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Esnifar en tiempos de crisis

“Si el speed es la cocaína de los pobres. La cafeína es el speed del lumpen” 

La primera vez que vi a alguien esnifar cafeína fue en Barcelona. Estábamos rodando un videoclip y una actriz de reparto tenía que fingir meterse una raya de cocaína y no teníamos con qué falsear la secuencia. Entonces, el polifacético Óscar Rough (Toledo, 1986) sacó dos capsulas de su chaqueta, las abrió y pintó unas rayas de algo que perfectamente podría ser perico. Le pregunté qué era eso y me contestó conciso: “Cafeína”. La actriz, que con falsear el plano habría sido suficiente, se puso un fleje y a continuación preguntó a Óscar sobre los efectos del polvo que iba camino hacia su cerebro. “¿Y de dónde coño sale esto de la cafeína?”, le pregunté. “El colgao de Juan Galgo apareció un día con un bote de cien cápsulas de cafeína. No le hice caso porque teníamos speed, pero veinticuatro horas más tarde se nos terminó... Tras aquella noche estuve dos años metiéndome cafeína”, respondió Óscar Rough. 

Es lunes, Madrid huele a polen y he quedado en la plaza de la Luna con Juan Galgo y Óscar Rough para hablar de cafeína. Llegan y, tras los saludos, entramos a Manuel Riesgo, SA (calle del Desengaño, 22). Juan Galgo toma la iniciativa: “Hola, quería 250 g de cafeína”. “Son 23,96 €. ¿Me prestas el DNI?”, responde el vendedor. Dos trámites y Juan ya tiene el bote en la mano: “Antes era más barata. Nunca he entendido lo de ‘Nocivo en caso de ingestión. Destinado a la alimentación”. “Eso se lo colocan a todo”, responde el vendedor mientras de fondo suena la canción Libre, de Paloma San Basilio. 

Juan Galgo (Madrid, 1987), a pesar de su apodo, es más gato que los gatos. Bebe cerveza Chipys o Lager y estudió Filosofía en la cafetería de la Complutense. Es un hustler, un buscavidas; su currículum tiene experiencias tan alternas como recolectar cerezas en Canadá, trimmear flores en California o vender birras en diversos festejos. Tiene un libro de poesía (Humanofobia y otros vicios) y un disco (Días raros), pero como tanto “contrautor” no vive de lo que crea. El miércoles pasado llenó la sala Alevosía, pero ahora lo que le adorna el bolsillo es su trabajo en un call center de Lisboa. 

¿Qué es la cafeína?

JG: Es un alcaloide de la familia del té e incluso de la del chocolate. No sé bien lo que es un alcaloide, pero mi madre me dijo algo cuando era pequeño. Creo que entre otras cosas es un vasodilatador, lo que hace es que se oxigene la sangre y que circule más rápido. La diferencia entre la cafeína y la anfetamina es que una ataca solo al sistema simpático y la otra al sistema parasimpático. No sé muy bien cuál a cuál, pero creo que se diferencian en eso. Como que el speed ataca a un sistema más central y la cafeína a un sistema más periférico. 

Esnifar en tiempos de crisis

Juan Galgo y Óscar Rough a las puertas de El Riesgo. A la derecha, Óscar a un paso de experimentar los efectos de una cápsula de cafeína.

¿En qué formatos se puede conseguir? 

JG: Está el formato que venden en Manuel Riesgo, que es la cafeína anhidra pura y en polvo. Es la más rara de encontrar y la que la mayoría de camellos pillan para mezclarla con el speed y la coca. Por eso creo que te piden el DNI cuando la compras y, claro, porque puede ser algo peligroso si te comes el bote entero. Luego están las pastillas de gimnasio o de tienda de alimentación deportiva. Hay otro formato de farmacia para cuando te pones malo, lo he conocido en Portugal. No sé si son aspirinas, paracetamol o ibuprofeno, porque de eso no manejo, pero tienen cafeína. Luego existen unas pastillas de Bayer, son rojas. Las conocí por una compañera del curro que también era politox. 

¿Cómo la conociste a ella? 

