Ingredientes para doce soufflés individuales
Elaboración
Para darle nuestro toque espacial a este postre, he seleccionado la variedad Mandanga #7 Kush que regalamos con el número de agosto del fatídico 2020. Se trata de una Kush muy sabrosa que nos va a dar unos aromas especiados y frutales muy interesantes para nuestro soufflé.
Por cierto, la palabra soufflé es el participio del verbo souffler, que significa ‘soplar’. Y no es que haya que soplar para hacerlo, pero es una preparación que se infla en el horno cuando se cuece, y ese efecto hace parecer que se le haya soplado por algún sitio. En realidad, esto es gracias a que el aire que le introducimos a las yemas y claras de huevo al batirlas se dilata y duplica su tamaño por al calor del horno. Así, cualquier soufflé que se precie, ya sea dulce o salado, deberá aumentar al menos un tercio de su volumen inicial para que sea aéreo y ligero. Esa sería la textura perfecta, pero si os sale un poco más compacto tampoco os fustiguéis mucho.
El pasaje para el viaje estará en parte de la mantequilla que utilicemos. La proporción de hierba respecto al peso de la mantequilla para esta elaboración será de un diez por ciento si son cogollos o de un veinte por ciento si son hojas. Comenzaremos poniendo una olla con agua a calentar. La cantidad de agua debe ser al menos el doble que la de mantequilla, o sea, 200 ml. Al hervir el agua, añadiremos 100 g de mantequilla para que se disuelva y bajaremos al mínimo. Cuando esté completamente disuelta, llega el momento de añadir la marihuana y dejar hervir a fuego lento durante unos quince minutos removiendo de vez en cuando. Pasado este tiempo, la grasa ya habrá absorbido todos los cannabinoides y la podremos retirar del fuego. La colamos con un colador de tela y la dejamos reposar hasta que se atempere. Una vez fría, la meteremos en la nevera un mínimo de doce horas para que la grasa se separe y se solidifique completamente, de forma que podamos cogerla fácilmente. La escurriremos bien y ya estará lista.
Seguidamente, la pondremos a calentar junto con el chocolate troceado, las especias chinas y el resto de la mantequilla. Podéis hacerlo vía microondas en descongelación y mirando cada dos minutos para que no se os pase de calor o al baño maría, como queráis.
Por otro lado, hay que separar las yemas y las claras. Las claras sobrantes podéis utilizarlas para tortillas, revueltos o sopas. A las yemas, les añadís el azúcar y las batís hasta que se blanqueen, es decir, hasta que se espesen y cojan tono beige clarito. Entonces les vais añadiendo la mezcla templada del chocolate, la mantequilla y las especias muy poco a poco, a la vez que lo vais mezclando todo con movimientos envolventes. A continuación batís un poco las claras y se las añadís de igual modo. Cuando la mezcla esté homogénea, ya la podéis poner en los moldes previamente encamisados; es decir, con una capa fina de mantequilla y azúcar en las paredes a modo de aislante para que no se nos peguen por dentro. No los llenéis del todo, ya que al inflarse con el calor se saldrían por fuera de los moldes. Es suficiente con llenarlos tres cuartos de su capacidad. Una vez en los moldes, los metéis en el horno precalentado a doscientos grados. El tiempo de cocción dependerá de la medida de los moldes y la potencia del horno, pero estarán listos cuando los veáis aumentar de tamaño y subir.
Para acompañarlos, solo tenéis que lavar y cortar las fresas y añadirles el zumo de naranja, el azúcar y la hierbabuena picada, colocándolas al lado de vuestro soufflé en el plato. Decoraremos con una hojita de hierbabuena y ya estará listo.
Y a disfrutar se ha dicho. Espero que os salga fetén y que el viaje sea provechoso y libidinoso. ¡Hasta la próxima!
La dosis correcta