En 1961 se aprobó la Convención Única de Estupefacientes de la ONU por la que se prohibió el comercio y uso no medicinal de cannabis, hoja de coca y opio en todo el mundo. La firmaron hasta los países en los que existía un uso tradicional de esas plantas, como es el caso de Bolivia, en donde la hoja de la coca se mastica y consume de forma tradicional desde hace siglos. Pero en 2011 Bolivia decidió dejar de apoyar la penalización de la hoja de coca y puso en práctica una estrategia inédita hasta la fecha para conseguirlo. El Estado de Bolivia se retiró de la Convención y unos meses más tarde pidió ser readmitida con una reserva sobre la coca que reconociese y permitiese el uso tradicional de la hoja de coca en su territorio.
La petición de Bolivia fue aceptada por 168 de los 183 países que formaban parte de la Convención, y sólo 15 países presentaron objeciones, entre los que se encontraban Países Bajos, Alemania, Portugal, Irlanda, Reino Unido, México y EE UU. Ahora uno de esos países ha decidido rectificar su posición de entonces y ha retirado formalmente su objeción. Con este gesto Países Bajos reconoce el derecho de Bolivia a permitir el uso de la hoja de coca en su territorio, un movimiento que México también realizó en 2018. Bolivia fue el primer país de todos los firmantes de la Convención Única que decidió retirarse de la misma, aunque fuese de forma temporal para volver a entrar con reservas. A día de hoy aún hay 13 países que mantienen sus objeciones a la reincorporación de Bolivia.
Para reivindicar el derecho a usar la hoja de coca y pedir su despenalización internacional, este año el vicepresidente de Bolivia anunció ante la Comisión de Estupefacientes de la ONU que su Gobierno iniciará un procedimiento para acabar con la prohibición internacional de la hoja de coca, pidiendo a la Organización Mundial de la Salud una revisión sobre las propiedades de la coca con la intención de que su informe sirva para recomendar su reclasificación en las listas de drogas prohibidas internacionalmente.
