que el necio conoce y el inteligente no.
“La equiparación completa de las mujeres con los hombres sería la señal más inequívoca de civilización: duplicaría las fuerzas intelectivas de la raza humana y sus probabilidades de felicidad” (Stendhal, Roma, Nápoles, Florencia). Los hombres han necesitado mucho tiempo para comprender que disfrutarán más con la compañía femenina si tratan a las mujeres como iguales, en vez de confinarlas al papel de amas de casa y concubinas.
Cuando se lanza la moneda al aire, saldrá el amor o la sensualidad. Pero si el metal es adecuado, debajo del uno se ocultará la otra, o viceversa.
¿Qué felicidad es comparable a la del amor correspondido? Sin embargo, es una situación muy precaria. Así como las plantas agotan los minerales del subsuelo y mueren, el amor consume aquellas sustancias de las cuales vive. Y entonces renace el deseo de nuevas compañías.
La gran ventaja del matrimonio es que permite estar solo sin sentir la soledad.
El matrimonio es un acuerdo mediante el cual dos personas comienzan por extraer lo mejor uno del otro, y a menudo terminan extrayendo también lo peor.
La función social de la religión es satisfacer la ansiedad. Un hombre que cree en Dios cuenta con una ayuda secreta a la que puede recurrir. ¿Tal vez una ilusión? Quienes no tengan ilusiones, que arrojen la primera piedra.
Cuando el saltamontes concentra sus energías para saltar, no sabe dónde aterrizará. Así suele ocurrirle al poeta.
García Lorca dijo que un español muerto está más muerto que ninguna otra persona. Y ocurre así, porque tiene más vida que perder.
Soñé con grandes bloques de viviendas donde se alquilaban los pisos con arreglo a la energía intelectiva de los moradores, de tal modo que los más inteligentes ocupaban el ático. Yo vivía en el ascensor.
¿No es España, después de todo, el país en que la Historia –y de qué monótona manera– se repite una y otra vez? (El laberinto español, 1943).