Como el mundo parece acabarse todos los días, asistir a Spannabis y ver el buen estado de salud del sector cannábico resultó una agradable sorpresa. La impresión repetida era que habíamos retrocedido en una máquina del tiempo seis o siete años atrás. ¡Cuánta gente en la Fira de Cornellá! Que no hubiera mascarillas, que las masas de asistentes rompieran con la imposición pandémica de la distancia entre personas y que en el encuentro con amigos proliferaran los apretones de manos y los besos generó la sensación de que, ahora sí, había vuelto la normalidad. “¡Este año hasta he follado!”, le dijo a este periodista un viejo conocido del sector, pocas horas antes del cierre, la tarde del domingo. “Eso sí que es raro”, le contesté, “Es que yo todavía soy joven”, dijo el afortunado.
La vuelta a la normalidad, no solo en el caso del juvenil galán –capaz de cumplir con las exigencias físicas de una copulación sin flaquear en el esfuerzo desmedido de trabajar en una feria– sino de todo el sector cannábico, es la vuelta a una situación extraordinaria. “Si lo piensas, es increíble que todo esto haya surgido alrededor de una planta prohibida”, reflexionaba otro amigo, Nacho, viendo las aglomeraciones que se producían en los pasillos el mismísimo viernes por la tarde. Era su segunda Spannabis, y, después de la deslucida edición anterior, deslucida por las lluvias, esta le parecía deslumbrante. El sol y el buen tiempo han sido factores importantes, pero también la evidencia de que el sector sigue adelante, de que pase lo que pase con el cannabis medicinal, de que tarde lo que tarde en llegar la regulación integral, el ocio y el negocio cannábicos gozan de buena salud y progresan adecuadamente. ¡Esto no hay quien lo pare!
Cifras y letras
Los organizadores no han dudado en calificar esta edición de la feria como la más grande hasta la fecha de las diecinueve que han sido. Las cifras lo atestiguan: más de 500 empresas –bancos de semillas, grow-shops, laboratorios, compañías que apuestan por el CBD, productos de cáñamo, etc.– , más de 5.000 profesionales acreditados, un total de 2.400 trabajadores –300 propios de la organización– y más de 25.000 personas de 50 nacionalidades diferentes. No sé cómo se calculan estas cosas, pero en la nota de prensa aseguran que, en estos tres días, la celebración de la Spannabis ha dejado más de 8 millones de euros de beneficio directos para la ciudad de Cornellá.
Otra de las grandes sorpresas que se llevó este humilde corresponsal fue comprobar que al menos una de las charlas organizadas en paralelo a la feria tuvo un aforo casi completo. Se trataba de dos conferencias en una, por un lado, la del psicólogo y doctor en Farmacología y actual director científico de ICEERS José Carlos Bouso, que trató “Del cannabis a los psiquedélicos: cuestiones farmacológicas, terapéuticas, culturales y legales”, y, por otro, la del psicólogo y máster en Neurociencias y experto en cannabinoides Alberto Sainz, que intentó responder a la pregunta de si “¿Puede realmente el CBD reducir los efectos del THC?”.
"Lo que está claro es que el apocalipsis no ha llegado, ni llegará, al mundo del cannabis, así que, aunque la regulación tarde, seguiremos avanzando"
Las charlas, en este tipo de eventos feriales, suelen estar siempre medio vacías y las Word Cannabis Conferences que acompañan la celebración de Spannabis no suelen ser una excepción. Y, sin embargo, Bouso y Sainz, despertaron el interés suficiente para reunir el sábado, de tres a cuatro de la tarde, a unas quinientas personas. Yo llegué a la mitad, cuando estaba Sainz revisando los estudios científicos que habían puesto en duda que el CBD equilibrase los efectos psicoactivos del THC. La endeblez y limitaciones de dichos estudios servían para concluir que el CBD sí contrarresta los efectos del THC, en palabras de Albert Sainz: “El feedback de los consumidores es que hay una reducción de los efectos. Si además hay una empresa farmacéutica que ha desarrollado un fármaco, porque ellos también creen que el CBD reduce los efectos del THC, y si preguntamos a los médicos de las clínicas que trabajan con cannabis y la mayoría nos dice que el CBD contrarresta los efectos del THC, porque a los pacientes cuando les dan THC es mucho más fácil que lidien con ello si les dan CBD, ¿por qué ponerlo en duda? En fin, yo creo que la respuesta es clara, teniendo en cuenta además las limitaciones de los estudios que he citado”. Eso sí, Sainz dijo que había que seguir investigando y que una limitación común en las investigaciones es la falta de estudio del papel de los terpenos, que afectan a los efectos del THC y del CBD en el cerebro. ¡Cuánto queda por descubrir sobre nuestra querida planta!
