El Gobierno alemán, siguiendo el acuerdo de coalición, ha dado luz verde al proyecto de ley para legalizar el consumo y la posesión de cannabis. Al implementar este proyecto, el Gobierno federal ha tenido en cuenta el marco jurídico internacional, declarando que la regulación del uso de cannabis estará bajo estrictas condiciones de control estatal, tanto en lo que respecta al cultivo como a la distribución y el consumo. Lo que se pretende es controlar la calidad evitando la adulteración y garantizando lo mejor posible la protección de los menores y la salud de los consumidores, así como combatir el tráfico ilegal de cannabis, un proyecto compatible con el propósito y los requisitos legales de las convenciones de la ONU.
Conscientes de la importancia de una coordinación estrecha y transparente con los socios europeos, el Gobierno alemán se esforzará en promover su punto de vista, facilitando que la iniciativa pueda ser implementada por un número suficiente de Estados miembros de la UE. Será importante que estos países sigan el enfoque interpretativo de Alemania para minimizar el riesgo de procedimientos de infracción o demandas de responsabilidad estatal.
El proyecto de ley prevé que los mayores de 18 años puedan tener hasta tres plantas en su casa y cuenten con la alternativa de acceder al cannabis a través de asociaciones creadas para este fin. Otro país más que regula el modelo de Club Social de Cannabis (CSC), un modelo ideado en España hace ya 25 años y que, entre nuestras fronteras, vive desde hace tiempo en un limbo jurídico. Alemania sitúa un máximo de 500 miembros por club, lo que hará factible económicamente el funcionamiento del modelo. Las asociaciones sin ánimo de lucro podrán cultivar colectivamente cannabis con fines recreativos y suministrarlo a los socios para su propio consumo bajo un marco legal estrecho y claramente definido. La distribución de la cosecha, por tanto, solo está permitida entre los miembros del club, con un máximo de 25 gramos de cannabis por día y un máximo de 50 gramos por mes. La dispensación irá acompañada de información sobre el producto: variedad, contenido medio de THC y de otros cannabinoides como el CBD, dosificación y aplicación, así como riesgos de consumo.
La normativa tiene algunas incongruencias que se intentarán resolver en el trámite parlamentario, como la de querer prohibir el consumo en los locales de las asociaciones. Lo que sí se permitirá es el consumo en la calle, pero con restricciones de horario en zonas peatonales.
Y en paralelo se lanzará una campaña de concienciación a gran escala para alertar de los peligros del consumo de THC en menores y en adolescentes, y se ampliarán los correspondientes programas de prevención. La participación en programas de intervención temprana y prevención será obligatoria para menores de edad si poseen o consumen cannabis.
Cuando hayan pasado cuatro años, se llevará a cabo una evaluación de lo conseguido con vistas a dar el siguiente paso en la regulación, con empresas que se hagan cargo de la producción, venta y distribución en tiendas especializadas en las que los adultos puedan comprar cannabis recreativo en un marco autorizado y controlado por el Estado. El sueño de la regulación hecho realidad, ¿quién dice que no se puede?