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¿Ha existido alguna vez un rap psicodélico?

A cincuenta años del nacimiento del hip hop, el rap, a pesar de formar parte ya del canon pop, todavía sigue siendo un estilo musical mayoritariamente malinterpretado y visto de una forma muy estrecha. Hablamos de un género que, partiendo de las mayores limitaciones formales –apenas un DJ y un MC (un pinchadiscos y un vocalista)–, expandió su universo de manera exponencial. Aquí nos centraremos en su intrínseca capacidad de generar nuevos mundos en nuestra cocotera, porque hubo y sigue habiendo un rap psicodélico. 

Empecemos por las conexiones previas a Jamaica y el dub. Tras la irrupción de la armonía fragmentada y la disonancia después de la primera guerra mundial llevada a cabo por Arnold Schönberg, Alban Berg y Hanns Eisler con el dodecafonismo, comienza un aceleramiento que se dio en ese breve siglo xx tras la segunda guerra mundial. Ese cambio, junto a la aparición de la música concreta con los trabajos de Pierre Henry y Pierre Schaeffer, serían las dos perspectivas que ampliaron hasta confines insospechados el espectro de lo que es música. La música concreta se caracteriza por el uso de sonidos ya grabados y manipulados con efectos y cambios de velocidad. Es importante partir de esta perspectiva, ya verán que no es capricho.

¿Qué es música? La tensión entre la farra y lo divino.

Si partimos de la definición de que la música no es otra cosa que sonidos ordenados en el tiempo, como decía el compositor contemporáneo Pierre Boulez, ya estamos expresando esa ruptura de lo armonioso, de lo sacro que la música venía representando por lo menos mayormente desde la antigüedad, aunque quizás su uso más relevante y popular a lo largo de la historia –pero menos documentado que el religioso– haya sido como acompañamiento de la jarana organizada para bailar y satirizar el poder. 

Así que vamos perfilando cómo en el rap confluyen unas ansias de experimentar y de crear algo nuevo, sin olvidar el goce del baile. En su origen están las fiestas conocidas como block parties, organizadas en solares entre bloques de viviendas, pero sus herramientas eran sonidos ya grabados como los de esos músicos de vanguardia que se habían quedado ensimismados en su subjetividad, en realidad, atrapados en ella. Mientras, unos cuantos músicos de la periferia en su sentido más amplio, de Jamaica al Bronx, quisieron aunar miles de subjetividades para inseminar ese monstruo de un millón de mentes que es la cultura hip hop. 

South Bronx Park Jam, 1984. Foto de Henry Chalfant.

South Bronx Park Jam, 1984. Foto de Henry Chalfant.

Si establecemos el punto cero del remix –generar canciones con fuentes de sonido ya grabadas a través de su manipulación– en los experimentos que dieron paso a la música concreta en los cincuenta, llevados a cabo por Pierre Schaeffer y Pierre Henry, veremos cómo esta técnica la volvió a aplicar Lee Perry en Jamaica una década más tarde, con la intención de sacarle más rendimientos económicos a sus producciones. 

La idea no fue otra que incluir en la cara B de los singles que publicaba la versión instrumental del tema ralentizado y manipulado. Unos pelanas, seguramente desconociendo la música concreta, consiguen con ello abrir un caudal al que siguen acudiendo músicos para encontrar nuevos caminos, y que, al mismo tiempo, representa mejor que ninguna la cultura contemporánea, la mezcla y reconfiguración de elementos sin ningún tipo de jerarquía estilística. Por eso el hip hop se ha establecido como canon de la música pop moderna, sustituyendo la imaginería rock.

Fiestas callejeras, fiestas del mañana eterno 

DJ Kool Herc, el primer dj de rap de la historia.

DJ Kool Herc, el primer dj de rap de la historia.

Pues sí, no lo olviden, unos pelanas sin estudios superiores inventaron las técnicas de la música pop moderna, y además con una eficacia y eficiencia envidiables, en un sentido creativo, aunque les guiara la explotación de un producto y la maximización de este. También poseían una visión de la música como una fuerza motriz sacra, pero empujada por el ritmo y cuyo fin era el baile, de una forma absolutamente desprejuiciada en la que conviven robots, Fania All Stars, bandas sonoras, efectos de sonido y después rimas. 

