¿Por qué las experiencias psicodélicas son tan diferentes aunque la sustancia sea la misma, la persona sea la misma y el ambiente sea el mismo? Lo lógico sería pensar que la experiencia debería ser muy parecida, sino idéntica, pero la realidad es que rara vez los viajes son tan similares entre sí como lo suelen ser las borracheras de alcohol o las noches de estimulantes. Pero, reformulemos la última parte de la pregunta: ¿realmente la persona es siempre exactamente la misma y el ambiente es idéntico al de otras veces?
Las drogas psicodélicas son las que mayor capacidad tienen para actuar como amplificadores mentales, emocionales y contextuales. Sustancias como la psilocibina de las setas, la LSD, la mescalina de los cactus o la ayahuasca tienen la capacidad de convertir pequeñas sutilezas en grandes montañas; una pequeña preocupación, en un gran problema, o una pequeña esperanza, en una gran revelación. De aquí es de donde vienen sus mayores virtudes y sus principales riesgos.
Esta es la razón de que, en el campo de la reducción de riesgos, además de la importancia que siempre otorgamos a la sustancia psicoactiva que se vaya a consumir (tipo, dosis, pureza, adulteraciones, vía de administración, etc., y que ya hemos cubierto en artículos anteriores), en el caso de los psicodélicos cobran una especial relevancia todas las variables relacionadas con la persona y su contexto, o dicho de otro modo: el set y el setting.
Aunque no consumir siempre sea la única estrategia que garantiza un riesgo cero, en aquellas personas que decidan libre e informadamente consumir y quieran maximizar las probabilidades de vivir una experiencia psicodélica positiva y segura, y reducir el riesgo del temido mal viaje, es clave conocer y trabajar adecuadamente estos dos conceptos que se hicieron tan populares en la investigación psicodélica desde los estudios pioneros de los años cincuenta y sesenta, y que, al igual que sucede con estas moléculas, vuelven a estar de rabiosa actualidad.
¿Qué es el ‘set’?
El set es la disposición mental y emocional de la persona que va a consumir la sustancia psicodélica. Esto incluye su estado psicológico y emocional de partida, su personalidad, sus expectativas, su intención al consumir la droga, su nivel de preparación, su autoconfianza y la cantidad de información que posee sobre la experiencia que va a vivir. Es el terreno interno desde el cual una persona se enfrenta a la experiencia. Podemos pensar que somos exactamente la misma persona que ayer o antes de ayer, pero seguro que todas estas variables no son siempre idénticas, y es por ello que nunca empezamos un viaje psicodélico desde el mismo lugar que en veces anteriores.
Información y preparación
Informarse muy bien y prepararse para la experiencia es fundamental. Esto incluye leer sobre las experiencias psicodélicas en general y sobre la sustancia, sus efectos, su duración y cómo esta interactúa con el cuerpo y la mente. Actualmente hay muy buenos libros, documentales, testimonios y otras fuentes de información de las que nutrirse. Las personas que entran a una experiencia psicodélica con una base sólida de conocimiento, confianza y una mentalidad abierta tienen muchas más probabilidades de tener una experiencia segura y enriquecedora, que quienes se lanzan al abismo sin estar bien informados y luego se dan de bruces con la intensidad de estas experiencias y sus múltiples complejidades posibles.
Además de la información, la preparación también se compone de cosas tan sencillas como la planificación de todo lo que rodea a la experiencia, aprender técnicas de relajación y de respiración, conocer las dificultades que pueden manifestarse en el transcurso de la sesión y saber cómo afrontarlas, saber aceptar temporalmente la pérdida de control (rendirse), para dejarse llevar, e interiorizar que durante la experiencia pueden aparecer temporalmente sensaciones de estar volviéndose loco o muriéndose, pero que normalmente forman parte de la propia experiencia (y para garantizar que esto no es un riesgo real, estará ahí presente el sitter o acompañante sobrio).
