Varias noticias publicadas en medios españoles durante las últimas semanas han creado una sensación de alarma sobre un supuesto aumento del consumo de fentanilo en España, poniendo como ejemplo la crisis de muertes por sobredosis que ocurre en Canadá y EE UU desde hace unos años. Pero no hay evidencias de que en España haya aumentado el consumo ni de que exista un riesgo de que se produzca una epidemia de adicciones como la del continente norteamericano, tal como han señalado los expertos de la ong Energy Control en base a los datos y las evidencias disponibles.
En un comunicado publicado la semana pasada, Energy Control ha puesto a disposición de los medios los datos españoles referentes al consumo de esta sustancia, poniendo de relieve que tan solo el 2% de la población española entre 15 y 64 años lo habría consumido alguna vez en la vida, en la práctica mayoría de casos por indicación médica. El fentanilo, un derivado opioide de gran potencia, se receta en España y otros muchos países en casos de dolor agudo o crónico, y para personas que han tenido que someterse a cirugías dolorosas. “Tan solo el 1,5% de la población española entre 15 y 64 años reconoce haber consumido analgésicos opioides, en su conjunto, sin prescripción médica, y un 0,6% reconoce haberlo hecho en los últimos doce meses”, apunta el comunicado.
Además, el contexto español no tiene nada que ver con el de EE UU y Canadá, recuerdan desde Energy Control. En esos países las muertes por sobredosis se cuentan por decenas de miles cada año (ya hace dos años que EE UU ha superado la cifra de las 100.000 muertes anuales), y la crisis de adicción a esta sustancia tiene mucho que ver con particularidades de su propio contexto.
Desde Energy Control advierten que las noticias sensacionalistas sobre el tema crean mucha confusión y aumentan la estigmatización de los consumidores de drogas, lo que dificulta el abordaje de los problemas asociados con el consumo de esta y otras drogas. El comunicado critica específicamente el uso de la palabra “zombie” para referirse a esta u otras drogas o a sus consumidores. “Se trata de un término que contribuye a la estigmatización de las personas que consumen sustancias psicoactivas, que pone el foco en algunos de los efectos de las mismas, que desplaza la atención de aspectos más importantes como su situación de sinhogarismo, la falta de oportunidades o de atención médica. Por tanto, consideramos que su uso debe evitarse y sustituirse por una descripción objetiva y sin valoraciones de la sustancia de la que se trate”, afirma el comunicado.