La promesa de la legalización del cannabis en Alemania se enfrenta a una importante barrera que tiene que sortear de algún modo: la Convención Única de Estupefacientes aprobada por la ONU en 1961. Este texto, firmado por todos los países pertenecientes a las Naciones Unidas, prohíbe a los países miembros la legalización del cannabis para otros usos que no sean medicinales o científicos, y no permite la regulación del acceso recreativo.
Alemania tiene al menos tres opciones para esquivar el convenio internacional de la ONU. La primera de todas sería ignorar el tratado internacional y seguir adelante con la legalización como si este no existiera. Este es el camino que han asumido países como Uruguay y Canadá, que forman parte de la ONU y ya han legalizado el cannabis en sus territorios para uso recreativo. Y lo han hecho sin grandes consecuencias. Pero esto podría ser un problema para Alemania, pues la legislación europea se refiere a la Convención de la ONU, y el país no sólo estaría violando el derecho internacional sino también las leyes europeas.
La segunda opción es salir del tratado de la ONU, legalizar el cannabis y luego volver a adherirse. Esta es la forma de proceder que escogió Bolivia cuando legalizó la hoja de coca, una planta que también está prohibida en la Convención Única de 1961. Aprobar la legalización una vez se ha dejado de estar adherido al tratado es una forma de no violarlo. Esta opción también permitiría evitar los tratados europeos, pues estos se refieren directamente al convenio de la ONU. Pero según el diario Merkur, por una cuestión de plazos este método imposibilitaría que la regulación se aprobase el año que viene, que es lo pretende el Gobierno del país.
La tercera opción es convertir la legalización en un gran estudio científico que permita aprobar la ley bajo los supuestos de uso científico que acepta la convención. Este método también permitiría al Gobierno realizar un gran estudio sobre los efectos de la legalización, algo como lo que está implantando Suiza, pero de mayores dimensiones.
Por otro lado, un informe de un investigador independiente publicado hace unos meses asegura que la Convención de 1961 no fue redactada para prohibir el cannabis, sino para controlar sus usos, y permite que los países firmantes regulen los usos adultos de la planta. Sin embargo, el informe ha recibido críticas de otros autores del ámbito de las políticas de drogas, que aseguran que la vía propuesta en el informe no puede llevarse a la práctica.