Ingredientes para cuatro personas
Elaboración
Para esta magnífica receta hemos seleccionado la variedad Kickass Auto de Kannabia Seeds. Se trata de una variedad índica con un potente efecto relajante. Sus aromas afrutados y dulces se integrarán perfectamente en nuestra crema de plátano asado, que rellenará los raviolis. Para ello, elaboraremos una tintura con ron añejo. Como ya hemos explicado en alguna ocasión, la tintura es muy fácil de elaborar: unos 20 g de flores u hojas con tricomas por medio litro de alcohol, en este caso, ron añejo. Se introduce todo en un bote hermético y se guarda en un lugar sin luz ni humedad. Lo dejaremos allí durante al menos treinta días, moviéndolo de vez en cuando. Pasado este tiempo, la filtraremos con un colador fino y ya tendremos la tintura lista para el consumo.
Una vez que tenemos la tintura preparada, ya podemos comenzar con las elaboraciones de la receta en sí. Son tres: por un lado, el asado de los plátanos al horno, por otro, la cocción de los calabacines, y por último, la salsa de chocolate blanco.
Empezamos asando los plátanos, ya que después necesitaremos que se enfríen para rellenar los raviolis. Deberemos precalentar el horno a unos 180º. A continuación, pelamos los plátanos y los ponemos en una bandeja. Agregamos la mantequilla, el azúcar moreno, el zumo del limón exprimido y la tintura de ron añejo con Kickass Auto. Lo metemos todo en el horno y lo dejamos asar durante unos veinte minutos. Pasado este tiempo los sacamos, flipamos con el olorcillo que desprenden y los ponemos en un vaso de batidora o similar. Los batimos para hacer la crema. Finalmente, los ponemos en un recipiente y los dejamos enfriar en la nevera al menos una hora. Bueno, si nos puede el ansia, podemos meter el dedo un poco y probarlo antes de enfriarlo. Mmmm... Al sacarlo, tiene que quedar con bastante cuerpo, ya que el plátano contiene pectina, que al enfriarse se solidifica. Primera elaboración terminada.
Para la segunda, la cocción de los calabacines, cogemos una olla grande y la llenamos de agua: la ponemos a hervir y le añadimos las cucharadas soperas de sal y azúcar blanco. Mientras se calienta, lavamos bien los calabacines y les cortamos los dos extremos. Aquí viene una de las partes más técnicas de la receta: sin pelarlos, tenemos que cortar láminas muy finas a lo largo, es decir, de un extremo a otro consiguiendo que queden finas y todas del mismo grosor. Os aconsejo un buen pelador para esta tarea; si no tenéis un cortafiambres o una mandolina, claro. Necesitaremos dos láminas por ravioli, es decir, unas veinticuatro si queremos tres raviolis por ración para cuatro personas. Una vez cortadas, ponemos un bol con agua fría y el hielo junto a la olla. La idea es cortar la cocción inmediatamente y fijar la clorofila de la piel del calabacín por contraste de temperatura. Así que cuando hierva el agua, vamos echando, de cuatro en cuatro, las láminas de calabacín. Contamos hasta diez y las sacamos escurriendo al máximo para meterlas inmediatamente en el agua con hielo, y repetiremos los pasos las veces necesarias hasta tener todas las láminas cocidas. A continuación, las sacamos del hielo y las escurrimos con cuidado, pero con eso no es suficiente, hay que secarlas muy bien. Para eso, aconsejamos poner papel de cocina en una superficie seca y extender las láminas ordenadas una junto a la otra. Hay que tener mucho cuidado al manipularlas, ya que son delicadas y fáciles de romper, así que tendremos que tratarlas con mimo. Una vez secas, las reservamos y nos vamos al siguiente paso: la salsa de chocolate blanco.
Esto es lo más fácil de todo. Solo tenemos que poner a fuego muy lento o al baño María la leche evaporada con el chocolate blanco. Cuando el chocolate esté completamente derretido, lo mezclamos bien y ya estará lista la salsa. La enfriamos y la reservamos. Mientras, nos ponemos a rellenar los raviolis. Primero, cogemos dos láminas de calabacín cocidas y secas y las ponemos en cruz simétricamente, en el centro, colocamos una cucharada pequeña (de café) de crema de plátano fría y, a continuación, plegamos los extremos de la cruz sobre la crema: primero el de la derecha, después el de arriba, a continuación el de la izquierda y para terminar el de abajo. Si veis que alguno de los extremos es demasiado largo, lo cortáis hasta que os permita cerrar el ravioli formando un cuadrado perfecto. Una vez cerrado, le damos la vuelta y ya tendremos nuestro primer ravioli. Cuando los tengamos todos, solo nos quedará caramelizarlos y montar los platos.
Para caramelizarlos, habrá que poner encima un poco de azúcar moreno y aproximar un soplete de cocina. Si no tenemos soplete, siempre podemos utilizar un mechero de esos que queman la piedra de maravilla, o en su defecto, ponerlos incluso sin caramelizar.
Para montar el plato, ponemos dos o tres cucharadas de salsa de chocolate blanco de base y sobre ella los raviolis, caramelizados o no, colocados graciosamente. Y como decoración, lo adornamos con unas hojitas de hierba buena y alguna fruta de color rojo, como la frambuesa, por ejemplo.
Pues ya lo tendremos, colegas, a disfrutar de la degustación y, sobre todo, de la digestión. ¡Hasta la próxima!
LA DOSIS CORRECTA