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Desembarco de hachís en Málaga
La Guardia Civil frustró dos intentos de desembarco de hachís en las playas de Málaga.

El coronavirus también ha impactado en el mercado de la droga. Sus efectos a largo y mediano plazo son impredecibles de momento, pero en los albores de la epidemia se perciben algunas señales de lo que pasará: escasez de productos y aumento de los precios. En algunos casos, como las metanfetaminas, se pagarán cifras estratosféricas. Este espacio hace un breve recuento de los efectos que está teniendo la COVID-19 en el tráfico de drogas.

A mediados de marzo, los lugartenientes del cártel de Sinaloa recibieron un Whatsapp del Mayo Zambada, el jefe. Les informaba que desde ese día iban a subir el precio de la metanfetamina. Según el portal Vice, de la noche a la mañana la libra (1,6 kg) de cristal pasó de costar unos cien dólares a valer seiscientos. El motivo de esta inflación repentina fue el brote de coronavirus en China, en diciembre pasado. Los cárteles que trafican metanfetaminas utilizan fentanilo, un químico que importaban de China, específicamente desde el puerto de Hubei, que desde diciembre se cerró prácticamente por completo. El Mayo concluía el mensaje a sus subalternos: “Si no obedeces (al aumento de precios), cuidado con las consecuencias”. 

A causa de la crisis sanitaria, las compañías chinas operan desde marzo a la mitad de su capacidad y, por lo tanto, el sesenta por ciento de las compañías tienen retrasos en la entrega y carga de contenedores en los puertos. El mismo fenómeno ocurre ahora en los puertos europeos y estadounidenses. El portal Vice, citando a presuntos traficantes del cártel de Sinaloa, relataba que por este motivo en las cocinas del cártel de Sinaloa tenían pocos materiales y dificultades para abastecerse. La escasez también afecta al precio de la acetona, que se utiliza para la producción de la heroína; el litro, que se conseguía por sesenta dólares, cuesta ahora ciento cincuenta. 

El cártel Unión Tepito, de la Ciudad de México, ha sido uno de los más afectados por este cierre comercial chino. Además de traficar cristal, desde el 2010 se especializa en vender fayuca, copias de ropa y electrodomésticos de grandes marcas. Según MVS Radio, desde que empezaron las restricciones en China, el cártel avisó a sus distribuidores que los cargamentos de mercancía iban a cesar. Aparentemente, algunos de estos amenazaron con dejar de pagar el derecho de suelo, la cuota que otorgan a cambio de mercancía y protección. No está claro si el cártel Unión Tepito sobrevivirá a esta crisis; es probable que solo los grandes cárteles lo hagan. 

Costes de transporte 

Una de las primeras medidas adoptadas por los gobiernos de todo el mundo ha sido el de cerrar, prácticamente en su totalidad, el tráfico aéreo. Aunque no es el principal método para transportar drogas, en Estados Unidos las incautaciones en aeropuertos suponen el veinticuatro por ciento del total de decomisos de heroína. En Europa, por otra parte, la crisis del coronavirus ha hecho que se vuelvan a poner garitas en los puntos fronterizos para controlar la propagación de la epidemia. El transporte, por ende, se ha encarecido y vuelto más riesgoso. 

El envío de alijos a las costas españolas también se ha complicado por el aumento en la vigilancia. Solo en las primeras semanas de cuarentena, la Guardia Civil frustró dos intentos de desembarco de hachís en las playas de Málaga. Este endurecimiento de controles fronterizos debilitará al crimen organizado, que no solo ve afectado el negocio de la droga, sino otros igual de lucrativos, como el tráfico de personas y el contrabando. 
El menudeo de sustancias ilícitas en España se ha vuelto en una misión extremadamente compleja. El diario El País reportaba que quienes tienen perro (tanto consumidores como camellos) pueden trapichear con relativa facilidad. También relataba que los parkings de supermercados se han convertido en el lugar ideal para estos trapicheos. Es una opción arriesgada: los policías suelen poner controles en las puertas de los supermercados y en ocasiones revisan la compra. Este nuevo orden de cosas ha provocado que en pocas semanas el precio de la maría y del hachís se duplique o triplique en Madrid y Barcelona. En el caso de la cocaína, según El País, el incremento es más moderado: de entre el diez y veinte por ciento (el gramo cuesta ahora unos setenta euros frente a los sesenta pre pandemia). 

