Escapemos del frío a lomos de un salmón “marianado”, volando a contracorriente, con el viento de cara, el estómago lleno y el corazón contento. La primavera está a la vuelta de la esquina y vamos a salir a su encuentro.
Elaboración
Después de los rigores del invierno llegan las temperaturas más agradables, en las que apetece alguna que otra tapita fría. Por eso, a nuestro protagonista de hoy no vamos a cocinarlo al fuego sino a “marianarlo”. Se trata del salmón, un pescado nutritivo que podemos encontrar en cualquier pescadería a un precio razonable casi todo el año. Para disfrutarlo plenamente le añadiremos nuestro toque psicoactivo con la variedad auto llamada Vesta. Procede de un cruce de genéticas americanas y cepas europeas con un 55% sativa y un 45% índica, y posee una resina de alta calidad que le otorga una potencia considerable. Es muy fácil de cultivar y su sabor es espectacular y lleno de matices, desde el afrutado índico hasta el alimonado de las sativas. Perfecto para la intensidad del salmón.
Como ya hemos explicado en alguna ocasión, para hacer la tintura necesitaremos un bote hermético, 25 g de restos de manicura o 20 g de cogollos y 1/2 litro de una bebida de alta graduación, en este caso utilizaremos ginebra. Es bien sencillo: ponemos la marihuana y la ginebra en el bote, lo cerramos bien, lo guardamos en un lugar donde no le dé la luz y lo dejamos ahí durante una semana moviéndolo un poco –no mucho– cada dos días. Pasado este tiempo, lo filtramos con un colador de tela y dejamos que el alcohol se evapore. Este proceso podemos hacerlo lento, dejándolo en un plato hondo destapado sin que le dé la luz durante cuarenta y ocho horas. O podemos acelerarlo poniéndolo a calentar a fuego muy bajo, durante unos quince minutos no más, en la vitro o la inducción. Si la cocina es de gas, se tendrá que hacer por la vía lenta, ya que el alcohol es muy inflamable y no merece la pena quemarse o incendiar la casa. Cuando se haya evaporado el alcohol, verteremos la tintura en un frasco con cuentagotas para calcular bien las dosis. Y ya podemos ponernos con nuestro salmón.
Para no tener sorpresas desagradables, comenzaremos congelando el pescado, ya que no vamos a cocinarlo y tenemos que evitar el famoso anisakis. Este parásito muere si congelamos el pescado a -18 ºC un mínimo de setenta y dos horas. Una vez tengamos el salmón limpio de espinas y anisakis, necesitamos un recipiente plano y hondo donde nos quepa nuestro trozo con holgura.
Primero mezclaremos los ingredientes secos de la marinada. En un bol vertemos la sal, el azúcar, el eneldo picado y la pimienta machacada. Moveremos bien y colocaremos una capa a modo de cama en el recipiente plano. Acostaremos nuestro salmón encima, le untaremos con la mano la tintura y lo cubriremos por completo con el resto de la marinada. Lo tapamos con film de plástico. A continuación presionamos con la mano y le ponemos encima algo de peso, por ejemplo un par de briks de leche de un litro. Lo introducimos en la nevera y lo dejamos allí unas veinticuatro horas. Al día siguiente lo sacamos y lo lavamos bajo el grifo para quitar los restos de marinada que tenga adheridos y lo secamos muy muy bien con papel de cocina. Ya tenemos nuestro salmón “marianado”. Con él podemos elaborar diversas recetas, ya depende de la imaginación de cada uno. A mí me gusta sencillamente con un poco de verde (lechuga, rúcula, canónigos, etc.) y un poco de crema de yogurt natural para poder disfrutar de su delicioso sabor.