La misión impulsada por el equipo de Martian Grow tenía como objetivo evaluar los efectos de la microgravedad y la radiación cósmica sobre 150 semillas de cannabis. Estas viajaban a bordo del incubador biológico MayaSat-1, contenido dentro de la cápsula de 1,6 toneladas fabricada por The Exploration Company.

El experimento apuntaba a un horizonte que parecía sacado de la ciencia ficción: cultivar cannabis en futuros asentamientos humanos en la Luna o Marte. Para ello, los investigadores planeaban analizar los cambios en la genética, fisiología y morfología de las plantas tras su exposición al entorno espacial. Entre los parámetros a estudiar se incluían el tamaño de las hojas, el crecimiento radicular, la tasa de fotosíntesis y la composición de clorofila.

Sin embargo, el retorno del experimento se vio truncado cuando la cápsula, tras separarse del cohete lanzado por SpaceX, sufrió un fallo en el sistema de paracaídas, informó el portal de noticias especializado en tecnología Gizmodo. Como resultado, se perdió contacto con la nave minutos antes de su amerizaje y hasta el momento no ha sido posible recuperar su contenido.

Božidar Radišič, líder del proyecto, había señalado a la revista WIRED que el cannabis podría convertirse en una planta esencial para futuras colonias humanas fuera de la Tierra, dado su potencial para proveer alimentos, materiales de construcción, plásticos biodegradables y compuestos medicinales. “Pocas especies ofrecen tantos beneficios como el cannabis”, afirmó el científico.

El fracaso de esta misión no es el primer intento de estudiar plantas psicoactivas en el espacio. En 2020, un proyecto paralelo envió tejidos de cáñamo y café a la Estación Espacial Internacional, aunque los resultados todavía no han sido publicados.

El equipo de Martian Grow confía en retomar pronto sus investigaciones. Tal como afirmó Radišič, cada intento, incluso fallido, acerca un poco más a la humanidad a comprender cómo adaptarse a entornos extraterrestres.