Abstinencia 

Uno de los sitios en donde la COVID-19 ha tenido un efecto inmediato ha sido en las cárceles. Desde el 13 de marzo se cancelaron todas las visitas y los permisos penitenciarios de los que gozaban tres mil presos. Con el fin de las visitas, el ingreso de contrabando sufrió un duro golpe y tuvieron que inventarse nuevos métodos. En marzo, funcionarios de la prisión de Cuenca encontraron un zapato que había sido lanzado desde el otro lado del muro, y que contenía hachís y dos teléfonos móviles. Una bellota de hachís, que antes de la pandemia se vendía por cien euros dentro de las prisiones, alcanzó los ciento cincuenta euros a mediados de marzo. En el caso de la cocaína, el gramo pasó de sesenta a noventa o cien euros. 

 El endurecimiento de controles fronterizos debilitará al crimen organizado, que no solo ve afectado el negocio de la droga, sino otros igual de lucrativos, como el tráfico de personas y el contrabando.

En los poblados donde se venden drogas, como la Cañada Real Galiana, en Madrid, el número de toxicómanos que acuden se ha reducido notablemente. Las cundas que solían salir de la glorieta de Embajadores han cesado, dadas las restricciones del estado de sitio, y ahora, según el ABC, viajan en transporte público o a pie. Los narcopisos continúan funcionando, aunque su horario se ha limitado –como un humilde homenaje a las políticas de distancia social–. Los policías, según fuentes del lugar, lo “toleran” en la medida en la que se ciñan al horario establecido y respeten la distancia social. 

Capos de la distancia social 

El presidente Jair Bolsonaro sigue defendiendo la superioridad de la raza brasileña y su presunta inmunidad al coronavirus, una opinión con la que no todos sus conciudadanos coinciden. Por ello, en algunas de las favelas de Río de Janeiro, según el diario británico Financial Times, los capos de la droga son quienes se están encargando de que se cumpla la cuarentena. No se trata de un esfuerzo coordinado, sino que depende de la voluntad del capo de cada zona. Solo en Río de Janeiro hay cerca de un millar de estos asentamientos irregulares, en los que se estima que viven entre un millón y medio y dos millones de personas. 

Los capos comunican sus órdenes vía mensajes de Whatsapp y Telegram. “Quienquiera que sea encontrado en la calle aprenderá a respetar las medidas (de confinamiento). Queremos lo mejor para la población. Si el gobierno es incapaz de atenderlo, el crimen organizado lo hará”, decía uno de los mensajes enviados a los residentes de una favela y reproducidos por el rotativo británico. También recorren las calles, altavoz en mano, advirtiendo a la población que no salgan a partir de las veinte horas (aunque en otras se permite seguir en la calle hasta las diez de la noche). “Estamos en las calles tomando riesgos para que ustedes puedan dormir en paz”, leía otro de los mensajes enviado a residentes de otra favela. Recordaba la importancia de respetar las órdenes, y que a cualquiera que sea sorprendido en la calle después de las diez de la noche “le irá mal”. 

México Mágico 

Andrés Manuel López Obrador

El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, comparte con Bolsonaro la idea de que la raza mexicana es superior e inmune al coronavirus. También ha defendido que porta una “estampita” de la Virgen que le protege de todo tipo de males, incluida la COVID-19. A pesar de sus resistencias, el 29 de marzo su gobierno activó la fase 2 para hacer frente a la pandemia, y pidió a sus ciudadanos permanecer en casa. López Obrador no lo hizo. De hecho, ese mismo día emprendió una gira por Sinaloa. Durante un recorrido a pie se acercó a la camioneta donde viajaba una adorable anciana de noventaiún años: Consuelo Loera, madre del Chapo Guzmán. El presidente le dio la mano y la saludó con cordialidad. 

Además de ignorar los consejos de la OMS sobre la distancia social, se trata de dos personas de grupos vulnerables: el presidente tiene sesenta y seis años y afecciones cardiacas, mientras que la madre del Chapo es nonagenaria. Y no solo por sus edades deberían haber mantenido la distancia social. La gira deparó más sorpresas: tras despedirse de doña Consuelo se le acercó el abogado de Ovidio (hijo del Chapo Guzmán, que fue capturado hace un año y liberado cuando sus sicarios tomaron Culiacán) para “comentarle un asunto”. La escena dejó perplejos a los mexicanos, más aún cuando repararon en la fecha: ese día, el 29 de marzo, es el cumpleaños de Ovidio. 
 

 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #269

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