Suponemos que ya habréis visto la imagen pero si os preguntásemos por quién es Derek Harris y por qué alguien acaba con cadena perpetua en Luisiana (EE.UU) por vender 0,69 gramos de maría, correcto, la mayor parte de vosotros diría “porque es negro”. A nadie se le escapa que este asunto tiene un componente racial demasiado evidente como para dejarlo pasar.
La historia es para no creérsela. Harris fue arrestado en 2008 por vender 0,69 gramos de marihuana a un agente encubierto. Por este presunto delito, un juez condenó inicialmente a Harris a una escandalosa pena de 15 años de prisión. La cosa no fue a mejor. Si ya 15 años resulta ofensivo imagínate si lo aumentamos a cadena perpetua.
En Luisiana existe una ley que permite los jueces modificar la sentencia de un criminal si este es un reincidente. EE.UU es un país democrático, pero este tipo de leyes hace que uno se cuestione seriamente qué clase de democracia es esta que permite a los jueces tener la capacidad de cambiar tu sentencia en mitad de su cumplimiento. De esta manera, un juez decidió que Harris pasaría de 15 años a cadena perpetua sin posibilidad de poder pedir la libertad condicional.
Por suerte para Harris (si es que podemos decir esto así), y después de pasar 10 años en la cárcel, las leyes de Luisiana han cambiado. Ha podido solicitar un perdón y la sentencia que tenía de por vida se ha conmutado por los años que ya ha cumplido en la cárcel. De esta forma, Harris ha salido de la cárcel y ahora es un hombre libre.
Que Harris haya sido liberado es una victoria (relativa) para el nuevo sistema que pretende ser de recibo en justicia social. También marca un precedente para todos los que están en una situación como la de este veterano: es posible apelar sentencias excesivas por casos que en la mayor parte de los países civilizados hubiesen sido solo una falta leve.