Ingredientes para cuatro personas
Elaboración
Para cannabizar esta magnífica salsa he seleccionado la variedad Deep Mandarin, de Delicius Seeds, que regalamos con la revista de junio del pasado año. Se trata de una variedad con unos terpenos espectaculares y un alto contenido en CBD; contiene hasta un 15% y solo un 4 o 5% de THC, lo que la lleva a la denominación de medicinal. Puedes usarla como antiinflamatorio, analgésico o antidepresivo. Es híbrida: un 40% de sativa y 60% de índica. Y su nombre le viene al pelo, ya que sus aromas y sabores a mandarina son exquisitos.
Con ella vamos a elaborar un aceite de girasol cannábico con el que ligaremos la mahonesa que será la base de la salsa César. Como este proceso tarda bastante, será el primero que hagamos.
Comenzaremos llenando un bote con los restos de manicura o cogollos, dependiendo de la potencia que queramos obtener. Cuando ya no quepa más hierba, terminamos de llenarlo con el aceite de girasol y lo reservamos en un sitio ausente de luz y humedad. Lo dejaremos allí durante 4 o 5 semanas moviéndolo con cuidado cada 4 o 5 días. Y para finalizar, lo filtraremos con un colador de tela y lo reservaremos.
Una vez que tenemos el elemento cannábico preparado, nos ponemos con la receta en sí. Comenzamos cocinando las pechugas para que les dé tiempo a enfriarse. A mí me gusta hacerlas enteras con piel a la plancha, pero podéis cocinarlas a vuestro gusto o reciclar restos de pollo asado, por ejemplo. Para hacerlas como yo, solo tenéis que ponerlas en una sartén o plancha a fuego medio-alto, para que se doren por fuera y a su vez se hagan bien por dentro. Cuando estén cocinadas las reservaremos.
Vamos a proceder con la salsa. Comenzaremos elaborando una mahonesa con el huevo y los dos aceites. Os aconsejo que los huevos estén a temperatura ambiente, para que emulsionen con más facilidad. Para montarla hay que introducir los huevos en el vaso de la batidora con un poco de sal y un chorrito de zumo de limón. Ajustamos la velocidad de batido a la mitad y vamos incorporando los aceites en un hilo fino poco a poco hasta obtener la densidad deseada. En este caso será como la de la mahonesa de bote más o menos. Cuando esté lista le incorporaremos el resto de los ingredientes de la salsa: las anchoas, el diente de ajo, el parmesano rallado, las salsa Perrins, la mostaza, etc. Cuando esté todo dentro batiremos y mezclaremos hasta que esté homogénea y la meteremos en la nevera para enfriarla bien.
Podemos continuar cortando el pan en daditos iguales de un centímetro más o menos y poniéndolos en una bandeja de horno con un poco de AOVE y alguna hierba aromática al gusto si queréis. Lo metéis unos 6 u 8 minutos a 180º más o menos o hasta que esté dorado. Después, podéis cortar las pechugas en tiras o dados y la sandía en daditos de un centímetro más o menos también.
Y ya que tenemos todos los elementos preparados (mise en place), podemos montar la ensalada. Para empezar, colocamos la lechuga en el plato en forma de montaña lo más alta posible. A continuación, vamos repartiendo los trozos de pollo, de sandía y de pan tostado desperdigados graciosamente por las laderas de la montaña de lechuga. Después, provocaremos una lluvia de parmesano rallado y, para terminar, regaremos todo con la magnífica salsa que le da nombre.
Y ya está, solo queda degustar y disfrutar. Espero que os guste.