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¡No es nuestra guerra! Colombia debe legalizar la hoja de coca

Colombia ganó su independencia de España hace más de dos siglos, declarando su derecho soberano a comerciar los frutos de sus cultivos con cualquier país. La pregunta que nos hacemos ahora es, ¿por qué se ha permitido que Estados Unidos, en su intento fallido de controlar el comercio mundial de cocaína durante el último medio siglo, pisotee el derecho de Colombia a cultivar y comercializar coca? 

Mientras Colombia celebra su independencia como pueblo, no debe olvidar legalizar su cultivo nativo, la hoja de coca, para la exportación global. La legalización creará empleos bien remunerados y asestará un golpe devastador a los cárteles que se han beneficiado de décadas de políticas estadounidenses fallidas contra las drogas. Hay que repetir una vez más que la guerra contra la coca no es nuestra guerra. Es una guerra contra nuestras comunidades a la que debemos oponernos.

Uruguay, México, Canadá y casi cuatro de cada cinco estados de EE UU, así como decenas de otros países, al legalizar el cannabis han violado los mismos tratados internacionales que prohíben la hoja de coca. Al legalizar este alimento básico y cultural del pueblo colombiano, la hoja de coca, se estaría siguiendo los pasos del movimiento cannábico mundial en su desafío a estas leyes internacionales injustas. Las agencias de inteligencia de los EE UU ha usado estas leyes que prohíben la hoja de coca como una forma de control sobre otros territorios ajenos a su jurisdicción. Pero la comunidad internacional y también el pueblo estadounidense reconocen hoy que una guerra contra la naturaleza es simplemente imposible de ganar.

Un momento crucial

Existe hoy un creciente interés mundial en la hoja de coca como producto. La legalización de la hoja de coca para la exportación creará decenas de miles de empleos bien remunerados para nuestros vecinos de Colombia, no solo en relación al cultivo sino también en la distribución y comercialización de productos de coca como el té. Los mercados de bebidas de más rápido crecimiento en el mundo son las bebidas estimulantes, que incluyen refrescos, café y bebidas energéticas como la yerba mate. Al comercializar los tés y bebidas de coca como una alternativa saludable y culturalmente rica, podemos generar miles de millones de dólares en ganancias para los agricultores y otros gremios implicados.

Es posible que estemos en un momento crucial para el renacimiento de una industria mundial de productos de coca, y debemos aprovechar esta oportunidad. Recientemente, en medio de la compra de Twitter, el multimillonario empresario Elon Musk planteó la idea de “comprar Coca Cola para devolverle la cocaína”. Por divertido que sea, destaca cómo Coca Cola, la empresa de bebidas más grande del mundo, aún lleva el nombre de un cultivo originario de las tierras colombianas y recibe una exención legal del Gobierno de los Estados Unidos para incluir la hoja de coca en sus productos. Es absurdo argumentar que otras empresas de bebidas no deberían disfrutar del mismo privilegio una vez que se declare el derecho soberano de Colombia a la exportación de esta planta.

Estamos hablando de enormes ingresos que podrían ayudar al desarrollo de una nueva Colombia que deje atrás la violencia. El director del sistema tributario y aduanero de Colombia, Luis Carlos Reyes, predice que la legalización de la coca generaría cientos de millones en ingresos que pueden usarse para ayudar a los colombianos. También se ahorraría el desperdicio de dinero y de vidas que supone librar una guerra en su propio país. Bajo la dirección de los Estados Unidos, Colombia gasta actualmente casi siete mil millones de dólares al año en la “Guerra contra las Drogas”, guerra que incluye realizar redadas y quemar y rociar manualmente con pesticidas los campos de coca. Esta es una cantidad similar a lo que el Estado se gasta en educación o salud. Introduzcamos de una vez a las casi 200.000 familias colombianas que cultivan coca en un marco legal en el que sean tratados como trabajadores y vecinos dignos, en lugar de como delincuentes.

