La de Santa Claus es una tradición ampliamente extendida por todo globo terráqueo, pero ¿de dónde surge este gordo barbudo que bajo un vestido rojo con detalles blancos reparte regalos mientras surca los aires con la fuerza de renos voladores? Varios investigadores defienden que el origen de la leyenda de Santa Claus tiene bastante que ver con el uso del hongo alucinógeno Amanita muscaria, el clásico hongo rojo con puntos blancos asociado popularmente a los duendes y gnomos.
Se sabe que los chamanes siberianos y el pueblo sami de Laponia usaban el hongo Amanita muscaria. Según el escritor y micólogo Lawrence Millman, antiguamente el pueblo sami creía que el chamán que se comía una Amanita muscaria terminaba asimilando la forma de una Amanita muscaria. Y Santa Claus bien podría ser un chamán representado como un hongo de Amanita, con su vestido rojo y sus ribetes blancos.
La teoría puede parecer disparatada —y es cierto que el color rojo de Santa parece ser idea de un ilustrador estadounidense— pero los puntos de conexión entre el mito de Santa Claus, las tradiciones de Siberia y Laponia y los efectos de la Amanita Muscaria son muchos y muy llamativos. “Según cuenta la historia, hasta hace unos cientos de años, estos chamanes y sacerdotes de las tradiciones antiguas recolectaban setas de Amanita muscaria, las secaban y luego las regalaban en el solsticio de invierno”, explicó el antropólogo John Rush a LiveScience. Además, el antropólogo apunta que "debido a que la nieve generalmente bloquea las puertas, había una abertura en el techo por la que la gente entraba y salía", y de ahí podría proceder la historia de la chimenea.
Los componentes psicoactivos de la amanita producen alucinaciones varias, como la visión de pequeños destellos luminosos que se mueven en el aire (asociados a las hadas), las sensaciones de que el entorno se vuelve gigante o se empequeñece, o la sensación de flotar sin tocar el suelo. De volar, como Santa y sus renos. Esto último coincide con que los renos de la región son aficionados a la ingesta de hongos, “y particularmente los ejemplares machos les gusta la Amanita muscaria”, según dice Millman. “Uno de los efectos es hacerte sentir como que vuelas, y uno puede imaginar que así es como se sienten los renos también.” Otra de las particularidades de la Amanita muscaria es que cuando se ingiere resulta tóxica para el sistema digestivo, lo que supone pasar un rato de dolores gastrointestinales. Pero cuando la persona (o el animal) que ha ingerido el hongo mea, el componente alucinógeno del hongo sale intacto con la orina, y quien la bebe puede experimentar sus efectos sin la toxicidad que produce el hongo.
Según el micólogo Millman, el trabajo de los chamanes también podía ser entendido como un regalo. En lugar de los obsequios físicos relacionados actualmente con Santa Claus, los de los chamanes tenían que ver con la sanación física o espiritual, y con la resolución de problemas, que podrían ocurrir a través de una ceremonia con el hongo. El chamán podría experimentar los efectos tóxicos y luego regalar la orina a sus seguidores. Aunque también podría ser que fuese la orina de reno la que se aprovechase para ser bebida sin experimentar los dolores de estómago, un regalo de un reno volador, como Rudolf.
Las conexiones son múltiples. Aún así, no hay duda de que la leyenda de Santa Claus es una compleja mezcla de tradiciones. Por ejemplo, un santo cristiano del siglo IV, llamado San Nicolás y conocido por su caridad, fue recordado como registrador del buen y mal comportamiento de los niños. Con el paso de los siglos, su historia se convirtió en la inspiración del cuento popular holandés de Sinterklaas, y luego, en 1822, un neoyorkino hizo un poema inspirado y ampliamente divulgado que tiene muchísimo que ver con el Santa Claus conocido en Estados Unidos. Sin embargo es difícil pasar por alto las similitudes entre la magia del moderno Santa Claus, la de la Amanita muscaria y la de los chamanes del polo norte.
En 2017 The New York Times publicó este corto documental titulado Santa es un hongo psicodélico.