El pistoletazo de salida de esta cultura es la primera fiesta que organizó Cindy Campbell, que puso de pinchadiscos a su hermano DJ Kool Herc (el primer dj de rap de la historia) y su Sound System Herculoids en el Bronx el 11 de agosto de 1973. Ya ahí aparecía la proyección de un personaje fuera de la realidad, los apodos artísticos, la proyección de querer largarse de esa realidad a la que se ven sometidos, y de querer explorar otros mundos. Incluso las menciones al pasado, realizadas a través del sampleo, están hechas como una forma de proyectar sus potencialidades no cumplidas hacia el futuro, exigiendo que estas se materialicen. No es una simple cita al pasado, no es un silbato para reconocerse entre iguales, sino más bien el despliegue de toda la potencia que tiene ese break de tres segundos para modificar la conducta humana, expandiendo la microdosis rítmica, su ADN, poniendo el foco en su elemento atómico. Como si hiciéramos un zoom desde el microscopio de Albert Hoffman, ampliáramos el encuadre a su viaje en bicicleta y le incorporamos una BSO con los ritmos de otros continentes o galaxias. 

En aquellas fiestas, llamadas block parties, se mezclaba todo tipo de música, era un ocio organizado fuera de un circuito comercial, eran intergeneracionales y tenían una clara misión: acabar con la violencia de las bandas callejeras. Ritmo y paz. De hecho, quien popularizó la existencia de esas fiestas fue un miembro de una pandilla, los Black Spades, que había tenido su particular caída del caballo camino a Damasco en un viaje a África. Estamos hablando de Afrika Bambaataa, que llevó las block parties a los clubs de todo el mundo, fue pionero del electro (la música instrumental con la que se bailaba breakdance) y también de otras formas de electrónica pop. Sin duda alguna, estos hermanos provenían de otros mundos y espacios temporales. 

Los surcos del relato oficial 

De La Soul herederos del Flower Power y de la cultura psicodélica más pop.

De La Soul herederos del Flower Power y de la cultura psicodélica más pop.

En general, lo psicodélico en el hip hop ha venido integrado por el trabajo de DJ y productores. De hecho, podemos decir que hay dos psicodelias. Una occidental, que basa casi todo su corpus en los avances tecnológicos, grabación y efectos, y una periférica y naturalista, más ligada a la repetición y al drone, que va desde Masters Musician of Joujouka hasta grabaciones icónicas de campo, como las de los rituales de María Sabina Mushroom Ceremony of The Mazatec Indians of Mexico (Folkways, 1957), pasando por otras muchas de ese cajón de sastre que se llama músicas del mundo. 

"Pues sí, no lo olviden, unos pelanas sin estudios superiores inventaron las técnicas de la música pop moderna, y además con una eficacia y eficiencia envidiables, en un sentido creativo, aunque les guiará la explotación de un producto y la maximización de este"

El relato oficial del rap está sustentado en delincuencia y violencia, pero esto impide ver el enorme potencial desplegado por Afrika Bambaataa, Grandmaster Flash, Kool Herc, Prince Paul, Madlib, maestros del muro de sonido como The Bomb Squad, outsiders absolutos como Rammellzee o continuadores conscientes de esta tradición como Shabazz Palaces o psiconautas a pulmón abierto como Ras G o Flying Lotus. Lo que pasa es que su psicodelia no remite a pasados mitificados, sino que instituye nuevos mitos de una manera más honesta que la psicodelia histórica de los sesenta, haciendo converger tecnología y futuros alternativos que podrían haber sido. He ahí que entronca directamente con ese fenómeno llamado afrofuturismo, que recoge desde las novelas de ciencia ficción de Samuel R. Delany y Octavia Butler hasta el jazz de vanguardia de Sun Ra. 

El colectivo de Nueva York Native Tongues.

El colectivo de Nueva York Native Tongues.

