Desde hace algunas décadas se las considera públicamente como drogas peligrosas y su acceso está vetado por ley. Pero hace cosa de un siglo la cocaína y la heroína fueron dos fármacos de uso común. Hubo un tiempo en que estas y otras sustancias hoy prohibidas —como el opio, el cannabis o las anfetaminas— estaban a libre disposición de quien necesitara de sus efectos para paliar dolores, conseguir un poco de energía extra o tratar determinados síntomas.
Es cierto que hay algunas de estas que se siguen usando en farmacia, como ciertos derivados anfetamínicos, derivados sintéticos del opio o derivados del cannabis. Pero la oferta es limitada y las restricciones son muchas, mientras que antes bastaba con pedirlas a granel al boticario. Así lo explica el historiador Juan Carlos Usó en su libro Drogas y cultura de Masas: “En cualquier botica o farmacia española de 1900 podía accederse libremente a todas ellas, a precios razonables: heroína a 5 pesetas el gramo; cocaína, a 4 pesetas; morfina, a 3 pesetas; extracto de cannabis y de opio, a 1 peseta; opio en polvo, a 60 céntimos el gramo”.
Pero estas drogas también se podían comprar como parte de los muchos preparados de venta libre que las contenían. Había desde elixires hasta jarabes, píldoras o caramelos. Es fácil encontrar ejemplos de este tipo en internet, siendo especialmente populares las pastillas con cocaína para el dolor de garganta, o los jarabes con opio o heroína. Si no, echad un vistazo a estas imágenes de cajas de pastillas españolas y británicas de hace cosa de un siglo. Las más populares eran las que mezclaban cocaína con mentol, pero había hasta que combinaban la cocaína con desomorfina (esto es, heroína).