Otra parte crucial de la preparación es saber identificar si realmente se quiere vivir esa experiencia, cuál es el motivo o la intención y saber renunciar a ello si no hay un deseo genuino, si se hace por imposición, presión social o si se cumple algún criterio de especial riesgo que la haga particularmente peligrosa para esa persona, cosas como el historial de trastornos psiquiátricos de tipo psicótico, la esquizofrenia, la bipolaridad, etc. (en la propia persona o antecedentes familiares de la misma), ya que no deberían exponerse a este tipo de experiencias por el riesgo de precipitar episodios. Ídem para enfermedades físicas o neuronales que puedan ser de riesgo con sustancias psicodélicas (enfermedad cardiovascular susceptible de agravarse por ansiedad, epilepsia, etc.) o el consumo de medicinas u otras drogas que puedan interactuar con los psicodélicos (litio, tramadol, antipsicóticos, etc.).
Afortunadamente, las drogas psicodélicas clásicas (LSD, psilocibina, mescalina y DMT) tienen pocos riesgos para la salud física en individuos sanos, pero sus riesgos se centran fundamentalmente en el plano psicológico, de ahí la importancia de manejar adecuadamente todas estas variables del set y el setting.
Estado emocional y mental de partida
Antes de embarcarse en una experiencia psicodélica, es fundamental que la persona evalúe su estado emocional y mental previo. Las drogas psicodélicas son muy amplificadoras: potencian las emociones, tanto las positivas como las negativas, pudiendo, por ejemplo, convertir dudas o pequeñas preocupaciones en grandes miedos. Si alguien atraviesa un momento de estrés, ansiedad o depresión, una experiencia psicodélica fuera de un contexto clínico puede intensificar esos estados de ánimo de forma excesiva. En cambio, si la persona está en un estado mental calmado, equilibrado, positivo y confiado, la experiencia puede llegar a ser profundamente enriquecedora.
Es recomendable que, si la persona siente alguna inseguridad o malestar previo al viaje, posponga la experiencia para otro momento más adecuado. La preparación mental incluye también una práctica de relajación y autorreflexión antes del consumo, lo que puede ayudar a calmar los nervios y reducir la posibilidad de tener una experiencia excesivamente difícil o un mal viaje.
Ejemplos de situaciones a evitar pueden ser consumir si recientemente se ha tenido una experiencia emocionalmente intensa (rupturas, duelos, peleas, etc.), si se tiene algo importante que hacer en horas posteriores o al día siguiente (compromisos, trabajo, viajes, etc.), si hay preocupaciones inmediatas sobre temas que puedan estar bajo su responsabilidad (cuidado de otras personas, gestiones, llamadas telefónicas, etc.), miedo a la sustancia o a la propia experiencia, usar el teléfono móvil durante la misma, etc. La salud física y neurológica de ese día también deben tenerse en cuenta aquí, pues un malestar corporal (fiebre, vértigos, dolor de cabeza o de estómago, de garganta, etc.) puede afectar muy negativamente a la experiencia.
Intención
Tener una intención clara para esa experiencia es uno de los aspectos más importantes en el manejo del set. Las personas consumen psicodélicos por diversas razones: autoexploración, crecimiento espiritual, resolución de traumas, diversión o, simplemente, curiosidad. Definir claramente cuál es el propósito del viaje ayuda a enfocar la experiencia y a darle un sentido de dirección, aunque esa intención no debe convertirse en una expectativa, sino más bien es una orientación inicial, un punto de partida. Como dicen muchos terapeutas: “la intención se queda en la puerta de la sala”.
Esta intención puede ser tan concreta como “quiero profundizar en mi relación con mi pareja” o tan abierta como “quiero entender mejor mis motivaciones en la vida”. Sin embargo, es vital recordar que las experiencias psicodélicas no siempre siguen un camino lineal, y la flexibilidad para dejar que la experiencia siga su curso natural es crucial. Para alcanzar esta flexibilidad es crucial partir de un lugar de máxima confianza en uno mismo y en lo que se va a vivir, saber que, si la preparación de la sustancia, el set y el setting se han hecho bien, y se está adecuadamente acompañado, no debería haber grandes riesgos implicados.
