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Centros de inyección segura en Vancouver

Vancouver siempre se ha caracterizado a nivel mundial entre nuestros círculos cannábicos como una Meca de la marihuana, con tolerancia, aceptación y un sinfín de clases y productos derivados que se pueden adquirir de forma cuasilegal; pero tiene lados oscuros.

Hoy no vamos a hablar de marihuana. Bueno, sí, tal vez, pero poquito. Hoy les quiero escribir acerca de un tema fatídico que afecta a todo el mundo, pero en particular a la ciudad donde vivo. Vancouver siempre se ha caracterizado a nivel mundial entre nuestros círculos cannábicos como una Meca de la marihuana, con tolerancia, aceptación y un sinfín de clases y productos derivados que se pueden adquirir de forma cuasilegal; pero tiene lados oscuros.

Algunos aún os acordaréis de la crisis de heroína que azotó a España el siglo pasado; muchos chavales murieron y otros tantos acabaron en prisión. En Vancouver se vive una crisis parecida, donde cada día muere alguien por envenenamiento, a veces hasta diez por día, casi siempre debido al fentanilo. El fentanilo o fentanyl es un narcótico sintético opioide utilizado en medicina por sus acciones de anestesia; tiene una potencia superior a la morfina, una droga letal que se corta y mezcla con cocaína, heroína y otras drogas recreativas duras. No solo los adictos están muriendo, sino adolescentes y usuarios esporádicos. En lo que va del año han muerto más personas a causa de sobredosis que todas las que murieron el año pasado por la misma razón. Al cierre de esta edición, la cifra está cercana a los 800. A este paso, por lo menos 1.500 personas habrán muerto a causa de estas drogas adulteradas al final del año. Si eso no es una epidemia mortal, no sé que pueda ser.

La comunidad más afectada con esta epidemia es la de las Primeras Naciones. Los nativos tienen doce veces más riesgo de morir de un pasón que el resto de la población de Vancouver. Debido al racismo sistemático y la discriminación, muchos indígenas acaban en la pobreza, sin techo y adictos al alcohol o a las drogas. Una funesta noche con una mala droga es suficiente para acabar con su vida. La doctora Patricia Daly –jefa de Vancouver Coastal Health– dice que esta estadística se basa en datos del 2012 a la fecha, y agrega que el 80% de los muertos son hombres, pero si tomamos en cuenta solo a los indígenas, el 40% de mortalidad es femenina.

La maldad del humano llega a tal punto que no importa la vida de un semejante, con tal de hacer unos dólares de forma rápida. Afortunadamente, la ciudad de Vancouver siguió el consejo de los ciudadanos, a partir de varios estudios que analizaron modelos de desintoxicación en Suiza y en la ciudad alemana de Frankfurt.

Hace quince años fui parte de un grupo formado para identificar los problemas endémicos de la zona más pobre de Vancouver, donde las drogas se mueven libremente. En esta zona portuaria se concentra mucha población con enfermedades mentales que perdieron su vivienda debido al cierre y mal manejo del gobierno provincial de los centros psiquiátricos y complejos de vivienda donde vivían bajo supervisión. Nuestro trabajo era identificar los problemas del barrio mediante encuestas a los residentes y ofrecer recomendaciones para solucionar dichos problemas conforme a las necesidades de los habitantes del código postal más pobre de Canadá. Entre nuestras recomendaciones, además de la legalización de todas las drogas, estaba la creación de un centro de inyección segura donde los yonquis pudieran ir a drogarse bajo la supervisión profesional. Un par de años después nacería InSite.

InSite

InSite es el primer sitio para inyectarse drogas bajo supervisión en Norte América. Abrió en el año 2003 y está ubicado en el Downtown Eastside en Vancouver, donde hay un alto número de consumidores crónicos de drogas duras. InSite opera bajo una exención de Health Canada, esta lo exime de las leyes federales de drogas. InSite opera con un modelo de reducción de daños, lo que significa que se esfuerza por disminuir las consecuencias adversas en materia sanitaria, social y económica del consumo de drogas sin requerir la abstención de su consumo. InSite también tiene programas de desintoxicación a través de la metadona y unas pocas camas.

Vancouver Coastal Health opera y provee todo el financiamiento, así como los altos funcionarios administrativos y de salud de InSite. Vancouver Coastal Health contrata a una organización sin ánimo de lucro que aboga por la gente de escasos recursos llamada Portland Hotel Society Community Services Society o PHS para que provea servicios administrativos y de apoyo a los compañeros en InSite.

