En homenaje a los veinticinco años de la muerte del genio del flamenco don José Monje Cruz, hoy vamos a alargar un poco más el verano para darnos un paseo por las maravillosas playas de Cádiz y degustar uno de sus manjares más conocidos y crujientes.
Elaboración
Para esta ocasión he seleccionado la variedad White Jewel, de Exotic Seed. Es un híbrido (60% sativa-40% índica) muy productivo, de densos cogollos repletos de resina. Tiene aromas especiados y en algunos casos toques cítricos. Su colocón es limpio y cerebral, con efectos creativos y sociales, así que la recomiendo para actividades artísticas como tocar música o pintar. Le vamos a extraer sus encantos en un A.O.V.E, de cuya elaboración podéis informaros en recetas anteriores. Con este aceite vamos a hacer una mahonesa casera que después transformaremos en una versión de la salsa tártara para mojar nuestras tortillitas de Camarón.
Comenzaremos por la salsa para que dé tiempo a que se enfríe mientras hacemos las tortillitas. La mahonesa casera es muy fácil de elaborar y se puede hacer con huevo o con leche, aunque si optamos por el huevo debemos tomar precauciones; elaboraremos solo la cantidad que vamos a consumir y así evitaremos riesgos con la famosa salmonelosis. Para ayudar a que no se corte, sacaremos los huevos de la nevera un par de horas antes para que estén a la misma temperatura que el aceite y así emulsionen mejor.
Ponemos el huevo y la yema en un vaso batidor o similar, lo importante es que sea alto y estrecho. A continuación añadimos la sal, el zumo de limón y el aceite de girasol, e introducimos la batidora con cuidado hasta el fondo del vaso. Comenzamos a batir a velocidad lenta un par de minutos hasta que la mezcla se amalgame. Después, vamos añadiendo el AOVE de White Jewel poco a poco en un hilo fino batiendo cada vez a más velocidad a medida que la salsa vaya espesando. Cuando ya esté espesa, le podemos añadir la cebolla muy picada, el pepinillo, la alcaparra y la mostaza. Mezclamos bien y listo, reservamos en la nevera.
Y vamos a por la tortillitas. Cogemos un bol y ponemos los ingredientes secos, es decir, las dos harinas y la sal, y mezclamos bien. A continuación añadimos la cebolla, el ajo y el perejil bien picados y, por último, los camarones y el agua. Mezclamos bien con la ayuda de una varilla hasta obtener una masa homogénea.
Vertemos el aceite de girasol en una sartén y la ponemos al fuego. El aceite debe estar a unos 170 º. Podéis probar su temperatura echando un poco de la mezcla dentro y viendo cómo reacciona. Debe sonar crepitante y hacer burbujitas. Cuando esté a la temperatura idónea y con la ayuda de una cuchara, vais vertiendo la masa en pequeñas cantidades si queréis que las tortillitas sean pequeñas. Una vez dentro del aceite, y con la ayuda de unos palitos de madera o una espumadera, las vais moviendo hasta que estén doradas por todas partes y las ponéis en un plato con papel absorbente para eliminar el exceso de aceite. Sacáis la salsa de la nevera y podéis empezar a degustarlas de inmediato, que están buenas calentitas. Y mucho cuidado con el “mojeteo” en la maravillosa y psicotrópica salsa. No os paséis, que, como dijo Paracelso, el veneno es la dosis.
Camarón, va por ti.