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Una mezcla de cerveza con el alucinógeno bufotenina se servía en fiestas comunitarias de una civilización andina

Los Wari extendieron el acceso al alucinógeno añadiéndolo a la cerveza, lo que provocaba una experiencia menos intensa que permitía un uso social.

Un estudio arqueológico ha encontrado las primeras evidencias que prueban que la civilización andina de los Wari (600–1000 ane) añadía una planta psicoactiva alucinógena a la cerveza y lo usaba como bebida embriagante para fiestas y banquetes a los que a menudo se invitaba a personas de fuera de la comunidad. Esta mezcla, hecha a partir de la semillas de la Anadenanthera colubrina que contienen el alucinógeno bufotenina, no se daba (que se sepa) en ninguna otra cultura del periodo anterior ni posterior al de los Wari.

El uso de la planta Anadenanthera colubrina ya se daba en culturas del periodo anterior (el Período Formativo (900–300 a. C.), pero su uso era mediante consumo fumado o inhalado y los restos estudios arqueológicos indican que únicamente tenían acceso un grupo limitado de personas que formaban parte de una élite y que lo consumían en espacios unipersonales especialmente pensados para la experiencia.

En cambio los Wari extendieron el acceso al alucinógeno añadiéndolo a la cerveza, lo que provocaba una experiencia menos intensa que la de su uso fumado o esnifado, pero igualmente alucinógena que permitía un uso social en banquetes. La mezcla con la cerveza permitió que la bufotenina hiciera efecto al ser ingerida, algo que no ocurre si no se mezcla con otra sustancia que permita su absorción.

“Argumentamos que la adición de vilca a la molle chicha fue un método eficaz para que los anfitriones de las fiestas Wari canalizaran sus efectos psicotrópicos hacia una experiencia más colectiva. Los restos de molle y vilca empapados se asociaron con mayor frecuencia con las actividades que se llevaron a cabo dentro del Componente II [una de las zonas de los asentamientos descubiertos] y probablemente estén relacionados con los banquetes”, dice el artículo.

Fue en las excavaciones en Quilcapampa donde se recuperaron semillas de vilca (Anadenanthera colubrina) junto con grandes cantidades de drupas de molle, que eran utilizadas para crear la cerveza para una fiesta que se llevó a cabo justo antes de que el sitio fuera abandonado. Los autores apuntan a que las semillas alucinógenas eran importadas desde una región lejana, lo que unido a los indicios de que su consumo se daba en banquetes con invitados, sugiere que había un interés político en el uso comunal de la bebida alucinógena.

“Al vincular su conocimiento esotérico de obtener y usar vilca como aditivo [...] intoxicante que estimulaba la comunidad, los líderes Wari pudieron legitimar y mantener su elevado estatus. Estas personas pudieron ofrecer festines psicotrópicos colectivos memorables, pero se aseguraron de que no pudieran replicarse de forma independiente.”, dice el estudio.

Después de la cultura Wari el uso del alucinógeno dejó de estar presente en la cerveza y el uso de sustancias pasó a estar dominado por el consumo masivo de alcohol, y la cerveza de maíz se convirtió en la sustancia psicoactiva preferida durante el Imperio Inca. “Los cambios en el uso de psicoactivos similares a los de los Andes fueron casi con seguridad una parte fundamental del proceso político en otras partes del mundo”, acaba el artículo.

Representaciones del uso de Anadenanthera colubrina en el Horizonte Medio: izquierda) la Estela de Ponce en Tiahuanaco retrata a un individuo de élite sosteniendo una taza para beber y una pastilla de rapé (fotografía cortesía de A. Roddick); derecha) una vasija del sitio Wari de Conchopata muestra el árbol y sus vainas reveladoras brotando de la cabeza del Dios Bastón (ilustración cortesía de J. Ochatoma Paravicino).
Representaciones del uso de Anadenanthera colubrina en el Horizonte Medio: izquierda) la Estela de Ponce en Tiahuanaco retrata a un individuo de élite sosteniendo una taza para beber y una pastilla de rapé (fotografía cortesía de A. Roddick); derecha) una vasija del sitio Wari de Conchopata muestra el árbol y sus vainas reveladoras brotando de la cabeza del Dios Bastón (ilustración cortesía de J. Ochatoma Paravicino).

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