Una declaración de soberanía

¡No es nuestra guerra! Colombia debe legalizar la hoja de coca

La legalización de la coca como declaración de soberanía empoderará a otras naciones para decidir el mejor camino a seguir con este producto. Una opción que se ha propuesto es legalizar las hojas de coca para la exportación, simplificando el papel de Colombia en la cadena de suministro y permitiendo que sean los países importadores quienes las transformen en cocaína, si así lo deciden. Se podría así establecer controles de exportación dependiendo del mercado de destino. Si Suiza, por ejemplo, legalizara la cocaína, simplemente le bastaría con procesar las hojas importadas, y, al hacerlo en su país, ya no sería problema de Colombia. Después de todo, a Colombia no tiene porque corresponderle pelear sola, en nombre del resto de países, para acabar con la “guerra contra las drogas”. Cada país debe hacerse cargo de que sus leyes sean justas y es tarea de todos que el marco legislativo y las organizaciones internacionales respeten las decisiones soberanas de sus miembros.

La legalización también asestaría un golpe devastador a los cárteles de la droga que han perturbado la paz de Colombia durante mucho tiempo, en un momento en el que se encuentran debilitados. A pesar de que cientos de países prohibieron hace décadas su venta, distribución y uso, la oferta mundial de cocaína está en máximos históricos y el precio en mínimos históricos. Según los expertos, la producción de la planta de coca ahora se ha trasladado a Honduras y, posiblemente, también a la República Democrática del Congo, en el continente africano. Esto significa que los narcotraficantes que operan dentro de las fronteras colombianas están cada vez más amenazados por la creciente competencia internacional de otros países.

Al permitir que las fincas colombianas exporten legalmente la hoja de coca con empresas internacionales, los cárteles enfrentarán una competencia aun más dura en sus cadenas de suministro. Las compañías globales, si cuentan con la posibilidad de comprar la cosecha de coca para productos que no sean cocaína, harán que suba el precio de la materia prima, lo que rebajará sustancialmente los márgenes de ganancia de los proveedores ilegales de cocaína. Lo cual significa menos ganancias para los narcos.

Muchos colombianos han probado el té de coca o han masticado las hojas y han descubierto que la planta es beneficiosa para su salud y relativamente inofensiva. No es descartable que otras muchas personas en todo el mundo que usan hoy cocaína decidieran sustituirla por la hoja de coca como estimulante, si fuera legal, ya que es bastante más suave. De esta forma la legalización de la coca también reduciría la demanda del tráfico de cocaína. Esta posibilidad demostraría la evidencia, ya observada en otros contextos y con otras drogas, de que la prohibición da lugar a mercados que ofrecen la versión más poderosa de una sustancia para compensar los riesgos legales de su contrabando. Que Colombia legalice la hoja de coca inspirará a nivel mundial más investigaciones sobre la salud, así como animará a más personas a dirigirse con franqueza a sus médicos respecto al uso que hagan de la sustancia.

Una guerra contra todos los pueblos

El pueblo de Colombia debe estar orgulloso de su soberanía y sabe que las instituciones de su Estado deben servir al pueblo de Colombia, no a los Estados Unidos. Al declarar su independencia de la prohibición tiránica de su cultivo nativo, Colombia podrá continuar recuperándose de décadas de guerras que se han librado contra su pueblo, dentro de sus fronteras y en nombre de otras naciones. El golpe para los narcos será devastador y si Estados Unidos reacciona con sanciones se verá obligado a defender en el escenario global las hipócritas exenciones para su corporación de Coca Cola.

Como la democracia más antigua de América, Colombia siempre ha inspirado a sus países vecinos en el ejercicio de la independencia y soberanía. Al igual que inspiró en su día movimientos de liberación en toda América del Sur cuando desafió a España, hoy el desafío consiste en elevar el perfil mundial de una humilde planta, la coca, legalizándola para su exportación. De hacerlo, serán muchas más las oportunidades para nuestra gente que las posibles pérdidas. La guerra contra la coca es una guerra contra el pueblo colombiano, contra todos los pueblos.

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #311

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