El pasado abril unas setecientas personas de treinta y dos nacionalidades distintas nos reunimos en Berlín para celebrar la primera edición en Europa de la International Cannabis Business Conference (ICBC). Un evento que reúne a inversores, empresarios y emprendedores –principalmente americanos y canadienses–, en el que se comparten las últimas novedades y tendencias en el ámbito de los negocios cannábicos.
La ICBC lleva apenas dos o tres años de recorrido, pero ya se ha erigido como un referente para aquellos atraídos por la fiebre verde. Es el único evento de este tipo que a lo largo del año se repite hasta cuatro veces en distintos sitios del mundo: San Francisco, Vancouver, Hawái, Las Vegas… Alex Rogers, el personaje que creó esta idea, se presenta como uno de los activistas que ya en la década de los noventa luchaba por la legalización en California, junto al mítico Jack Herer. El tipo es un verdadero fenómeno, cumple todos los requisitos del sueño americano y tiene un papel omnipresente a lo largo de la conferencia. Fue él mismo quien me invitó a dar una charla sobre las políticas del cannabis en el Estado español en una mesa con otros ponentes de Israel, Canadá y Croacia. Show must go on!
Coctel de bienvenida
El primer acto público de la ICBC fue un coctel patrocinado por una famosa marca canadiense. La sala estaba abarrotada, el mismo Alex Rogers recibía uno por uno a los asistentes al evento –calculamos que unas quinientas personas–, y el hecho es que no entraba cualquiera, había que pagar por asistir a los eventos sociales. En ese momento empecé a captar la dimensión del evento. Esas quinientas personas habían pagado unos setecientos euros por estar allí. Uno ya lleva unos años de rodaje por el mundo de las conferencias cannábicas, y la realidad es que normalmente no asiste ni el tato…, y eso que son ¡gratis!
El plato fuerte del coctel no era la deliciosa cerveza berlinesa sino el speech de Tommy Chong. Un actor icónico, no por la calidad de su interpretación, sino por encarnar la figura del hippy fumeta en las comedias de Cheech & Chong –género stoner comedy– durante la década de los setenta y ochenta. Actualmente dirige una empresa de productos cannábicos (chongschoice.com).
Ay, mami, ¿qué será lo que tiene el negro?
El viernes a las nueve de la mañana la sala verde del enorme Hotel Maritim, a cinco minutos a pie de la Puerta de Brandeburgo, rebosaba de euforia. Alex nos contó que la recién aprobada ley de regulación del mercado del cannabis medicinal en Alemania tiene muchos paralelismos con el modelo canadiense, es decir, muchas oportunidades para las grandes empresas y ninguna para los cultivadores con pocos recursos. Es más, no solo es probable que esas grandes empresas acaben siendo las que ya reinan en Estados Unidos y Canadá, es que la primera que ha conseguido una licencia fue creada por un alemán pero ya ha sido comprada por los canadienses.
Nadie se acordará de nosotras cuando hayamos muerto
Llegó el turno de la mesa en la que me tocaba hablar. Las charlas sobre Israel y Canadá despertaron la libido del auditorio, business opportunities. El panorama en Croacia y España, todo lo contrario. Al acabar la mesa se me acercaron tres personas, todas ellas se resistían a creer que en la piel de toro haya entre mil y mil doscientos clubes sociales de cannabis (CSC), y el marco legal sea el de las asociaciones sin ánimo de lucro. Me sentía raro tratando de dejar claro que los CSC no están para ganar dinero. ¿Por qué será?
Confieso mi admiración por todas las personas que han arriesgado su libertad por denunciar y cambiar las leyes de acceso al cannabis en España, muchos y muchas han pagado y siguen pagando un coste personal y familiar muy alto por ello. Digo esto porque el segundo momento revelador en Berlín fue ese: cuando me di cuenta de que llegará un día en que vendrán los hombres con trajes elegantes y billeteras llenas y se repartirán el pastel sin dejar ni las migajas a los activistas y personas comprometidas con los derechos de los más desfavorecidos.
