La operación, bautizada como "Oyamel", implicó registros en Madrid, Ávila, Bilbao, Valencia y Toledo. Las autoridades desarticularon una estructura criminal transnacional dedicada al tráfico de cocaína y anfetamina hacia Europa. La droga, enviada desde Costa Rica oculta en maquinaria industrial de gran tonelaje, era almacenada en zonas rurales de la Sierra madrileña y en fincas de Ávila, antes de su distribución a otros países europeos, como Italia.
En total se incautaron 1.870 kilos de cocaína, 375 kilos de anfetamina, 275.000 euros en efectivo, criptomonedas equivalentes a 15.000 dólares, tres armas cortas, 15 vehículos y varios kilos de plata. El operativo fue coordinado con la DEA de EE UU y autoridades de Países Bajos, reflejando el grado de internacionalización tanto del crimen organizado como de las respuestas estatales.
Entre las personas detenidas figuran ciudadanos españoles, mexicanos, colombianos e italianos. Destacan un empresario español encargado de la logística y el blanqueo mediante sociedades mercantiles, y varias figuras señaladas como prioritarias por la DEA. La conexión con la camorra napolitana muestra la interacción creciente entre redes criminales latinoamericanas y europeas.
Más allá del aspecto operativo, la investigación reveló que los integrantes de la "oficina" tenían gustos por las boinas tipo Peaky Blinders y utilizaban rituales de santería para "proteger" cargamentos, un rasgo de la narcocultura donde la estética criminal combina referentes culturales y creencias religiosas.
El golpe al CJNG ocurre en un contexto de sobreoferta de cocaína en Europa y aumento sostenido de la violencia relacionada con su mercado. Informes recientes indican que la cocaína es la segunda sustancia psicoactiva más consumida en el continente, tras el cannabis, con puertos clave en España, Bélgica y Países Bajos.
La desarticulación de esta "oficina" del CJNG en España expone las consecuencias de un modelo prohibicionista que no elimina el mercado, sino que lo hace más violento y opaco. Mientras persista la apuesta por la represión sin regulación ni transparencia, nuevas estructuras criminales seguirán encontrando su lugar en el mapa europeo.