Servicios del OnSite para la desintoxicación

InSite y OnSite son dos programas que existen en el corazón de Hastings Street, donde las almas enfermas se escurren por las paredes mohosas y orinadas.

Cuando los usuarios están listos para acceder a un programa de desintoxicación pueden ser acomodados en OnSite, donde la gente puede desintoxicarse. Sus instalaciones cuentan con doce recámaras con baños privados. Ahí laboran trabajadores de la salud mental, consejeros, enfermeros y doctores, que cooperan juntos para ayudar a los pacientes a estabilizarse y planear los siguientes pasos en el duro camino de la vida. Desgraciadamente, la lista de espera es grande y muchos enfermos que buscan dejar la adicción no reciben la ayuda a tiempo y vuelven a recaer en las garras del vicio.

Los afortunados, una vez estabilizados, tienen la opción de moverse a una vivienda de recuperación transitoria ubicada en el tercer piso, donde pueden tener una completa recuperación y comienzan a formar conexiones para recibir apoyo comunitario, programas de tratamiento y alojamiento permanente.

En InSite, los clientes desarrollan relaciones de confianza con los trabajadores de salud, lo que hace que tengan más probabilidades de seguir el tratamiento de desintoxicación, asesoramiento sobre adicción y otros servicios de recuperación.

InSite tiene puestos de inyección con equipo limpio como jeringas, filtros, agua y torniquetes. Si una sobredosis ocurre, el equipo, manejado por un enfermero, está disponible para intervenir inmediatamente. Los enfermeros también proveen otros servicios de salud, como el cuidado de las heridas y las inmunizaciones.

Desde su fundación hace ya casi quince años, las muertes por sobredosis en las calles han disminuido, y las enfermedades que se transmiten por vía intravenosa por conducto de jeringas sucias como la hepatitis C y el sida también han disminuido. Aunque parezca mentira, InSite ahorra dinero a los contribuyentes, ya que los adictos utilizan menos servicios médicos y judiciales. La plaga del sida que mató a cientos en el área es casi inexistente hoy en día. InSite recibe un promedio de 75 visitas diarias para intercambiar agujas, y se pinchan un promedio de 500 personas al día.

Antes de la llegada del mortal fentanilo a las calles, InSite atendía una sobredosis diaria en promedio; esta cifra se ha multiplicado por ocho. Si no existiera InSite, el volumen de víctimas mortales por exceso de estupefacientes por lo menos sería tres veces mayor. Otras estadísticas nos dicen que un cuarto de los usuarios son mujeres y casi un 20%, aborígenes. InSite salvó más de 1.700 vidas en el 2016, previniendo sobredosis o mejor dicho envenenamientos. El término sobredosis se refiere a un abuso de medicinas donde la dosis y la sustancia son conocidas; pero en el caso del fentanilo, el usuario no tiene conocimiento de la droga ni mucho menos de la dosis, por lo que no podemos hablar de una sobredosis, sino de un envenenamiento del cuerpo mediante una droga adulterada. Es más un asesinato que un accidente, y una de las razones por la cual las drogas deben legalizarse para poder tener un control de calidad.

No ha habido ninguna fatalidad en InSite desde su apertura. Más de 3,6 millones de personas se han inyectado drogas ilícitas bajo la supervisión de las enfermeras desde el 2003. Han atendido a casi 50.000 personas con tratamientos especializados y 6.440 sobredosis, envenenamientos y pasones sin reportar ninguna mortalidad.

Dijimos que íbamos a hablar poco de la marihuana. En medio de esta crisis de opioides, la marihuana sirve como paliativo ayudando a los enfermos a dejar el hábito. Algunos estudios parecen avalar este hecho. No solo se deben legalizar las drogas para su control, sino que se deben usar para fines medicinales y terapéuticos. Incluso ácidos y hongos en microdosis ayudan a los enfermos mentales y a las personas depresivas. Hasta aquí el apunte marihuanesco.

En la provincia de la Columbia Británica ha entrado un nuevo gobierno provincial que, en teoría, apoya los centros de inyección segura. Hay planes de abrir un par de centros más. Esperemos que se haga realidad, pues, además de a salvar vidas, InSite contribuye a limpiar las calles, disminuir enfermedades y ayuda a construir una sociedad más fuerte, al ofrecer servicios que ayudan a los más vulnerables de nuestra comunidad.

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #238

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