Esta confluencia entre la vanguardia afroamericana y la psicodelia fue iniciada a conciencia por el colectivo de Nueva York Native Tongues. Colectivo integrado por De La Soul, Jungle Brothers, A Tribe Called Quest, Queen Latifah y Black Sheep, entre otros, que además ampliaba el aspecto lírico del rap hasta casi la abstracción. De entre ellos, fueron dos DJ y productores como Prince Paul con De La Soul y Ali Shaheed Muhammad, de A Tribe Called Quest, los que se aventuraron más lejos con sus sampleos absolutamente desprejuiciados, un auténtico viaje al fondo de los sueños rotos de miles de discos encontrados en cubetas a precios de saldo. 

No es solo su producción, sino su estética colorista, una ingenuidad alejada del cinismo habitual del negocio de la estética rap, que no renunciaba a concienciar a su comunidad y que se hacía preguntas sobre la imagen que proyectaban frente a lo que eran en realidad. 

Con un sonido deudor del pop psicodélico más caleidoscópico, De La Soul hicieron las santas escrituras de la psicodelia hip hop en sus tres primeros álbumes: 3 Feet High And Rising (Tommy Boy, 1989), De La Soul Is Dead (Tommy Boy, 1991) y Buhloone State of Mind (Tommy Boy, 1993), básicamente su etapa con el productor Prince Paul. Estos tres primeros discos ofrecían una deconstrucción bailable y para todos los públicos del soul y el funk. Son la entrada a la madriguera del conejo ideal para introducir a los incautos. 

Los tres primeros discos de De La Soul

Los tres primeros discos de De La Soul, 3 Feet High And Rising (Tommy Boy, 1989), De La Soul Is Dead (Tommy Boy, 1991) y Buhloone State of Mind (Tommy Boy, 1993).

La otra puerta de acceso sería A Tribe Called Quest y su Beats, Rhymes and Life (Jive, 1996), aunque aquí hay una mayor preponderancia de samples de jazz polvorientos y devueltos a la vida por un Frankenstein afroamericano consciente del medio en el que vive, contrabajos y vientos manipulados desde un futuro afro que está todavía por llegar. Podemos decir que De La Soul fueron los padres de un hip hop psicodélico tan luminoso que, si hubiera surgido unas décadas antes, estaría en los anaqueles de esa psicodelia originaria más inocente. Pura sampledelia, la de estos álbumes.

Se suele definir al rap psicodélico como de una musicalidad profunda, anclada en ritmos polvorientos y samples a menudo de discos de jazz, y que suelen generar ese efecto de algo retro pero futurista al mismo tiempo. Esa potencialidad de los futuros cancelados será una constante en el rap psicodélico. 

Así que pongamos aún más orden en esta revisión, porque además del mentado debut de De La Soul, sería el segundo álbum de Beastie Boys, Paul’s Boutique (Capitol, 1989), en el que encontramos un manifiesto puro de rap psicodélico. Y no solo por la apabullante arquitectura de sus samples que van de “Superfly” de Curtis Mayfield a los Pink Floyd de “One of These Days”, sino porque en “B-Boy Bouillabaisse” se lanzan a articular un manifiesto del rap psicodélico donde recomendaban a sus panas escuchar el Sgt. Pepper’s de los Beatles, el Pet Sounds de Beach Boys y a Jimi Hendrix. 

La visión del género que se mostraba en estos discos era la reivindicación de una historia alternativa afroamericana a la del Stager Lee (el negro asesino y ladrón) que habían fabricado los blancos y se había consagrado como identidad negra en diversas canciones folk. 

Todo esto es previo a Cypress Hill y Snoop Dog, amos y señores del rap más fumeta. Aunque Cypress Hill bien podrían entrar en esta etiqueta de hip hop psicodélico, especialmente debido a sus sombríos samplers y a un uso inquietante de las melodías que hay en ellos, desempolvando la conexión de la psicodelia con las bandas sonoras de películas de terror y ciencia ficción, especialmente en sus discos clásicos como Black Sunday (Columbia, 1993) y III Temples of The Boom (Columbia, 1995). Pero ya entrando de lleno en los noventa y autoproclamándose así, tenemos a PM Dawn y Kool Keith, quien quizás sea el Rocky Erickson del rap psicodélico y el que perfecciona sus características distintivas frente a la psicodelia de los sesenta y del rock.

Mi mente es la nave que surca el universo 

Dr. Octagon y su álbum conceptual Dr. Octagonecologyst (Mo Wax, 1997).

