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Vuelve el ‘tucibí’

Hace unos años, los medios de comunicación estuvieron un tiempo hablando sobre la “coca rosa”, una supuesta droga nueva que se tomaba en los altos círculos de la sociedad. Sobre esta droga, también llamada tucibí, solo se sabía que era un polvo de color rosa, que se vendía por más de cien euros el gramo y que era un psicodélico. Al poco tiempo, desapareció de España, hasta que, hace apenas unos meses, volvió a aparecer (y en mayor abundancia).

Es un fenómeno difícil de diseccionar, por lo que empezaremos por examinar su nombre. Tucibí es una onomatopeya de la pronunciación de 2C-B en inglés. El 2C-B es una feniletilamina psicodélica, descubierta por Alexander Shulgin en 1974. En dosis bajas o medias, sus efectos son principalmente psiquedélicos, pero se caracteriza por producir, normalmente, una experiencia suave y fácil de gestionar. Además, a alguna gente le aporta unos efectos empatógenos similares a los del MDMA. A medida que se aumenta su dosis, la experiencia toma un carácter más alucinógeno, similar al LSD, pero con una duración menor: la experiencia con 2C-B es de cuatro a seis horas, en lugar de las ocho a diez del LSD. Sin embargo, cabe destacar un hecho muy importante: la gran mayoría de muestras de tucibí no contienen nada de 2C-B.

¿Qué es, entonces, el tucibí? Pues puede ser cualquier cosa. En general, se trata de una mezcla de sustancias, entre las que suelen incluirse la ketamina y el MDMA a partes iguales, y a menudo un tercer ingrediente como cafeína o paracetamol. Para ser exactos, un 28% de las muestras analizadas contenían MDMA y ketamina y un 17% contenían cafeína. Como contraste, la mayoría de muestras que llegan a Energy Control vendidas como 2C-B contienen 2C-B. Básicamente, si el camello le llama tucibí y es un polvo rosa, es una mezcla de varias sustancias (pero nunca 2C-B), y si le llama 2C-B, suele ser 2C-B.

Un negocio redondo, una mezcla con riesgos

Vuelve el ‘tucibí’

El precio por gramo suele oscilar alrededor de cien euros el gramo, cuando el gramo de las sustancias que se usan para preparar la mezcla no suelen superar los cuarenta o cincuenta euros. Negocio redondo. Más allá de los problemas evidentes que pueden generarse de que te den gato por liebre en el consumo de drogas (problema que puede evitarse llevando a analizar nuestras sustancias), aquí nos encontramos con dos graves problemas. Por un lado, su venta supone una evidente estafa con jugosos márgenes de beneficio. Por el otro, la mezcla de sustancias añade un factor de imprevisibilidad a los riesgos que tiene cada sustancia por separado.

Los efectos de la mezcla más común (ketamina y MDMA) pueden ser estimulación, euforia, pensamientos introspectivos, alucinaciones leves, sensaciones táctiles espontáneas y, a veces, náuseas, confusión, ansiedad, torpeza, etc. Cuanto más grandes sean las dosis, más posibilidades de que se presenten efectos secundarios desagradables. La interacción entre estas dos sustancias tiene como principal riesgo fisiológico la cardiotoxicidad (alteraciones en el corazón debido a fármacos u otras sustancias) y la hepatotoxicidad (enfermedad hepática tóxica inducida por drogas). Sin embargo, debemos tener en cuenta que la composición del tucibí puede variar mucho de una muestra a otra. Es por eso que, en el caso de que haya llegado tucibí a nuestras manos, es especialmente importante que lo llevemos a analizar. Además de saber la composición, en un servicio de reducción de riesgos como Energy Control podremos asesorarte sobre los efectos, riesgos e interacciones posibles de esa composición concreta.

En lo que se refiere a las mezclas, los riesgos son los habituales. Si el efecto de una sustancia es de por sí imprevisible, ya que depende de numerosos factores difíciles de controlar (pureza, estado de ánimo, estado físico...), si son dos sustancias (o más) mezcladas que también pueden tener interacciones entre ellas, es aún más complicado. Además, imaginemos que no sabemos en qué proporción están mezcladas ni podemos estar seguros de que sea una mezcla homogénea. Si bien es cierto que algunas personas llegan a controlar que las mezclas les pueden sentar bien en ciertos momentos, con todos las variables mencionadas en juego se hace muy complicado obtener los efectos que esperamos.

La cobertura mediática

En cuanto a lo frecuente que es esta estafa en sí misma, debemos recordar que los medios de comunicación suelen dar mucha cobertura mediática a fenómenos que tienen que ver con drogas y consumo. Si buscamos en internet sobre el tucibí, seremos bombardeados con un montón de artículos publicados alrededor del 2018 hablando sobre la coca rosa, un terrible y mortal fenómeno que arrasaba en la alta sociedad. Una verdadera perla es un artículo titulado “Así es la nueva droga de la alta sociedad: tucibí o ‘cocaína rosa’, se vende a novecientos euros el gramo y domina ya las grandes ciudades”. Sobre el resurgimiento del fenómeno que ha ocurrido a principios del 2012, aún no se ha dado la explosión mediática, aunque podemos suponer que veremos artículos igual de sensacionalistas y poco contrastados.

Al final, ya nos lo decían nuestros padres: no hay que fiarse de lo que nos dicen, y menos si hay dinero de por medio. En el caso del tucibí, se trata de un fenómeno con todos los elementos necesarios para generar un buen pitote. La composición es variable e inconsistente, se vende a un precio muy superior que el del coste de sus ingredientes individuales y hay una montaña de desinformación que hace casi imposible informarse sobre esta mezcla. Si lo que buscas es 2C-B, asegúrate de que tu camello te ofrece 2C-B en vez de tucibí. Si lo que buscas es los efectos que proporciona la mezcla de MDMA y ketamina, mejor es comprarlo por separado y prepararse la mezcla uno mismo.

Referencias

https://www.bdp.org.uk/get-information/drugs-information/2c-b
https://www.echelecabeza.com/sino-es-2C-B-tuci-entonces-que-es
https://canamo.net/otras-drogas/nuevas-sustancias/2c-b-un-alucinogeno-no-tan-intenso
https://www.facebook.com/energycontrol/posts/2242240912457681
http://wiki.tripsit.me/wiki/2C-B

 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #281

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