Jerry Martin, un hombre canadiense de 51 años de edad, se dispone a abrir la primera tienda de venta de drogas ilegales como la cocaína, la metanfetamina, la heroína o el crack en uno de los barrios de Vancouver con más problemas de adicciones y sobredosis de drogas. La tienda se llamará “Proyecto de suministro seguro” y en ella se ofrecerán las drogas analizadas previamente para asegurar que no tienen fentanilo, el potente opiáceo que ha causado la mayoría de muertes de la epidemia de sobredosis en Canadá y EE UU.
En la provincia de Columbia Británica, de la que Vancouver es la ciudad más poblada, las sobredosis por drogas son la principal causa de muerte no natural. Tan solo en septiembre murieron 171 personas por esta causa en la provincia. La crisis de sobredosis fue declarada una emergencia de salud pública en la provincia en 2016 y, desde entonces, más de 10.500 habitantes han muerto por esta causa. Según explica el diario Western Standard, una de esas muertes fue la del hermano de Jerry Martin.
“Esa es la razón principal por la que di un paso adelante, fue hace unos meses cuando lo encontré [muerto] debajo de un puente en Mission”, dijo Martin al Western Standard. El impulsor de la tienda de drogas ya había perdido a otro hermano en un brutal asesinato relacionado con las drogas. La intención de Martin no es promocionar ni extender el consumo ni la venta de drogas, sino crear un suministro de sustancias seguro para las personas adictas —analizando tres veces cada muestra para detectar presencia de fentanilo— y evitar así las muertes por adulteración.
Según explicó al diario, Martin fue adicto a drogas como el alcohol y la cocaína cuando era adolescente debido a haber crecido en un ambiente de pobreza y a haber sufrido abusos infantiles, lo que lo llevó a vivir muchos años en la calle. “La gente camina por la calle mirando a estas personas con disgusto, como si no fueran humanos. No merecer ser parte de su sociedad. Son canadienses como cualquier otra persona y creo que necesitan más ayuda que nadie”, dijo.
“Tanto el gobierno como la policía han pedido un suministro seguro, y nadie va a desempeñar ese papel durante al menos cinco años, así que voy a entrar y hacer esto tal y como lo hicimos con los dispensarios de cannabis que abrieron bajo un área [legal] gris durante años, antes de la legalización”, explicó.