El informe, presentado a mediados de julio, también recoge un incremento en el miedo a perder el empleo, o a no encontrar uno nuevo en el caso de las personas en paro. “En casi todos los análisis, aquellas personas cuyos salarios son más bajos y no cubren las necesidades básicas arrojan peores datos”, explicó el secretario general de CC.OO., Unai Sordo, en declaraciones recogidas por El Periódico.
El informe ha sido elaborado a partir de una encuesta en la que han participado 20.328 sujetos. El 21,4 % de los encuestados reconoció usar tranquilizantes o somníferos. Más de la mitad de estos (el 12%) son nuevos consumidores, y de los que ya consumían antes de la pandemia un tercio ha aumentado la dosis o se ha pasado a un fármaco de mayor potencia. El consumo total fue superior en mujeres (27,4 % frente a 15,9 % en hombres), así como el porcentaje de nuevas consumidoras (15,4 % frente a 8,8 %).
Los que más consumen son las personas con más de 49 años, pero los jóvenes son los que más han aumentado su consumo como consecuencia de la pandemia (pasando del 4,7 % al 11,9 %). Según el informe las personas cuyo salario no permite cubrir las necesidades básicas del hogar consumen más tranquilizantes y somníferos que las que sí pueden cubrirlas.