La desaparición del mapa de citas como el SOS 4.8, de Murcia; el Territorios Sevilla, y anteriormente, el Summercase, de Barcelona y Madrid, parecía decretar el reventón de la burbuja de festivales musicales españoles. Sin embargo, como antes ocurrió con la burbuja inmobiliaria o la crisis económica mundial, nadie parece reformarse. En una escalada propiciada por las oligopólicas agencias globales de contratación, los promotores acceden a pagar mayores salarios cada año para asegurarse en exclusiva grandes nombres internacionales, mientras que los artistas locales más populares repiten una y otra vez en carteles casi clónicos.
Pero, lejos de pinchar, los festivales siguen al alza en toda la Península, muchos sostenidos por dinero público y gestionados demasiadas veces por amigos del alcalde o por piratas que, si no venden suficientes anticipadas, pillan el dinero y corren. Los ayuntamientos insisten así en una versión 2.0 de la hipertrofiada financiación de fiestas municipales que, durante los años ochenta y noventa, contribuyó a inflar cachés con resultados ruinosos no solo para el erario público, sino también para el tejido profesional cultural.
Pero tampoco queremos amargaros la fiesta. Lo cierto es que en el 2017 las diez citas más multitudinarias del país se las arreglaron para sumar 1,85 millones de asistentes, y casi todos los grandes festivales nacionales superaron sus propios récords de asistencia, en una tendencia refrendada por las ediciones 2018 del Primavera Sound o el Sónar. El éxito de la fórmula radica en unas condiciones de cultivo ideales: buen clima, millones de turistas extranjeros atraídos por el sol y fiesta, y un nutrido público nacional que apenas gasta en cultura durante el año, pero no duda en comprar fielmente su abono o, como dirían los expertos en marketing, su “experiencia”, definición que tal vez explique por qué muchos asistentes se dedican a todo menos a escuchar los conciertos.
Para bien o para mal, el caso es que a lo largo del año España acoge un millar de festivales, de estilos musicales y entornos muy diversos. Hay para todos los gustos, y por eso recorremos nuestra geografía seleccionando los más tentadores para agosto y septiembre.
NORTE
Festival Noroeste Estrella Galicia (A Coruña, del 7 al 12 de agosto)
Tremendamente ecléctico y con amplia muestra de artistas galegos, en esta 32.ª edición demuestra que, si se quiere, sobran cabezas de cartel femeninas: Christina Rosenvinge, Ana Curra (ex-Pegamoides y Parálisis Permanente), Neneh Cherry, Bflecha, Nathy Peluso, Rocío Márquez, Maria del Mar Bonet... Además, sonará el doom metal de los británicos Dead Witches, la electrónica industrial de los argentinos Mueran Humanos o dos de las propuestas más reverenciadas de la escena catalana actual: el folklore vanguardista de Maria Arnal i Marcel Bagés y la creatividad en ebullición de los imprevisibles Za!
También en Galicia se encuentra la propuesta de rock y mestizaje del SonRías Baixas en Bueu (Pontevedra, del 2 al 4 de agosto), con Berri Txarrak, Che Sudaka, Gatillazo, Muchachito, Talco y La Raíz. Pasando a Asturias, destaca el potente Tsunami Xixón (3 y 4 de agosto), con reclamos internacionales como The Prodigy, Gogol Bordello, The Hives, Bad Religion, Millencolin, Lagwagon y Marky Ramone. En la misma comunidad, se reunirán mods y amantes del sonido sesentero para bailar a James Hunter Six, The Mystic Braves o Los Retrovisores en el Euroyeyé (Gijón, del 2 al 5 de agosto). Quienes compren el abono, podrán además acceder al bolo de The Hives del Tsunami, gracias a la alianza entre el macrofestival y esta modesta cita. Por su parte, el Santander Music (del 2 al 4 de agosto) llena la capital cántabra con nombres patrios de moda –Izal, La M.O.D.A. y Kase.O–, más Instituto Mexicano del Sonido o Soleá Morente, junto a Napoleón Solo. En La Rioja, el Muwi celebra, en las bodegas y calles de Logroño (del 23 al 26 de agosto), los conciertos de Sidonie, Carmen Boza, Mikel Erentxun, Triángulo de Amor Bizarro, Depedro e Iseo & Dodosound. Y volviendo a la cornisa cantábrica, el Donostia Festibala (14 y 15 de septiembre) trae a las bandas californianas No Age y La Luz, y a varios de los nombres españoles ya mencionados, sumando a Niño de Elche, Cala Vento, C. Tangana, el supergrupo Riot Propaganda y una buena cantidad de dj. En la misma Guipúzcoa, no podemos obviar el Expogrow de Irún (del 14 al 16 de septiembre). La feria cannábica suele presentar una buena selección de conciertos y, al cierre de este número, confirmaba a El Canijo de Jerez y a los franceses Deluxe.
