Amores de narcos
De los más de tres mil asesinatos en los que participó el que más le marcó fue probablemente el de su novia Wendy. No tenía otra opción. Se lo había ordenado su jefe, Pablo Escobar, y Jhon Jairo Velásquez, alias “Popeye”, estaba ahí para cumplir las órdenes.
De los más de tres mil asesinatos en los que participó el que más le marcó fue probablemente el de su novia Wendy. No tenía otra opción. Se lo había ordenado su jefe, Pablo Escobar, y Jhon Jairo Velásquez, alias “Popeye”, estaba ahí para cumplir las órdenes. Por algo era el jefe de sicarios de Escobar. Popeye se entregó a la justicia en 1992, un año antes de la muerte de Escobar. Pasó veintidós años preso y, tras ser liberado, en el 2014, empezó a contar detalles sobre la forma en la que operaba el cártel de Medellín y datos inéditos de su jefe. También publicó sus memorias, Sobreviviendo a Pablo Escobar, en las que narra su vida en tercera persona. Del asesinato de su novia Wendy, Popeye escribe: “Fue la mujer que más amó, y con su muerte sepultó también parte de su alma”.
“Wendy Chavarria Gil era una princesa de 1,80 de estatura. Espectacular. Fue una de las mujeres de Pablo Escobar, que les tenía prohibido embarazarse”, contó Popeye al periodista argentino Walter Canaletti en el 2014. “Y Wendy cometió el craso error de quedarse embarazada a propósito. El patrón la mandó con un veterinario a la Hacienda Nápoles a sacarle el bebé, y ella se convertirá en su enemiga. Una mujer herida es muy peligrosa”, evocó Popeye. La Hacienda Nápoles era una espectacular propiedad de tres mil hectáreas que Escobar se mandó construir en Antioquia. La Hacienda, entre otras excentricidades, tenía una pista para aviones, hangar, helipuerto, caballos, lagos artificiales y un zoológico con elefantes, jirafas e hipopótamos.
Poco después del aborto, Wendy inició una relación con Popeye. “Ella me enamora a mí para que le dijera dónde estaba Pablo y entregarme a las autoridades. Y yo caigo como un bobo”, explicó el propio Popeye, quien sostiene que habló con Escobar para contarle lo que estaba sucediendo. “El patrón me dijo: ‘Ojo, usted no es hombre para una mujer como Wendy”. Según Popeye, Escobar le dijo que Wendy buscaba narcos “de peso pesado”, y él era solo un sicario: “Es una mujer que gasta mucho dinero. Que quiere andar en Mercedes deportivo, en aviones y cosas… Y usted no está para eso. Eso está delicado”. Escobar le pinchó el teléfono y descubrió que Wendy estaba hablando con el Bloque de Búsqueda, un grupo formado en 1992 por la Policía colombiana y en el que también participaban el Ejército, la DEA y la CIA, que estaban en Medellín buscando a Escobar, que acababa de fugarse de la cárcel.
“Ella quería usarme. Menos mal que yo siempre he cuidado la boca”, asegura Popeye. Escobar lo mandó llamar y le puso una grabación en la que Wendy le preguntaba si iba a ver a su jefe y Popeye le decía que estaba en Venezuela (algo que era falso). “Él vio que yo era leal. El patrón me llamó, me colocó la grabación y me dijo: ‘Popeye, ¿qué vamos a hacer ahí?”. Popeye le dijo que tenía la razón. “Si yo me niego y le digo: no, patrón, es mi mujer, la quiero mucho, estoy enamorado… Me mata inmediatamente”. Popeye citó a su novia en un restaurante y envió a dos de sus sicarios. “Yo llamo al restaurante y pregunto por ella. La llaman y cuando va andando hacia el teléfono oigo sus tacones a lo lejos. Cuando coge el teléfono los hombres míos la intervienen y yo escucho los tiros”. Popeye se acercó a mirar a su novia muerta. “Cuando la vi me salió un espíritu maligno de dentro. Sentí una tranquilidad muy fuerte. Y ahí le cogí odio”.
‘Cherchez la femme’
Popeye empezó a trabajar con Pablo Escobar gracias a otra mujer. Primero pasó fugazmente por las academias de cadetes de la Policía, el Ejército y la Marina –de donde le viene el mote de Popeye–, hasta que se dio cuenta de que buscaba algo más entretenido y, sobre todo, mejor pagado. Así que empezó a ofrecer sus servicios por libre hasta que lo contrató como chófer y guardaespaldas Elsy Sofía Muriel, Miss Medellín, quien era además una de las novias de Pablo Escobar. “Mis respetos para aquella hembra –recordó el propio Popeye al periodista Mauricio Aranguren, que lo entrevistó en la cárcel en el 2011–. Debió ser muy buen polvo para que prolongara su relación con Pablo durante dos años. Lo suficiente para que ella consiguiera apartamento y carro”.
