Desde estar presente en estanterías de licorerías hasta carritos de apps de reparto, las bebidas con THC están dejando de ser una curiosidad para convertirse en una opción habitual. El mercado crece, se diversifica y empieza a disputar espacio a las bebidas alcohólicas tradicionales.
En Estados Unidos, las bebidas de cannabis han dejado de ser un experimento marginal para convertirse en una categoría en plena expansión. Según datos de Hoodie Analytics, solo en el año transcurrido entre marzo de 2024 y marzo de 2025, las bebidas listas para consumir con 100 mg de THC generaron 141 millones de dólares en ventas minoristas.
Sabores como limonada, cerveza de raíz y naranja se ubican entre los preferidos, con marcas como Keef, Uncle Arnie's y Ray's Lemonade liderando la velocidad de venta.
El crecimiento no se limita al ámbito regulado por dispensarios. Desde la aprobación del Farm Bill en 2018, que legalizó el cáñamo a nivel federal, se multiplicaron las bebidas con menos de 0,3 % de THC, permitiendo su venta fuera de canales tradicionales, incluso en estados donde el uso adulto de cannabis sigue siendo ilegal.
Más allá del volumen de ventas, la incorporación de bebidas cannábicas al consumo cotidiano sugiere una transformación cultural. Marcas como Cann o Triple promueven productos de baja dosis, diseñados para ser bebidos socialmente como si fueran cerveza o vino. El mensaje apunta a una nueva ritualidad, pero conservando el gesto de "tomarse algo" excluyendo la resaca, las calorías y los efectos del alcohol.
Las empresas del sector han detectado un interés creciente por parte de consumidores jóvenes, especialmente de la generación Z, que buscan experiencias funcionales, controladas y libres de consecuencias adversas. Las ventas durante fechas clave como el 4/20 o el 4 de julio se disparan, según DoorDash, y los minoristas tradicionales están comenzando a incorporar estas bebidas en sus catálogos.
A pesar de este auge, el sector enfrenta desafíos regulatorios. La ausencia de un marco federal claro para los productos con THC derivado del cáñamo genera incertidumbre, y varios estados están considerando prohibiciones o limitaciones. Ante este escenario, muchas empresas están impulsando normativas positivas que garanticen transparencia, seguridad y sostenibilidad.