La Fundación Fungi (FFungi), organización dedicada a la conservación fúngica, liberó la versión 2 de sus Guías Éticas de Etnomicología. El documento busca orientar la toma de decisiones y la conducta de equipos de investigación que trabajan con saberes tradicionales sobre hongos. La fundación subraya que se trata de un texto vivo, concebido para evolucionar con la práctica y el diálogo con los pueblos que resguardan ese conocimiento.
Entre los cambios de 2025, la FFungi destaca la integración de más perspectivas latinoamericanas y una idea clave: la ciencia debe estar al servicio de las comunidades. En esa lógica, son los propios pueblos quienes guían el trabajo, definen los protocolos de colaboración y determinan qué puede publicarse y qué no. La actualización también enfatiza relaciones equitativas, reciprocidad, y responsabilidades compartidas en proyectos de documentación, conservación y uso sostenible de los hongos.
Las Guías señalan principios provenientes de la etnobiología y marcos internacionales —como la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y los derechos de la naturaleza reconocidos en Ecuador— para enmarcar la autodeterminación y la soberanía de datos comunitarios. El texto recuerda las injusticias históricas derivadas de investigaciones sin consentimiento previo y propone salvaguardas para evitar prácticas extractivas del conocimiento.
La FFungi documenta que este marco ético ya fue aplicado en 2024 en la colaboración con la Nación Kichwa de Sarayaku (Amazonía ecuatoriana), en el contexto de la iniciativa “Sciences Across Cultures (SACI)” y junto a actores como el programa More-Than-Human (MOTH), SPUN y Local Contexts. Según la fundación, esta experiencia permitió operacionalizar los principios de consentimiento informado, co-producción de conocimiento y reconocimiento explícito de la propiedad intelectual colectiva.
El documento de 2025 lista autorías y contribuciones, y mantiene licenciamiento Creative Commons (CC BY-NC 4.0) para facilitar su adopción no comercial. Además, la organización invita a instituciones académicas, colectivos y proyectos independientes a implementar las Guías y comunicar su adhesión, con el objetivo de visibilizar esfuerzos convergentes y expandir su alcance en territorios diversos.
Más que un protocolo, la versión 2025 propone una práctica ética situada: colocar a las comunidades en el centro, reconocer su soberanía sobre el conocimiento y trabajar con reciprocidad. En un campo donde la documentación de usos ancestrales de hongos puede derivar en apropiación y mercantilización, estas Guías tensionan el extractivismo y ofrecen un estándar mínimo para investigaciones que aspiren a ser justas, útiles y responsables.
