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100 canciones sobre drogas (5)

“¿Sabes?, he fumado un montón de yerba / oh, Señor, me he tragado un montón de píldoras / pero nunca he tocado nada / que pudiera matar mi espíritu"

90 Spacemen 3. “Call the doctor” (del álbum The Perfect Prescription, Glass, 1987)

Spacemen 3

Argonautas de una neopsicodelia opiácea, reduccionista y reverberante, Peter Kemper y Jason Pierce, las dos mentes rectoras de esta banda británica, nunca negaron su afición a la heroína y otras sustancias, ni la inspiración devenida de esas adicciones recreacionales. A lo largo de su carrera se sucederían temas relativos a la embriaguez, objeto de un culto casi romántico: “Catástrofe por sobredosis”, “Perdiendo contacto con mi mente”, “Aterriza suavemente”, “Sinfonía del éxtasis”. Perteneciente a su álbum The Perfect Prescription (‘La receta perfecta’), una obra conceptual en la que según los autores quedaban reflejadas sus mejores y peores experiencias con las drogas, “Call the doctor” se encuadrada en la segunda de esas categorías. Llamada de socorro, paradójicamente sosegada, desde las profundidades de una extralimitación de caballo. “Avisa al doctor, monada / sabes que estoy próximo a mi último aliento / mejor que te des prisa, nena / o vas a ser mi muerte / líbrate de las cucharillas / y de otras evidencias delatoras / porque cuando la ley llegue esta tarde / no creo que llamen a la puerta / avisa al doctor, monada / dile que se apresure y corra / porque creo que me he pasado, nena / dile que no es nada divertido / llaman a la puerta, nena / mira a ver quién la golpea desde el otro lado / diles que se vayan con su furgón / creo que me voy a dar una vuelta / diles que me lo hice yo mismo / que llevé una vida de pecado”.

89 Steppenwolf. “The Pusher” (del álbum Steppenwolf, ABC-Dunhill, 1968)

Universalizados por la recurrente oda motera “Born to be wild”, Steppenwolf, canadienses afincados en Los Ángeles, no dejaron piedra sin remover en su sistemática explotación de aquellos temas que la contracultura puso de actualidad, fuera la reclutación obligatoria, la perversidad del capitalismo o la política nixoniana. Las drogas tampoco escaparon a ese escaparatista escrutinio, dejando muestras como “Magic carpet ride”, “Don’t step on the grass” y “Snowblind friend”, esta última versión de una composición del cantautor folk Hoyt Axton. Obra del mismo, “The pusher” (‘El camello’) también sería transformada en balada de rock ácido e incluida junto a “Born to be wild” en la icónica banda sonora de la película Easy Rider, así como en su primer LP, convirtiéndose en maniqueo clásico menor generacional. “¿Sabes?, he fumado un montón de yerba / oh, Señor, me he tragado un montón de píldoras / pero nunca he tocado nada / que pudiera matar mi espíritu / he visto a mucha gente / andando por ahí / con lápidas en sus ojos / al camello chungo no le importa / si vives o mueres / maldito sea ese camello / hay camellos / que en su mano llevan la yerba del amor / pero los hay que son monstruos / buen Dios, no son hombres normales / unos te venderán dulces sueños / otros te destruirán el cuerpo / y dejarán tu mente gritando / si fuera presidente de este país / les dispararía / sí, les mataría con mi biblia / con mi navaja y mi revolver”.

88 De La Soul. “My brothers is a basehead” (del álbum De La Soul Is Dead, Tommy Boy, 1991)

De La Soul

Si pothead designa en inglés a un fumador de yerba y acidhead a un consumidor habitual de ácido, el modismo basehead se impuso en los ochenta con objeto de atender nominalmente a los aficionados al crac. Kelvin Mercer, de nom de plume Posdnuos, uno de los fundadores de De La Soul, escribía para el trío neoyorquino de hip-hop esta fraternal semblanza de los estragos que el crac había operado sobre su hermano mayor, y encima a costa de su bolsillo. “Esta canción no contiene letras explícitas, pero sí un elemento indeseado, el basehead, el más bajo de los bajos elementos que existe. Y lo triste es que es mi hermano”. Incluida en el segundo álbum del grupo y construida sobre samples de Fat Boys, Wayne Fontana y The Doors, constituye una lectura de cartilla en toda regla: “A nuestro paso por el instituto malgastamos nuestras mentes / ciegos de toda la yerba que podíamos fumar / pronto te pasaste a los deportes nasales / cada cinco minutos esnifabas cocaína / me dijiste que necesitabas un colocón más potente / debutaste en el escenario del crac en el 86 / al contrario de otras drogas que controlabas / esta sustancia engulló tu cuerpo y tu alma / ahí empezaste a perder mi respeto... / hermano, hermano, estúpido hermano mío / te empezaste a colocar a los nueve años / y ahora a los veintiuno has tocado fondo / ningún sitio al que volver, ningún sitio al que ir / mis dividendos y mi mercancía empezaron a desaparecer / me hago una idea, de dónde acabaron”.

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #238

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