Érase un hombre a una camilla pegado
Lo más interesante del día fue la participación del doctor Franjo Grotenhermen. Os recomiendo guglear al tipo. En el 2000 fundó la mítica International Association for Cannabinoid Medicines, IACM (cannabis-med.org). Sin duda, la web de referencia sobre cannabis y medicina e impulsores de la más que recomendable y necesaria Declaración de derechos humanos por el acceso al cannabis médico y a los cannabinoides. El mensaje de Franjo opera en dos planos: es una eminencia en la investigación con cannabinoides (sistema endocannabinoide) y, por otro lado, impulsa lo que él llama el sistema exocannabinoide. Este sistema comprende a toda la red de personas y colectivos que defienden un mejor entendimiento del rol del cannabis como medicina: pacientes, médicos, activistas, familiares, etc. Lo más insólito del doctor es que hace más de treinta años que vive en horizontal. Sufre una enfermedad rara que le impide estar de pie. Esto conlleva que dos personas le transporten en camilla y que, por ejemplo, dé sus charlas magistrales en una posición tan inverosímil que solo puedes procesar la información que imparte si has ingerido altas dosis de THC. No todos los héroes llevan capa.
Fin del primer acto
Por la tarde conocimos los últimos avances en el mundo de las tecnologías para las extracciones. A día de hoy, la I+D cannábica se asimila al trabajo con tantas otras plantas sometidas a tratamientos en laboratorio para extraer sus componentes medicinales, sus perfumes o sus sabores. Me resulta revelador comprender que la condición de posibilidad de esta realidad está estrechamente ligada al hecho de que durante quince años en Estados Unidos las leyes solamente permitían el cannabis medicinal, y eso derivó en una práctica en la que el objetivo era la búsqueda de materiales para vaporizar, ya que la combustión y los humos restan legitimidad al producto (ergo, al negocio).
Congressman Rohrabacher
El mismísimo legislador republicano de California, Dana Rohrabacher, que una semana antes la había liado parda en su paso por Cataluña al declararse a favor del referéndum por la independencia, fue el encargado de hacer la apertura al segundo día de conferencias. Es conocido por defender la legalización y cuenta con una larga trayectoria de defensa de las libertades. Al acabar su charla alguien le hizo llegar una gorra, tipo Trump, en la que se podía leer: “Make Cannabis Great Again!”.
Hacia dónde van los dineros
Siguieron varias exposiciones interesantes de experiencias sobre cómo hacer lobby y abrir mercado, especialmente las de los alemanes Georg Wurth (antiguo miembro del Partido Verde alemán) y Pierre Debs, el biólogo que ha conseguido la primera licencia para cultivo de cannabis medicinal.
No podía faltar una mesa dedicada a cómo influir en los medios de comunicación, en la que brilló la fotógrafa Ophelia Chong, fundadora del banco de imágenes StockPot Images (stockpotimages.com). Se trata de un recurso que está sirviendo para dar una nueva cara al mundo del cannabis. Miles de personas y empresas buscan allí cómo adaptar su imagen para conquistar nuevas cuotas de mercado. Justamente, ese fue el tema de la siguiente discusión. Una vez los americanos se han dado cuenta de lo brutal que es la competencia en el mercado de la marihuana (la suerte que tenemos que sea una planta tan agradecida y relativamente fácil de cultivar), ahora el reto es cómo presentar tus productos para diferenciarte del resto; todo es packaging, como sabemos.
Una de las pocas mesas en la que se respiró derrotismo fue la dedicada a la evolución de las genéticas y su explotación comercial. Especialmente mordaz fue Alan Dronkers, de Sensi Seeds, al defender la libertad para cultivar y la necesidad de mantener la gran variedad de genéticas en constante evolución ante una potencial regulación que solo defienda unas pocas genéticas y patentes de las mismas. Muy significativo fue que en esa mesa se presentó a Monsanto (ahora propiedad de Bayer) como al demonio que acecha a los empresarios del sector. La última mesa del día se dedicó a las grandes posibilidades de negocio que ofrece la importación y exportación de cannabis entre países.
Un pasito pa’lante, María
Me resultó una experiencia muy ilustrativa pisar la ICBC. Es un espacio poco fértil para investigadores, activistas o cultivadores. No place for non-profit. Se trata de un evento por y para los empresarios. Eso ya es una realidad, y el reto será cómo integrarla en nuestras estrategias antes de que nos pase por encima. Lo cierto es que en el Estado español todavía estamos lejos de que el discurso sobre el cannabis lo protagonicen los empresarios. También es cierto que podemos aprender mucho de la forma de comunicar y hacer atractivas las conferencias sobre cannabis mirando el modelo de la ICBC. Para aquellos que quieran más, la mayoría de las charlas ya están en YouTube.