El estudio se realizó con 2.000 participantes y fue conducido por investigadores canadienses en colaboración con el Centro de Uso de Sustancias de la Columbia Británica. Se trataba de comprobar si existía una conexión entre el uso de cannabis y que estas personas dejasen de consumir opioides del tipo IV.
El estudio reveló que el consumo de cannabis se asoció con tasas más rápidas de participantes que dejaban de usar opiáceos. Agregar cannabis a su consumo tampoco aumentó las posibilidades de recaída para los consumidores diarios. No se trata tanto de que el cannabis ayude a dejar el opio sino que este se convierta en un sustituto. El cannabis, a todas luces, es menos dañino que un uso descontrolado de opiáceos aunque solo sea porque con la marihuana no existe la sobredosis.
“En el análisis, el consumo de cannabis al menos una vez al día se asoció significativamente con mayores tasas de cese de inyecciones (…) Hasta donde sabemos, este es el primer estudio longitudinal que identifica una asociación positiva entre el consumo de cannabis y el cese del consumo de drogas inyectables”, se asegura en el estudio.
Entre 2005 y 2018, los consumidores diarios de cannabis tuvieron mayor éxito con tasas más rápidas de abandono en el uso de opioides mediante inyección. También mostró que el consumo diario de cannabis no se asoció con una recaída.
En otras palabras, este estudio viene a decir que el cannabis puede ayudar como sustituto en un tratamiento contra la adicción a los opioides y, además, servir para que puedan dejar este tipo de droga sin miedo a una recaída. Todo un logro si se consigue confirmar plenamente este descubrimiento.