"Consumir cafeína en pastilla es casi más barato que tomar café en tu casa. Eso sí, el polvo solo sabe a rayos. Es el formato más barato para consumir cafeína, y te ahorras el reventón que te da al estómago el café"

JG: Estábamos en el Festival de Ortigueira y cometí el error de ir con mi speed, que encima me gustaba, a que me lo analizaran los de un derivado oriundo de Energy Control. Se burlaron de mí y encima el hijo de puta se quedó con un llaverazo que nunca me devolvió. Me dijo que era un speed de mierda y que me habían timado, lo que tenía de anfetamina era algo a no considerar. Era cafeína. Se mofaron de mí, así de buen rollo. Eran unos majetes; también eran de la cooperativa. 

¿La cooperativa? 

JG: La Cooperativa de los Drogadictos; es que yo siempre he tenido este concepto de la cooperativa. Gente que te vas encontrando por ahí y que como a todos les gusta, en principio, que a nadie le falte de nada. Invitas y luego te devuelven. La familia de la drogadicción. Pues como los del colectivo Energy Control, que van por ahí y analizan la droga de la gente para que no se metan mierda. Los que estaban en Ortigueira me hicieron saber que mi speed era ridículo y como a mí me estaba gustando comencé mi relación con la cafeína. Quien ríe último, ríe mejor. 

¿Ese fue el principio? 

JG: Espera, se me había olvidado. Paralelamente, creo que ese mismo verano probé las pastillas de gimnasio con un colega de Majadahonda. Él debió de ser bastante yonqui en la adolescencia. Creció y le dio por tomar anfetas y por correr a muerte, y luego se empezó a dedicar, más seriamente, a la preparación deportiva. 

Un día fui a su casa y nos pusimos de cafeína. Me gustó y le pregunté cómo la conseguía. 

Esnifar en tiempos de crisis

Esto no es cocaína, pero quizás te la han vendido en alguna ocasión como tal.

¿Siempre la has esnifado? 

JG: No, yo he comido muchísimo. A día de hoy, en lugar de café desayuno una pastilla de cafeína. Porque aparte de que me es más cómodo, así no veo la cara a mis compañeros de piso. Ahora ando muchísimo y me puede dar un apretón a mitad del camino. El café me puede jugar malas pasadas gástricas y esto no. La cafeína tampoco hace mucho más efecto que un café cuando estás acostumbrado. De hecho, las pastillas del bote que ahora compro contienen 200 mg en vez de 100. Un Monster, la bebida energizante, creo que tiene 160, pero además lleva taurina, que no es un excitante de por sí, sino que ayuda a metabolizarla más rápido. Es como un conductor para favorecer esa vasodilatación y oxigenación de la sangre. También hay unas pastillas mixtas que las mezclan con un poco de taurina. Las más pepino que yo probé en mi vida costaban el doble, casi veinte pavos, eran 200 g y venían solo noventa pastillas con algo de taurina. Esas no recuerdo cómo las llamábamos, pero sí que tenían renombre en el hall de los motes. 

¿Por qué la consumes? 

"Es muy fácil alcanzar tolerancia con la cafeína, y en lo que te empiezas a pasar con ella te deja de hacer mucho efecto"

JG: Soy un yonqui vanidoso. El café mancha los dientes y además tengo un problema con las encías. El Monster no los ensucia (aunque te los reviente por el azúcar) y me flipa, pero sale infinitamente más caro. Consumir cafeína en pastilla es casi más barato que tomar café en tu casa. Eso sí, el polvo solo sabe a rayos. Creo que es el formato más barato para consumir cafeína, y te ahorras el reventón que te da al estómago el café. Seguro que la cafeína lo hace, pero a largo plazo, y eso no es concebible en esta vida carpe diem. La cafeína pura, supuestamente, es la forma más limpia y directa, y favorece el metabolismo. Eso dice en los botes; digamos que optimiza los resultados por no llevar otros componentes, pero eso habría que verlo. 

Óscar Rough, ¿cuánto cuesta ese bote?

OR: Este es de cien cápsulas de 100 mg, unos seis pavos. Pero con una cápsula te da para meterte...