Dr. Octagon y su álbum conceptual Dr. Octagonecologyst (Mo Wax, 1997).

Kool Keith es un pionero del rap desde la época de Ultramagnetic Mc’s, pero ha sido su carrera en solitario bajo el nombre de Dr. Octagon donde podemos decir que se conjura la placa base del rap psicodélico del siglo xxi. Su álbum conceptual Dr. Octagonecologyst (Mo Wax, 1997), realizado junto al productor Dan The Automator, plantea un viaje en el tiempo del futuro al pasado, del año 3000 a 1977. Un disco debut donde la abstracción electrónica –es un disco que usa menos samplers– añade propulsión rítmica a muchos de los pioneros de la electrónica experimental, y, a pesar de los años que han pasado, su extrañeza y misterio siguen intactos. Ese disco sigue siendo un monolito hallado en la Luna. 

Y de Dr. Octagon pasamos ya propiamente al siglo xxi, con Edan y su The Beauty and the Beat (Lewis Recordings, 2005), un polvoriento viaje a la búsqueda del sueño perdido de los sesenta, con el mismo espíritu aventurero de buscar nuevos datos en las cubetas de discos para reformular el pasado como hizo Dj Shadow en su clásico Endtroducing (Mo Wax, 1996). Edan nos abre una puerta a una psicodelia negra, con órganos pasados al revés, crescendos a lo “Day in a Life” de The Beatles, samples de The Zombies, Hendrix y Blue Oyster Cult…, como si se tratara de un libro de historia perdido y recuperado bajo capas de reverb y fuzz

Edan es el alquimista del nugget hip hop más grasiento

Edan es el alquimista del nugget hip hop más grasiento. A la derecha, Edan, The Beauty And The Beat (Lewis Recordings, 2005).

También en los trabajos de Madlib –el productor más importante de los últimos veinte años y quien sustituyó a Prince Paul en De La Soul– ha estado siempre presente la psicodelia. Así es en muchas de sus producciones, pero es en su proyecto Quasimoto y su disco The Further Adventures of Lord Quas (Stones Throw, 2005) en el que esa perspectiva tiene más peso. Aunque, eso sí, lo suyo parezca una psicodelia que habita un extraño salón de recreativos, donde los sonidos digitales y los flashes sonoros proporcionan oleadas de placer y confusión. Naif melódicamente, inocente conscientemente en su planteamiento, ofrece a pesar de ello una experiencia de pura psicodelia urbana. 

A$ap Rocky, At. Long. Last. ASAP (RCA, 2015).

A$ap Rocky, At. Long. Last. ASAP (RCA, 2015).

En cambio, si buscamos un disco hecho bajo la influencia psiconáutica a través de las drogas, debemos pararnos en el increíble At. Long. Last. ASAP (RCA, 2015), de A$ap Rocky. Rocky dice que encontró el arco iris bajo la influencia del ácido, y decidió hacer todo un álbum bajo sus efectos. Cierto o no, traslada la disociación del yo, la confusión y lo inabarcable de esa experiencia bajo los parámetros solamente de la lógica. Es un álbum donde rap y trap confluyen por una senda oscura de la mano del productor Danger Mouse, mención especial para la suspendida en la gravedad “Fine Whine”, que capta el mood general del álbum. Su reverso total lo podemos encontrar en Acid Rap (2013), de Chance The Rapper, aunque se trata de una mixtape, en ella Chance The Rapper vuelve la vista atrás, hacia el góspel o el Filadelfia funk, ritmos lanzados que aparecen y desaparecen. Este álbum puede ser el acercamiento a la psicodelia desde el rap más accesible, algo que no le quita mérito debido a su exuberancia creativa. Capas y capas se van sumando como si de un Phil Spector de bajo presupuesto se tratara, mientras en el aspecto vocal Chance The Rapper muestra una versatilidad dúctil pero siempre cercana, con un flow que es más confesional que vacilón.