CASTILLA Y LEÓN
Sonorama Ribera (Aranda de Duero, Burgos, del 8 al 12 de agosto)
El primer gran festival en apostar plenamente por el indie nacional cumplía veinte ediciones el año pasado, galardonado por los Premios Fest como el Mejor Festival de Gran Formato Nacional. Esta vez lleva a las viñas burgalesas a Liam Gallagher (de los Oasis) y a los Morcheeba, pero el grueso de la programación sigue perteneciendo a nombres de aquí como Dorian, Bunbury, L.A., Xoel López, Maga, Josele Santiago, La Bien Querida, Nada Surf, Virginia Maestro, Rayden, El Último Vecino, Mi Capitán, Arizona Baby, Joana Serrat... Sin golpes de efecto como los de Raphael o Camela en anteriores ediciones, aún es el único festival donde “te puedes meter un lechazo entre pecho y espalda que luego te huele la boca a choto hasta nochevieja”, como rezaba su mítico anuncio viral del 2007.
En la misma provincia tiene lugar Ebrovisión, que llega a la mayoría de edad también dedicado a lo indie presentando en Miranda de Ebro (del 30 de agosto al 1 de septiembre) a Lori Meyers, La Casa Azul, La Habitación Roja, Los Coronas y Egon Soda, junto a los británicos Superfood y el americano Ron Gallo. Más joven es el Shikillo Festival, ubicado en las idílicas piscinas naturales de Candeleda (Ávila, del 2 al 4 de agosto) y llevando a la Sierra de Gredos a Asian Dub Foundation, Boicot, Narco y SHO-HAI, entre otros.
LEVANTE
Rototom Sunsplash (Benicàssim, Castellón, del 16 al 22 de agosto)
La gran cita jamaicana en Europa, nacida en Italia y trasplantada con éxito a la costa castellonense, celebra su veinticinco aniversario con el bluesman Ben Harper en un show inédito donde se zambulle en el reggae. En un cartelazo de infarto, se le suman los neozelandeses Fat Freddy’s Drop, la estrella subsahariana Tiken Jah Fakoly, el regreso de Orishas y también de The Skatalites, o grandes figuras del reggae de todas las épocas como Jimmy Cliff, Alborosie & Shengen Clan, Sly & Robbie feat Yellowman, Johnny Osbourne & Bitty McLean. Y también el tributo a Peter Tosh de la mano de su hijo Andrew, entre muchas otras propuestas y un goloso programa de conferencias y talleres.
A media hora en coche, se celebra el Arenal Sound de Burriana (Castellón, del 31 de julio al 5 de agosto). Se trata del festival español que en el 2017 congregó a más público (¡trescientas mil personas!), pero ya hace tiempo que agotó entradas para disfrutar de, por ejemplo, Crystal Fighters, Azealia Banks, James Blunt y Steve Aoki. En Alicante hallamos el Rabolagartija de Villena (del 16 al 18 de agosto), donde destacan Rozalén, Bebe, Mártires del Compás, O’Funkillo, Nach, Lágrimas de Sangre y El Langui, junto a músicos ya mentados como The Skatalites, Boikot y Kase.O. La misma localidad alicantina celebra el Leyendas del Rock (del 8 al 11 de agosto), ineludible para los fans del rock duro, con Nightwish, W.A.S.P., Saxon, Warlock, Suicidal Tendencies, Mr. Big y un Rosendo en plena gira de despedida. Pero si eres más de electrónica, la ciudad de Barcelona celebra el DGTL (10 y 11 de agosto), con Ben Klock, Carl Craig, DJ Koze, Maceo Plex, Oscar Mulero, Nightmares on Wax y Speedy J. Y, frente al cercano pantano de Sau, se monta el ecológico y activista BioRitme de Vilanova de Sau (del 23 al 26 de agosto), con Txarango, Lendakaris Muertos, Deluxe, Els Catarres, La Sra. Tomasa y los sentenciados raperos Pablo Hasel y Valtonyc. Este último no asistirá, exiliado tras su condena por injurias al rey, pero consta en el cartel de muchos festivales, sobre todo catalanes, reivindicando así la libertad de expresión.