JG: Ya, pero estas te las metes en rayas y no te suben una mierda.

OR: Sí, pero al final te quitas la tontería de tener que estar metiéndote cosas por la nariz todo el rato. Si compré este bote no es porque suba mucho, sino porque necesitas estar metiéndote cosas por la tocha, y eso entretiene. Como fumarte un piti. 

JG: Luego también es muy práctico, porque si no tienes nada de dinero puedes ser autosuficiente. Sacas la cafeína y cuando ves a alguien con ojeras le invitas a algo y luego te dice: “Venga, ya saco yo la farlopa”.

OR: Yo he invitado a gente como si fuera farlopa a cambio de unos litros o algo.

¿Habéis conocido a más gente que la consume?

JG: Creo que esto es una cosa que toman los deportistas; los deportistas de gimnasio, que por lo general además son unos yonquis. Me ha pasado a veces de ir a comprar y que el tipo me empiece a hablar y a decirme: “Esto ya no me sube”, mientras tiene un tic en la ceja y dice: “Ahora le doy a la efedrina”, que es otro de los grandes sucedáneos que descubrimos. Son unas anfetas sencillas que se venden para la bronquitis; de hecho, no se venden sin receta, pero a veces las consigues en algunas farmacias. A mí me gustan mucho más, pero son más caras y bastante más difíciles de conseguir. A los farmacéuticos les da por ponerse poco receptivos cuando las mencionas, como el que va a otra cosa. Por ejemplo, pido, yo qué sé, un cacao y luego les pido las efedrinas, pero no siempre cuela. 

Es muy fácil alcanzar tolerancia con la cafeína, y en lo que te empiezas a pasar con ella te deja de hacer mucho efecto; solamente, si la tomas con cierta moderación, como yo ahora, que me tomo una al día y uno, dos o tres cafés. Bueno, depende del día también; hay días que hago mis excesos: dos pastillas según me despierto, 400 mg si estoy reventado. Por lo general, si tienes cierta moderación te sigue haciendo efecto. Ahora compagino las pastillas con el café normal. Así vas generando poca tolerancia a cada uno de los formatos y, con cada cambio, si vas alternando, magnificas el efecto. Y para grandes resacas siempre estará el Monster, que aparte de taurina tiene B12. 

Esnifar en tiempos de crisis

Rough cuenta las cápsulas de un bote de cafeína que “tenía olvidado”.

"Nunca he pillado cocaína en mi vida, porque no me gusta gastarme tanta pasta en patochadas y porque siempre he preferido la anfetamina. Es más pura y me gusta más el efecto"

¿Conocéis a más gente fuera de los gimnasios que la consuma? 

OR: Se lo meten sin saber porque es lo que utilizan para cortar. Al principio la rechazan y dicen: “Estás loco. Estás metiéndote cafeína”. Pero cuando se les acaba el speed, se la meten también. 

¿El motivo de no tomar cocaína es solo económico? 

JG: Nunca he pillado cocaína en mi vida, porque no me gusta gastarme tanta pasta en patochadas y porque siempre he preferido la anfetamina. Es más pura y me gusta más el efecto. La cuestión es que como el corte principal es la cafeína, me sirve para reconocer la textura cuando me la venden. La anfeta tiene una textura completamente diferente a la cafeína. La cocaína creo que es cristal. La cafeína es como un polvo acristalado y la anfetamina nunca se hace polvo al final. La aprietas y se queda como pequeñas lasquitas. Si la aprietas y cruje es porque es mala. 

¿La tomáis por la resaca, por el día a día o por qué?

JG: Por vicio y por el día a día del trabajo. Todas las noches bebo y me cuesta un poco despertarme a las seis. 

OR: Juan siempre ha sido un aficionado a todo tipo de estimulantes: café, un par de litros de té… No sé, es como un colibrí. 

¿Cómo funciona mezclada con otras sustancias? 

JG: Es perfecto. Los excitantes generan un buen engranaje, o un buen contexto, para ir introduciendo otras sustancias como el alcohol, los porros o el M, sin que me siente mal. Como dijo el Morta: “El speed viene a ser como en la pizza la base, y luego a partir de ahí vas echándole ingredientes”. 