Expectativas
Las expectativas son otro aspecto crucial. Hay que desligar la intención (que actúa como una orientación o rumbo de partida) de las expectativas. Muchos principiantes pueden adentrarse en la experiencia esperando cumplir con su intención u obtener respuestas inmediatas, lo que puede causar mucha rigidez mental, intentos de control y frustración si las expectativas no se cumplen. Tener una actitud flexible y curiosa acerca de la experiencia, y confiar en su rumbo sea cual sea, es clave para minimizar la ansiedad y el miedo durante la experiencia. No olvidemos que uno de los mantras más utilizados para afrontar la experiencia psicodélica es “confía, déjate llevar y estate abierto” (trust, let go and be open), popularizado por el experimentado investigador psicodélico de la Universidad Johns Hopkins, William “Bill” Richards.
¿Qué es el setting?
El setting se refiere al entorno físico y social en el que ocurre la experiencia psicodélica. Este incluye el lugar, la música, la luz, la temperatura, los aromas, la compañía, el contexto cultural y social, la legalidad y cualquier otro factor externo que pueda influir en el desarrollo de la experiencia. Mientras que el set se enfoca en el mundo interno del individuo, el setting se centra en el mundo externo que rodea la experiencia y la alimenta.
Entorno físico
El lugar donde ocurre la experiencia psicodélica desempeña un papel fundamental en la calidad de la misma. Un entorno confortable, seguro, predecible, controlable y estéticamente agradable es vital para minimizar el riesgo de distracciones negativas. El espacio debe ser un lugar donde la persona se sienta segura y protegida, libre de sensaciones o estímulos que puedan inducir estrés o ansiedad, siendo ideal que se puedan controlar los estímulos (música, luz, temperatura, aromas, ruidos, presencia de otras personas, etc.).
En términos prácticos, esto puede significar un ambiente privado, cómodo, con muebles blandos, almohadas, mantas y luces suaves, a ser posible con presencia de algunos elementos naturales. La música también es un componente poderoso, ya que puede guiar emocionalmente a la persona a través de las diferentes etapas de la experiencia, y actuar como director de orquesta de todo aquello que va emergiendo en el viaje. Algunas personas prefieren sonidos de la naturaleza o música instrumental suave, mientras que otras optan por bandas sonoras que resuenen emocionalmente con ellas, pero esto también dependerá mucho de cuál sea la intención del viaje y la experiencia previa del viajero.
El entorno físico debería estar adecuadamente aprovisionado para hacer evitar los desplazamientos fuera del espacio (salir a la calle, ir a comprar comida, etc.) o tareas complejas (cocinar, llamar, organizar, etc.). Lo ideal es que cuente con los diferentes elementos que puedan ser necesarios durante la experiencia (playlist, auriculares, altavoces, bolígrafo, pinturas, libreta, inciensos, lámparas, agua, zumo, fruta, snacks ligeros, inodoro, etc.), y evitar tener cerca todo aquello que podría llegar a ser peligroso en algunas situaciones (fuego, cuchillos, escaleras, balcones, desniveles, etc.).
Compañía
El papel de la compañía es fundamental. Durante una experiencia psicodélica, la presencia de otras personas puede influir enormemente en el estado mental del individuo e incluso llegar a contagiarle tanto miedos y ansiedad como confianza y calma. Es ideal contar con la presencia de alguien de confianza, que esté sobrio, con adecuado conocimiento y experiencia previa con psicodélicos, que pueda actuar como un sitter (cuidador o guía), en caso de que la experiencia se vuelva abrumadora o se den situaciones de riesgo para las que sea necesario contar con ayuda externa. Este acompañante debe ser una persona calmada, experimentada, respetuosa y sin prejuicios, que esté allí para ofrecer apoyo cuando sea necesario pero sin interferir ni intentar dirigir la experiencia.