Mientras algunos políticos como Jorge Moruno o Lucía Muñoz debatían sobre regulación en la siguiente conferencia, con bastante menos público que la anterior, Las Hijas de la Cumbia deleitaban en el patio al personal, con su ritmo y sus letras, que lo mismo exaltan el poder chamánico de la madre natura que se ríen del jipi de derechas que en su furgoneta camperizada va por el mundo contaminando los espacios naturales.
La novedad del HHC
El descubrimiento, la novedad de esta edición, fue el HHC. De pronto venían algunos diciendo que se trata de un cannabinoide con efectos parecidos al THC pero que no puede ser detectado por los test antidrogas ni está fiscalizado y, por tanto, de momento, es legal. Me fui rápidamente a visitar un estand en el que vendían cogollos y distintas variedades de HHC. Se trata de una empresa francesa, HHC Farmers, y no daban abasto vendiendo un surtido selecto de cogollos y extracciones. En su web aclaran algunas dudas sobre el hexaidrocannabinol, “un cannabinoide extraído de la planta de cáñamo. A diferencia del CBD, apreciado por sus efectos terapéuticos y su suavidad, el HHC está reservado para los seguidores de los efectos potentes. La molécula de hexahidrocannabinol relaja intensamente el cuerpo y tiene una acción estimulante para el pensamiento. Su propensión a euforizar la mente es generalmente muy apreciada por los consumidores”.
Eso sí, aunque es legal, los efectos hacen “desaconsejable consumir HHC antes de conducir, trabajar, manipular máquinas, vigilar a los niños o en caso de embarazo”, y también advierten de que probablemente su consumo “desencadene un positivo en las pruebas salivales”.
No contento con la información de la empresa francesa, sin duda mezclada con sus legítimos intereses comerciales, me fui al puesto de Energy Control, donde Iván Espinoza me dijo que habían recogido muchas muestras de cogollos con HHC, pero que hasta que no lo analizaran no podía decirme mucho, salvo que unos amigos suyos lo habían probado y que el efecto que habían sentido no era otro que dolor de cabeza.
En el estand de Canna, donde también habían recogido muchas muestras para su análisis, Iñaki García, el hombre al cargo durante muchos años del laboratorio de la Fundación Canna, fue más concreto: “El HHC, desde el punto de vista técnico, es un THC hidrogenado, como la margarina, que es un aceite hidrogenado, un aceite saturado. En la planta se puede encontrar, pero en cantidades muy ridículas. El HHC que estamos viendo es obtenido mediante una síntesis química, a partir del THC, que es un producto natural, pero mediante una síntesis química. Para mí el HHC es más sintético que natural. El entusiasmo que hay ahora es porque no está en la lista de sustancias fiscalizadas y se puede vender, hasta que las autoridades lo prohíban. Son, en todo caso, cogollos de CBD impregnados por HHC. A ver qué información nos dan los análisis que hagamos de las muestras recogidas”.
Lo que está claro es que estamos en el comienzo de la revolución cannábica y el futuro nos seguirá deparando muchas sorpresas. De momento, los organizadores de la Spannabis pretenden ampliar el espacio expositivo para su próxima edición, la vigésima, ya confirmada. Lo que está claro es que el apocalipsis no ha llegado, ni llegará, al mundo del cannabis, así que, aunque la regulación tarde, seguiremos avanzando. Nos vemos el año que viene, esto no hay quien lo pare.