Y, por último, no podemos dejar de mentar a Shabazz Palaces, el proyecto iniciado por Ishmael Butler, del trío Digable Planets (estos no eran del colectivo Native Tongues pero compartían el mismo ethos artístico y generacional), y su Lese Majesty (Sub Pop, 2013). Una orgánica mezcla de afrofuturismo, ritmos rotos casi cubistas, armonías que viajan en una nube, ambiente y también zumbidos en la oscuridad.

Lejos del arco iris 

Flying Lotus, You’re Dead (Warp Records, 2014).

Flying Lotus creador de collages sonoros esotéricos. A la derecha, You’re Dead (Warp Records, 2014).

Ahora vienen aquellos cuyo acercamiento a la psicodelia está más cerca del ritual de la trepanación, ese cuyo fin es para que la sangre fluya más abundantemente y llegar a nuevos estados de conciencia. Una experiencia que puede servir para hacerse una idea de como suenan Ras G, Dalëk y Flying Lotus, quienes son el máximo triunvirato de este acercamiento. 

Flying Lotus, alias de Steven Ellison, es ni más ni menos que un nieto de Alice Coltrane, y esa línea sanguínea se nota en su aventurera carrera y en su música crispante, espasmódica, incómoda y donde el jazz de vanguardia y la música electrónica se sintetizan gracias a las técnicas del hip hop. No es Flying Lotus para todos los públicos, su sonido es absorbente como un agujero negro que exprime toda tu atención. Les recomiendo dos discos si desean emociones fuertes y zambullirse en una confusión donde la nave espacial pierde el rumbo y la tripulación pierde la cordura a la vez (lo siento, no soy capaz de describir lo suyo apelando a características musicales), me refiero a Los Angeles (Warp, 2008) y You’re Dead (Warp, 2014), algo así como grabaciones de campo de una civilización extraterrestre. 

Ras G, Back on the Planet (Brainfeeder, 2013)

Ras G, Back on the Planet (Brainfeeder, 2013)

El productor Ras G es el heredero directo de Sun Ra, especialmente en su mejor disco, Back on the Planet (Brainfeeder, 2013), que es una acumulación de capas que van del be bop al dub, pero no como te lo imaginas. Un torrente de sonido trepanador, un tour de force que no es un viaje plácido, pero ofrece la recompensa de lo singular. Desgraciadamente, Ras G nos dejó en julio del 2019; quién sabe lo que podría estar haciendo ahora... 

Y acabamos por la traca final, el grupo Dälek, llamado así en honor a los robots malvados de Dr. Who. Dälek hace emerger lentamente un zumbido espectral que va tomando cada vez más espacio en la canción hasta llevar al oyente a un estado casi de ausencia. Su sonido es una síntesis de las producciones de The Bomb Squad, el drone de Sunno, y la cascada de distorsión de My Bloody Valentine. A aquellos que gusten de experiencias intensas en su mente les recomiendo Absence (Ipecac, 2004) y Abandoned Language (Ipecac, 2007), parajes desoladores como una parálisis del sueño, o los grabados de Doré. Y es que también hubo psicodelia que generaba mal rollo, pero esa historia ya la contaré en otro momento. 

Un viaje por las sinapsis del Rap Psicodélico

Sirvan estos 11 temas para adentrarse en el universo sonoro del hip hop psicodélico:

 

De La Soul, “Can U Keep A Secret” de 3 Feet High & Rising (Tommy Boy, 1989) 

A Tribe Called Quest, “Keep It Rollin’” de Midnight Marauders (Jive. 1993)

Shabazz Palaces, “Shine A Light” de Born On A Gangster Star (Sub Pop, 2017)

Dr.Octagon, “3000” de Instrumentalyst (Dreamworks, 1997)

A$ap Rocky, “Fine Whine” de At.Long.Last.A$ap (RCA, 2016)

Edan, “Funky Voltron” de The Beauty And The Beat (Lewis Recordings, 2005)

Ras G, “All Is Well” de Back To The Planet (Brainfeeder, 2013)

Beastie Boys, “B-Boy Boullabaisse” de Paul’s Boutique (Capitol, 1989)

Dälek, “Culture For Dollars” de Absence (Ipecac, 2005)

Chance The Rapper, “Good Ass Intro” de Acid Rap (Mixtape, 2013)

Flying Lotus, “Cold Dead” de You’re Dead (Warp Records, 2014)

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #315

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