Muchas veces, las experiencias psicodélicas pueden sacar a la superficie emociones intensas, recuerdos profundos, malestares o miedos. Tener a alguien cerca que pueda sostener emocionalmente a la persona sin juicios ni intervenciones innecesarias es vital para garantizar un entorno seguro y una experiencia satisfactoria.
Además, el sitter tiene que vigilar que todo esté bien en el entorno y en la propia persona, para que no se produzcan situaciones de riesgo físico o mental, que el viajero esté adecuadamente hidratado y nutrido, que si llaman a la puerta o al teléfono pueda gestionar la situación, y saber cómo actuar y cuándo o cómo pedir ayuda en el hipotético caso de que se diese una situación de emergencia.
Contexto cultural, social y legal
El contexto sociocultural también desempeña un papel importante. Las normas culturales y las expectativas sociales pueden afectar a cómo una persona interpreta su experiencia o cómo se juzga a sí misma desde fuera. En algunos contextos, las experiencias psicodélicas se celebran y respetan como actos espirituales o de sanación, a menudo comunitarios incluso, mientras que en otros pueden ser estigmatizadas o vistas con mucho recelo. Es esencial que el viajero se rodee de un entorno social que valide y apoye su proceso (siempre que se trate de un uso bien informado y responsable), y que esté libre de presiones o juicios.
En este sentido, participar en ceremonias psicodélicas guiadas por chamanes o facilitadores capacitados puede ser una opción para muchas personas. Estos entornos ritualizados ofrecen un setting cuidadosamente diseñado y probado, con música, cantos y prácticas específicas que alinean el entorno con la intención de la experiencia.
La legalidad también ejerce un papel importante, pues la persona no se va a sentir igual sabiendo que está haciendo algo por lo que le pueden meter en problemas legales, que estando en un contexto legal. Este punto puede ser especialmente importante en personas con tendencia a la paranoia.
La (muy) necesaria consonancia entre ‘set’ y ‘setting’
Como vemos, el set y el setting están intrínsecamente conectados y, para reducir riesgos y aumentar la probabilidad de una experiencia positiva, ambos deben estar en armonía. El setting debe estar alineado con la intención de la experiencia, de modo que apoye y facilite el tipo de viaje que se desea tener y minimice los riesgos que pueden surgir durante el mismo.
Por ejemplo, si la intención es tener una experiencia introspectiva, de autoconocimiento o terapéutica, es recomendable optar por un setting que sea tranquilo y protegido, como un espacio doméstico acogedor, con música relajada y poca estimulación externa. Por otro lado, si la intención es tener una experiencia comunitaria o de ocio, el setting puede incluir la compañía de amigos cercanos, música más enérgica y un ambiente más dinámico.
De igual manera, la elección del setting debe tener en cuenta la experiencia previa de la persona con los psicodélicos. Los principiantes deberían optar por entornos más controlados, predecibles y seguros, mientras que los usuarios más experimentados pueden sentirse cómodos explorando entornos más estimulantes o dinámicos, siempre y cuando no se expongan a riesgos innecesarios.
Conclusión
La preparación adecuada del set y el setting es un pilar fundamental en la reducción de riesgos durante experiencias psicodélicas. Estos dos elementos, aunque a veces subestimados, determinan en gran medida la naturaleza de la experiencia y su impacto a corto y largo plazo. Al prestar atención al estado emocional y mental del individuo, establecer una intención clara y crear un entorno físico y social propicio, las personas pueden minimizar los riesgos asociados con los psicodélicos y maximizar su potencial para el crecimiento personal, la sanación y la exploración de la conciencia.
La armonización entre set y setting no es solo una cuestión de seguridad, sino también de optimización de la experiencia. Cuando ambos están alineados, la probabilidad de que el viaje psicodélico sea positivo y transformador aumenta significativamente. Las sustancias psicodélicas, manejadas con el debido conocimiento y respeto, pueden ser herramientas útiles, pero para ello debemos recordar que su potencial depende no solo de la sustancia en sí, sino del contexto interno y externo que preparemos para usarlas.