Christiania, el barrio autónomo y autogobernado de Copenhague, en Dinamarca, tiene muchos símbolos distintivos que representan su historia. Uno de los más emblemáticos ha desaparecido: finalmente, el mercado de cannabis que era tolerado por las autoridades locales fue cerrado debido a la creciente violencia relacionada con pandillas externas a la comunidad.
La reivindicación de la legalización del cannabis ha estado presente en Christiania desde su fundación hace 52 años, cuando cientos de jóvenes impulsados por el espíritu del mayo francés tomaron 34 hectáreas pegadas a los canales de Copenhague para crear su propia comunidad autogestionada. Desde hace décadas funcionaba allí el mercado de Pusher Street, donde se podía comprar libremente cannabis y hachís. Pero esta venta consentida por los vecinos ha llegado a su fin.
Los vecinos de Christiania han dicho basta a la creciente ola de violencia en la zona tras el asesinato a balazos de un joven, en agosto del año pasado. Después del hecho, la asamblea local acordó pedirles a las autoridades de Copenhague que barrieran con Pusher Street, después de años de haber resistido las operaciones policiales para su clausura.
“La diferencia es que ahora es algo que viene de nosotros”, dijo Hulda Mader, una de las portavoces de la Asamblea de Christiania. “No queremos más violencia”, remató luego. El cierre definitivo de Pusher Street sucedió el primer fin de semana de abril, en un acto donde participaron los vecinos de la comunidad, el ministro de Justicia, Peter Hummelgaard, y la alcaldesa de Copenhague, Sophie Hæstorp Andersen. "Pusher Street debe morir para que Christiania pueda vivir", dijo Andersen.