La relación entre Escobar y Elsy Sofía se acabó poco después de que sufrieran un accidente de helicóptero cuando volvían de una playa. Escobar salió ileso, pero su amante quedó con un brazo escayolado y, según le confesaría el propio Escobar tiempo después, la dejó porque “le entró la ambición. Me pidió lo imposible, se le ocurrió ponerme un ultimátum: o mi esposa o yo”. Popeye dejó de trabajar para la amante pero se convertiría en uno de los sicarios de más confianza del cártel de Medellín.
Escobar tenía un apetito voraz por las mujeres, y por sus camas pasaron innumerables actrices, concursantes de belleza, modelos, deportistas y prostitutas, a las que se solía llevar a la Hacienda Nápoles. La regla era que no se podían quedar embarazadas, algo que todas cumplían o eran obligadas a cumplir, como en el caso de Wendy. Escobar era un hombre casado, “católico”, y por ello se negaba a tener hijos ilegítimos. Conoció a su esposa, María Victoria Henao, cuando ella tenía trece años y el narcotraficante veinticuatro. Se enamoró perdidamente y empezó a cortejarla hasta que se casaron, en 1976, cuando la novia tenía quince años.
Quizás la amante con la que más tiempo duró Escobar fue Virginia Vallejo. En la década de los ochenta era una de las presentadoras más populares de la televisión colombiana. Su belleza, según ella misma relató, encandiló a los cuatro hombres más ricos de Colombia. También llamó la atención de los narcos, y con Pablo Escobar tuvo una relación entre 1983 y 1987. Siempre se encontraban a escondidas (ambos eran fácilmente reconocibles en público), en alguna de las muchas propiedades que tenía Escobar por Medellín. “Al principio me trataba como a una reina –dijo Vallejo a la televisión Argentina en el 2014–. Envió a mi casa un arreglo floral de orquídeas tan gigante que no entraba en el ascensor y tuvieron que subirlo por la escalera. Tenía a mi disposición su flota de once aviones y dos helicópteros”.
Vallejo dice que estuvo a punto de morir cuando Escobar se enteró de que se había acostado con Gilberto Rodríguez Orejuela, líder del cártel de Cali y némesis de Escobar. “Gilberto me usó, forzó la situación. Me invitó a cenar y luego me tumbó en la cama del hotel, me hizo el amor y se fue. Su único propósito era que le fueran a contar a Pablo que lo había traicionado. Pablo enfureció porque los hombres temen que una le cuente al otro qué tal es en la cama. Y Escobar era un pésimo amante”, aseguró Vallejo, que vive asilada en Estados Unidos. En la misma entrevista con una cadena de televisión argentina, elaboró un poco más: “Pablo era bajito, con manos pequeñas, pies pequeños, todo pequeño… Pero a la hora de la verdad, él pensaba que era Tarzán”.
En el verano del 2006, Virginia Vallejo, la examante de Pablo Escobar, se presentó en la Embajada de Estados Unidos para ofrecer información sobre los socios de Escobar, su examante, y denunciar la participación de Alberto Santofimio, exministro de Justicia en los años setenta, en el asesinato ordenado por Escobar del carismático político colombiano Luis Carlos Galán. Los estadounidenses recibieron a Vallejo con los brazos abiertos y se la llevaron a vivir a Estados Unidos, donde entró en el programa de testigos protegidos, consiguiendo el estatus de asilada política en el 2010.
En el 2007 publicó el libro Amando a Pablo, odiando a Escobar, en el que narra su vida durante los cinco años en los que convivió con el líder del cártel de Medellín. El libro, que se convirtió en un best seller, cuenta detalles de su relación con Escobar y también vincula a tres expresidentes (Álvaro Uribe, Ernesto Samper y Alfonso López) con el cártel de Medellín. Desde que se asiló en Estados Unidos recibe amenazas de muerte y tiene claro que no volverá a Colombia. Aun así, valió la pena: “Si yo no hubiese abierto la boca todos seguirían creyendo que los narcos eran unos genios y que por un lado están los funcionarios buenos y por otro los traficantes malos. Y la verdad es que están todos juntos”.