Uno de los principales argumentos para justificar el cannabis medicinal y a muchas de sus empresas fue plantar un muro de distancia con el cannabis recreativo. Debido a la presión, hasta los políticos impulsores del cannabis recreativo adoptaron esta lógica y disfrazaron con el eufemismo de “uso adulto” a la “marihuana recreativa”, para poder así vendérsela al sector social más conservador y tradicional de nuestro país.
Ahora resulta que el negocio del cannabis medicinal no va tan bien como se esperaba: otros países han aprovechado el estancamiento del negocio que impuso Iván Duque y Álvaro Uribe con la intención de robustecer a sus ahijados; el gran milagro de la flor seca, al no haberse reglamentado a tiempo, no se verá en unos dos o tres años; muchas pequeñas industrias están quebradas y las grandes buscando mercados fuera de Colombia. El cannabis medicinal no despega.
Así que la única esperanza en el corto plazo es la diversificación del negocio, explorar los usos industriales y alimenticios del cannabis, pero, ante todo, forzar la regulación del cannabis para uso adulto. Pero ¿con qué cara la industria del cannabis medicinal va a impulsar el cannabis recreativo, cuando sus mas visibles ejecutivos se han distanciado de él reconociendo abiertamente que nunca se han fumado un porro?, ¿cómo la industria del cannabis medicinal colombiana que ha mantenido una actitud displicente y excluyente hacia los consumidores recreativos y los activistas va a lograr su apoyo en esta tarea de regular el cannabis para uso adulto?
La diplomacia de los negocios obra milagros, pero sigue sus plazos. Así, desde hace unos meses, estamos viendo que la industria del cannabis medicinal ya no se opone abiertamente a la regulación del recreativo, de momento tampoco es que la apoye de manera clara, pero no les quepa la menor duda de que sus planes de negocios sobre el recreativo ya están en marcha, esperando la oportunidad para incidir en la regulación y quedarse con la mejor tajada del negocio.
Bueno sería que la industria del cannabis medicinal aprenda de la mala racha que está pasando, entone un mea culpa y se sume al debate de la regulación del cannabis que se avecina, sin olvidar la justicia social y la solidaridad. El mercado del cannabis recreativo estará determinado por la experiencia del consumidor en la búsqueda del placer y el buen vivir; no se trata por tanto de poner a la venta un producto farmacéutico, sino en atender con sensibilidad comercial a categorías que marquen la diferencia, como la denominación de origen, el comercio justo y la justicia social.
La regulación se hace con las personas consumidoras y no lejos de ellas. La industria debe reflexionar y no dejar pasar esta oportunidad de trabajar con sus futuros clientes.