Quien ha seguido mi columna se habrá dado cuenta de que Oregón es mi estado favorito de Estados Unidos y, Portland, la ciudad preferida, debido a su apertura de mente, su cultura (la cultura aporta 829.000.000 de dólares al año) y el movimiento cannábico; por ejemplo, la Milla Verde en la calle de Sandy Blvd, donde se concentran la mayoría de los dispensarios de la ciudad y los bares interesantes. En esta zona, al noroeste de Portland, justo fuera del centro, se puede uno pasar una semana o dos fumando diferentes cepas. He tenido la oportunidad de visitar Portland cinco veces y de recorrer el estado en un par de ocasiones, pasando por sus increíbles playas y bosques.
Tengo muchas amistades ahí, entre músicos, cultivadores y entusiastas por el arte y el cannabis, por lo que emprendí la tarea de investigar cuál es la situación actual del estado, porque parece que tienen un par de problemas muy graves. El primero es la creciente pobreza y los problemas que ello conlleva: la indigencia y las drogas callejeras como el fentanilo, que produce demasiadas muertes. Cada vez se ven más gente tirada en las calles y la violencia en la ciudad aumenta con el paso de los días. El segundo problema es la situación precaria de la industria cannábica; demasiada oferta de yerba que ya rebasó la demanda, por lo que los precios se han desplomado. Claro, para uno está muy bien fumar de cien variedades a precios accesibles con solo un pasaporte, pero hay mucha gente que no la está pasando bien.
La industria del cannabis de Oregón atravesó un año difícil en el 2023, y no hay indicios de que las condiciones vayan a mejorar en el futuro. Los precios están muy bajos, por debajo de los cuatro dólares el gramo, y las ventas cayeron un cuatro por ciento el año pasado. Las cosechas siguen produciendo mucho más material de lo que los consumidores están comprando; es muy probable que la oferta siga superando a la demanda, lo que dificulta la vida de quienes cultivan y venden marihuana recreativa. Los cultivadores produjeron más de cuatro millones y medio de kilos de marihuana en el 2023, lo cual, a pesar de que se redujo la producción en comparación con el 2022, sigue siendo demasiado para el consumo local. “Dadas las condiciones del mercado, la sobreproducción, la saturación del mercado y la demanda estable de los consumidores provocan que los precios bajos dificulten que los negocios sean rentables”, reportó la Oficina de Análisis Económico de Oregón.
Los primeros años de la legalización las cosas iban bien. Los votantes la legalizaron en el 2014, y para el 2015 todos empezaron a beneficiarse del boom económico, como, por ejemplo, el área de Green Mile, donde florecieron varios dispensarios: todo era felicidad hasta llegar al clímax en el 2020, cuando las ventas alcanzaron el billón de dólares durante la pandemia. Para el 2022, las ventas comenzaron a bajar y cada vez había más negocios; Oregón no tiene límite en cuanto al número de dispensarios se refiere. El mercado se sobresaturó y, desgraciadamente, está prohibido exportar la yerba y sus derivados. Mandar un milloncito de kilos a México sería una buena forma de alivianar a los cultivadores y mantener a los mexicanos felices o ya de perdida a otros estados de la Unión Americana. Otra medida que pudiera ayudar a la industria son los refugiados de salud que pudieran llegar, es decir, pacientes de otros estados con un pobre programa de cannabis medicinal o con leyes fascistas, como Idaho. Hubo una gran migración hacia Colorado cuando este estado legalizó la marihuana. Lo ideal sería que se legalizara a nivel federal de una vez por todas, para que se pudiera enviar por correo a todo el país.
Esta situación ha agudizado la pobreza en el estado y, por lo mismo, muchas cosas han cambiado para lo peor, por ejemplo, cerca de la estación de autobuses y trenes ya está infestado de yonquis colgados que conviven diariamente con la muerte. La crisis del fentanilo ha llegado y, con ello, la violencia. Un amigo fue macheteado por un cristiano fundamentalista; otro mexicano murió acuchillado en el tren por un racista; hay abusos en algunas plantaciones a los trabajadores, que muchas veces son migrantes sin papeles y, como no se está ganando, pues no les pagan lo suficiente; también hay neonazis que van molestando a la gente, y, por supuesto, los tiroteos que se dan en todo Estados Unidos.
El turismo cannábico es la otra solución: los turistas pueden comprar marihuana con su pasaporte y hay muchas atracciones: Powell Books, la librería más grande del mundo; naturaleza; muchos bares; oferta musical, y, sobre todo, mucho cannabis en todas sus formas y derivados. Una Disneylandia para los fumetas. No tengan miedo. Keep Portland Weird!