¿Efectos secundarios? 

OR: Cuando estás durante tres o cuatro días metiéndote toda esa mierda...

JG: Y de todo.

OR: Y sin comer ni dormir, ¿cómo quieres que busque unos culpables concretos? 

JG: Taquicardias, asfixia, a lo mejor ansiedad... Mucha gente dice que es la peor resaca. 

OR: Te hunde bastante. He llegado a sangrar por la tocha, cosa que con otras drogas no. Una vez me mareé y me vomité encima. Se me reseteó la cabeza. Estábamos en tu casa [señala a Juan], me pusieron un tiro supertocho por hacer la gracia. Me fui al pasillo, me desperté y me había vomitado encima. 

JG: Sería la mezcla de todo. 

OR: Sí, pero no me ha pasado con nada más. 

JG: Yo nunca he llegado a sangrar. No sé qué pasa, mi nariz es superresistente. Es verdad que también sangras porque de esto te metes el triple que de otras cosas. Muchas veces lo que pasa es que, al ser tan barato, no te molestas en espolvorearla bien. 

OR: Es que al ser tan barato haces cualquier chorrada. Nosotros no nos metíamos de esto porque fuera la hostia en plan “Como mola esta droga”, sino porque era prácticamente gratis y veníamos de estar metiéndonos otras cosas que nunca pudimos pagar. 

Esnifar en tiempos de crisis

“Nunca he pillado cocaína en mi vida, no me gusta gastarme tanta pasta en patochadas”, confiesa Juan Galgo.

"Como me gusta ser un yonqui prefiero que sea de drogas que popularmente están bien vistas, como el alcohol y el café"

¿Se consume en Canadá y en Estados Unidos?

JG: Las pastillas en Canadá eran duras. 

OR: ¿Las verdes? 

JG: No, unas tipo aspirina. En Canadá se la enseñé a los mexicanos que estaban trabajando por allá y a todos mis colegas. El campamento entero se enganchó a las jodidas pastillas. Vienen bien para currar a destajo. En Estados Unidos seguramente esté más extendido que aquí porque en cualquier gran superficie tienen cafeína. Esto me permitía robarla mucho más fácilmente. En los Walmarts son muy torpes. Aquí, como solo están en tiendas de musculitos, no es muy sensato arriesgarse, aunque alguna vez en el gimnasio de la plaza de Luna las he robado en algún despiste de la dependienta. 

¿Alguna experiencia policial? 

JG: Un día de empalmada me registraron los guardias y yo llevaba la cafeína en una especie de grinder sin púas que me regaló mi madre. Les expliqué que era cafeína y dónde la compraba, y ellos me dijeron que sabían lo que era. Me preguntaron que si me la metía por la tocha. Les contesté: “Es la crisis”. Y me la devolvieron. 

¿Adicción? 

JG: [Risas.] Yo creo que es tocha pero la adición a la cafeína es la más extendida del mundo. De hecho, una de las cosas que me gusta es que está bien vista. Las pastillas son un formato yonqui que en el curro escondo. Pero en general ser un yonqui del café está tan extendido y bien visto que, bueno, como me gusta ser un yonqui prefiero que sea de drogas que popularmente están bien vistas, como el alcohol y el café. Más que nada porque es más simple. La cafeína es tremendamente adictiva y la mayoría de la sociedad la consume. Hasta me sorprende la gente que no lo hace. Creo que podemos vivir sin ella, pero a mí me gusta vivir muy acelerado, y eso sin café es imposible. Hay etapas que he dejado el café y la cafeína; me hacía tés de cinco bolsas. Movidas muy desproporcionadas. Eran etapas en las que no era tan feliz, como que estaba con la modorra. La siesta, que es mi archienemiga, siempre me atacaba. 

Días raros (2017, Tuétano Music) y Humanofobia y otros vicios (2018, Inflamavle) son los últimos trabajos artísticos del “contrautor” Juan Galgo.

Días raros (2017, Tuétano Music) y Humanofobia y otros vicios (2018, Inflamavle) son los últimos trabajos artísticos del “contrautor” Juan Galgo.

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #262

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