No tires los tallos del cannabis, aún le puedes dar uso para hacerte un té. Claro que si no te gusta el té mejor circule, aquí no hay nada que ver.
Por lo general, a los tallos del cannabis no se les da uso. Sin embargo, si uno se detiene a cocinarlos un poco te puede salir un té infundido en THC que te salve la tarde. Veamos qué necesitas.
-Tallos (entre ¼ y ½ de una taza): deben estar desbrozados a ser posible.
-Agua (claro, ¡no vas a hacer el té con cerveza!).
-Filtro (te vale el de una cafetera, pero también cualquier otro).
-Algo que sirva para que se combine el cannabis con el agua: puede ser alcohol (de beber, idiota); ½ taza de grasa de leche de vaca o leche de coco o ½ cucharada de aceite o mantequilla.
Lo esencial es el componente que una las moléculas de THC con el agua sin que se pierda el efecto psicoactivo. El agua y el THC no se tragan entre ellos, así que necesitas grasa que permita sobrevivir al THC. Según el componente mantendrás la potencia o perderás un poco (se supone que la leche reduce el efecto pues no “engancha” tan bien las moléculas como otro tipo de grasa).
Pon el agua a hervir con tu agente que ate el cannabis (excepto si es alcohol porque al hervir el agua se perdería). Cuando esté hirviendo añádele añade los tallos. Debes remover de forma más o menos constante. A los diez minutos retira la tetera del fuego (si elegiste alcohol es momento de añadirlo). Cuela el líquido con el filtro y, ya está. Vamos, igual que si te haces un té normal pero un poco más complicado.
Solo te queda disfrutar de la poción mágica.