El envejecimiento de la población europea trae consigo un fenómeno pocas veces discutido y que tiene relación con el uso de drogas en la tercera edad. Un estudio citado por El Periódico señala que los baby boomers, una cohorte que en su juventud estuvo más expuesta a la experimentación con sustancias, está llegando a la vejez sin abandonar ciertos patrones de consumo. Esto incluye alcohol, cannabis en menor medida y, de forma destacada, el uso prolongado de benzodiacepinas y otros fármacos para el insomnio y la ansiedad.
El problema no se limita a la ingesta puntual. El informe advierte que la combinación de alcohol con medicamentos recetados potencia riesgos de caídas, deterioro cognitivo y complicaciones cardiovasculares. Además, se observa un aumento de conductas de riesgo en materia sexual, asociadas al consumo de sustancias, lo que expone a una población envejecida a infecciones de transmisión sexual que tradicionalmente no se vinculaban a estas edades.
Las instituciones sanitarias insisten en que se trata de un nuevo escenario donde, por un lado, se tendrán que adaptar los programas de reducción de daños y prevención al colectivo de personas mayores y, por otro, repensar la respuesta asistencial. El paradigma prohibicionista, centrado en la juventud y la criminalización, invisibiliza la realidad de los mayores que también consumen sustancias.
El fenómeno refleja un cambio cultural. Si en décadas pasadas el consumo de drogas se asociaba sobre todo a la rebeldía juvenil, hoy los datos muestran que el hábito acompaña a generaciones a lo largo de su vida. Esto obliga a revisar estereotipos y a reconocer que las políticas de drogas deben considerar también a la vejez como un escenario clave.
El aumento del consumo de drogas entre los baby boomers plantea un desafío que va más allá de lo asistencial, ya que revela cómo la prohibición ha fracasado en anticipar el uso de sustancias a lo largo de la vida. Frente a este complejo escenario un enfoque de salud pública, reducción de daños y respeto a los derechos puede ser el camino más lógico para lograr respuestas efectivas y dignas.