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Facebook, ¿qué te estás fumando?

Cada vez que accedes a la principal red social te inquiere sobre qué estás haciendo o qué estás pensando, pero la pregunta del millón es qué ronda la cabeza de sus gestores cuando censuran contenidos de los usuarios y clausuran perfiles, incluso de negocios cannábicos legales.    

Cada vez que accedes a la principal red social te inquiere sobre qué estás haciendo o qué estás pensando, pero la pregunta del millón es qué ronda la cabeza de sus gestores cuando censuran contenidos de los usuarios y clausuran perfiles, incluso de negocios cannábicos legales.    

“Todo el mundo merece acceso a Internet”, aseguraba Mark Zuckerberg en el pasado Mobile World Congress en Barcelona. En su anterior visita de 2015, el fundador de Facebook ya recitaba su supuesta voluntad de “dar al máximo número de personas la posibilidad de expresarse lo máximo que pueda”. Algo que contrasta con el masivo cierre de cuentas de usuarios ejecutado sin previo aviso ni más explicación que la de haber supuestamente “violado las condiciones y términos de servicio” de la red social. La libertad de expresión que predica Zuckerberg parece que debe someterse al puritanismo y la arbitrariedad de los censores de la compañía. Así lo indica la reciente cancelación del perfil de la escritora Luna Miguel cuando promocionaba su nuevo libro sobre la masturbación femenina –sin incluir ninguna imagen sexualmente gráfica–, las cuentas clausuradas por colgar obras de arte como El origen del mundo de Coubert –que sí muestra en todo su esplendor un coño, pero es una pintura de 1866 expuesta en un museo a ojos de cualquiera–, o la prohibición de cualquier fotografía que muestre pezones femeninos –hasta hace poco, incluso cuando se trataba de lactancia materna, algo sobre lo que Facebook acabó transigiendo ante el alud de protestas–.

¿Pero es la red social igual de estricta cuando se trata de drogas? Lo cierto es que hay cientos de perfiles personales y profesionales en cuyo nombre se incluyen palabras como cannabis, marihuana u otras sustancias psicoactivas, pero la política de Facebook prohibe anunciar “medicamentos con receta o drogas ilegales o para uso recreativo”, lo que se traduce en que la actividad legal de grow shops, vendedores de semillas o clubs privados de fumadores son discriminados al no poder promocionar un post que incluya el término cannabis o sus sinónimos.

Aún más preocupante es lo sucedido el mes pasado, cuando Facebook eliminó súbitamente los perfiles profesionales de tres de los cinco dispensarios legales de cannabis medicinal que desde 2011 existen en Nueva Jersey (EE. UU.). “Los tratan como si estuvieran vendiendo marihuana ilegalmente, cuando se trata de una actividad sin ánimo de lucro completamente controlada y regulada por el estado”, denunció Peter Rosenfeld, de la Coalición por la Marihuana Medicinal de New Jersey, añadiendo que le parecía “prepotente cerrar un recurso importante para los enfermos sin siquiera explicar por qué, ni ofrecer a los afectados la opción de que se reconsidere la medida”. En su opinión, los responsables de Facebook “al menos tienen la responsabilidad de explicar, en detalle, por qué ejercieron el cierre y cómo evitar estas acciones en el futuro”. Una semana más tarde, la red social volvió a hacer públicos dos perfiles de dichos dispensarios, que sin recomendación oficial alguna se molestaron en eliminar material que pensaron podía resultar “ofensivo” para la plataforma, como todas las fotos de cannabis medicinal y sus precios. Al parecer, el tercer dispensario creó sencillamente una nueva página por iniciativa propia, con el consiguiente perjuicio de perder los seguidores y la atención trabajada durante meses o incluso años.

El pasado mes de marzo, el recuento de páginas clausuradas se elevaba a una docena de empresas cannábicas en seis estados de EE. UU., en los que la marihuana médica es legal. Una de ellas es Mary's Medicinals, de Colorado, especializada en parches cutáneos, suplementos y geles con cannabis. Su representante, Graham Sorkin, manifestaba a la BBC que “si hay un problema con un post, me encantaría que fueran capaces de decir simplemente 'este contenido incumple nuestra política'. Pero no responden a mis peticiones”. Sorkin sabe que el proceso de cancelación se inicia cuando cualquier usuario denuncia una página por contenido indebido, pero señala que eso puede hacerlo cualquier “competidor” celoso de que “tengamos más seguidores que ellos”. Además, la cancelación de cuentas no es automática y las denuncias deben ser aprobadas por el personal de Facebook. Sería comprensible que las redes sociales se vieran en un dilema al ser accesibles internacionalmente, mientras la marihuana sigue siendo ilegal en la mayoría de países. Sin embargo, eso no ha supuesto un problema con el alcohol, que se puede anunciar en Facebook siempre que se segmente el público al que se dirige la publicidad, respetando los grupos de edad legal de cada país.

Instagram, comprada por Facebook, no se queda atrás. Sus reglas son más específicas y prohiben la “compra o venta de drogas ilegales o medicamentos recetados (incluso si son legales en su región)”, razón por la que han desactivado múltiples cuentas de la industria norteamericana del cannabis legal, incluyendo las de negocios que no venden marihuana, como por ejemplo Center Mass Media, dedicada al marketing cannábico y que ha visto su cuenta borrada en numerosas ocasiones. Y es que el problema no parece estar en el hecho de vender marihuana. Otro afectado,  Joe Hodas, director de marketing de los productos infusionados en cannabinoides Dixie, relataba al diario The Guardian que los mensajes que mayor interacción conseguían en su página de Facebook “no son los productos o las fiestas” sino simple “información y  noticias”, como por ejemplo cambios en las leyes, retiradas de producto, futuras votaciones cannábicas o nuevos estudios médicos.  

Así las cosas, no es de extrañar que en los últimos años hayan surgido nuevas redes sociales alternativas destinadas solo a los amantes del cannabis, como Mass Roots, Weedlife, Grasscity, Duby o Social High. Pero este apartheid voluntario no es la solución ideal para Lauren Gibbs, cuya empresa Rise Above Social Strategies potencia la presencia online de negocios cannábicos. En su opinión, las redes sociales generalistas “permiten un diálogo sobre el cannabis, demostrando que se trata de algo  normal”, declaró a The Guardian: “Mucha gente que aún no se atreve a entrar en un dispensario, puede empezar por relacionarse virtualmente con estas empresas hasta sentirse cómoda con su producto”. Por si estos problemas no fueran suficiente, hace poco se ha sabido que la policía de Denver, Colorado –donde los dispensarios de marihuana médica son legales–, ha estado utilizando Facebook y foros como Craiglist para tentar a potenciales compradores de marihuana a saltarse la ley, presentándose como cultivadores que buscan una venta directa a bajo precio.

Sin duda, la situación en EE. UU. es un campo de pruebas para lo que sucederá en cualquier país que desee legalizar de alguna forma el cannabis. Las redes sociales han sido esenciales allí para el movimiento prolegalización, movilizando por ejemplo a la participación electoral. Además, en una sociedad cada vez más centrada en Internet, estas redes son una herramienta publicitaria de bajo coste, básica para toda pequeña empresa. Sin embargo, Facebook se erige como juez de la libertad de expresión, aún cuando esta no contraviene ninguna ley. Una labor que no le compete y que resulta hipócrita viniendo de una empresa con numerosos procesos legales abiertos en Europa por atentar contra la privacidad de sus usuarios y abusar de su poder en el mercado.

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