Ingredientes para cuatro personas
Podríamos pensar: muchos ingredientes y tres elaboraciones. Pero no nos dejemos engañar, en realidad se preparan en un ratillo y aseguramos que su sabor y textura merecen muy mucho la pena. Lo primero, como siempre, será preparar el aceite cannábico para el majado, con el que daremos el toque final a la salsa verde.
Para ello, tendremos que llenar un bote hermético de cogollos o restos de manicura, dependiendo de la potencia deseada, y añadir el AOVE hasta cubrirlo por completo. Lo cerramos y lo dejamos macerar de mes a mes y medio, moviendo el bote ligeramente al menos una vez por semana. Pasado este tiempo, lo filtramos con la ayuda de un colador de tela y ya estará preparado.
La siguiente elaboración debería ser el sofrito de zanahoria. Lo único que tenemos que hacer es pelar y cortar el ajo, la cebolla y la zanahoria lo más pequeño posible, o en brunoise, como se dice en cocina profesional. Si no somos diestros en el corte a cuchillo, siempre podemos recurrir a una picadora eléctrica. Cuando lo tengáis todo cortado, ponemos una sartén al fuego con el aceite y el ajo picado. En cuanto el ajo empiece a dorar, le añadimos la cebolla, la zanahoria y una pizca de sal. Tapamos y bajamos el fuego al mínimo. Dejamos que se sofría bien, removiendo de vez en cuando, y retiramos del fuego reservándolo cuando el sofrito esté doradito.

A continuación, nos ponemos con las albóndigas. El pescado lo dejo a vuestra elección; en esta ocasión hemos utilizado rosada, pero podemos usar rape, merluza, dorada, corvina o cualquier pescado blanco que nos guste o tengamos a mano. Para hacer las albóndigas, habrá que picarlo muy bien manualmente a cuchillo o con la misma picadora del sofrito junto al perejil, como queramos o podamos. Una vez picado, le añadimos sal y pimienta, el huevo, el pan rallado y el sofrito de zanahoria, y mezclamos bien hasta obtener una masa homogénea. A continuación, hacemos las albóndigas del mismo tamaño o lo más parecidas posibles entre sí. Las enharinamos y las freímos en una sartén con aceite o una freidora. Las escurrimos bien y las ponemos en un plato con papel de cocina para que absorba el posible exceso de aceite. Reservamos y nos ponemos con la salsa.
Para esta última elaboración, empezamos pelando y cortando el ajo y la cebolla también en brunoise. Vertemos aceite en una cazuela y sofreímos las dos cosas juntas con un poquito de sal, a fuego lento y con una tapadera puesta. Cuando la cebolla esté transparente, añadimos un poquito de harina y la rehogamos dos o tres minutos. A continuación, vertemos el vino blanco y dejamos que el alcohol se evapore, momento en el cual incorporamos el caldo de pescado y los guisantes, en este caso. Dejamos que hiervan un poco, siempre a fuego lento y con tapadera y, por último, sumergimos las albóndigas fritas en el caldo y le damos nuestro toque mágico con un majado de ajo, aceite cannábico y mucho perejil. Dos minutos más de cocción y retiramos del fuego rápidamente, para que las albóndigas no se rompan.
Pues bien, ya lo tenemos. Como vemos, no es tan difícil, y al probarlas seguro que querremos repetir la receta más de una vez, aunque sea sin THC. Seguro que disfrutaremos tanto de su degustación como de su digestión. ¡Hasta la próxima!