Los cultivos de opio de Afganistán, que tradicionalmente ha sido el mayor productor mundial de opio, se han reducido en un 95% durante el último año, según recoge el informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. La drástica reducción se debe a la prohibición del cultivo impuesta por el Gobierno talibán del país, que llegó al poder en agosto del 2021 y en abril del año pasado impuso un decreto para prohibir el cultivo de amapola de opio.
Como consecuencia de la prohibición, los agricultores afganos han perdido ingresos por valor de más de mil millones de dólares, según la estimación del informe de la agencia de la ONU. El cultivo de la amapola de opio es una actividad agrícola tradicional en el país y el único medio de subsistencia para muchos agricultores, por lo que su prohibición supone una enorme pérdida de recursos económicos para la población del país. Según la ONU, las exportaciones de opiáceos antes de la prohibición representaban entre el 9% y el 14% del PIB nacional.
Además de dificultar la supervivencia económica de agricultores y demás población del país, la destrucción de los cultivos y la prohibición de la producción provoca una reducción en la oferta de opio y sus derivados en varios países, lo que a su vez hace aumentar sus precios. Como principal productor de opio a nivel global, el aumento del precio del opio de Afganistán puede hacer disminuir la pureza de derivados como la heroína, y disparar las adulteraciones de esta droga, provocando en última instancia un aumento del riesgo de sobredosis y de reacciones agudas en consumidores de opioides de todo el mundo.