Si el afrobeat fue el sonido de la rebelión de Fela Kuti en Lagos (Nigeria), o el ska la música de reafirmación nacional en Jamaica durante su independencia, el rock de Anatolia, como se le denomina popularmente, hunde las raíces de su creación en las reformas políticas de Atatürk. Aunque Atatürk falleció en 1938, es considerado el padre de la Turquía moderna. Su apuesta por abrir el país fomentó también una música propia, así, bajo la idea de que Turquía es la puerta entre Occidente y Oriente, ambas influencias fueron alentadas por sus políticas. Ese esfuerzo de expandir el folclore turco con la fusión de otros estilos tiene su origen en los compositores conocidos como “Los cinco turcos”: Ahmed Adnan Saygun, Ulvi Cemal Erkin, Cemal Resit Rey, Hasan Ferit Alnar y Necil Kazim Akses, quienes fueron enviados a Europa durante la primera década de la primera república turca que duró de 1923 a 1961.
Otro hecho importante fue el concurso Altin Mikrofon organizado por el periodico Hürriyet y que duró desde 1965 a 1968 como forma de popularizar a estos artistas modernos que mezclan las melodías turcas con estilos occidentales. En 1967 Cem Karaca (uno de los padres del rock turco junto a Erkin Koray) quedó segundo en el certamen, y uno de sus single, “Suya Geden Gelli”, de ese mismo año, fue fusilado parcialmente por los Dead Kennedys en su “Holiday In Cambodia”. Tengan en cuenta que Estambul era parada obligatoria para los hippies de Europa Occidental en peregrinación a Katmandú.
El puente entre dos mundos
Cem Karaca, uno de los padres del rock turco, cuyo single “Suya Giden Allı Gelin” fue fusilado parcialmente por los Dead Kennedys en su “Holiday In Cambodia”.
Siendo honestos, la mayor parte de lo que se etiqueta como psicodelia turca no es otra cosa que su folk y pop, y ello es debido a un instrumento tradicional, el saz, que posee una sonoridad parecida al sitar pero es mucho más fácil de tocar. Es la fusión de la música occidental con su folk lo que nos suena a psicodélico, aunque eso no quita que algunos artistas sí que conscientemente integran el acervo de la etiqueta al folk turco. Aquí debemos diferenciar entre, por ejemplo, divas como la cantante y actriz Kamuran Akkor, la Stevie Nicks otomana aunque sin la ciclópea ingesta de drogas, o Nazan Soray, también cantante y actriz con más de 37 películas, y en cuya discografía encontrarán ustedes pepitas de oro, con sus “misteriosas” armonías con arreglos de saz y sintetizador. Ante estas divas, los contraculturales serían Erkin Koray (el Jimi Hendrix turco, por abreviar), Baris Manço, Selda Baĝcan o Cem Karaca, quienes reivindican la etiqueta desde una óptica más cercana a lo occidental, lo rockero y lo moderno. Aunque respecto al consumo de drogas –desde el LSD al opio, pasando por ese legendario costo afgano– no parece que fuera relevante entre estos músicos. Sé que no es un dato estadístico, pero sí expresa el lore de la política contra las drogas en Turquía, me refiero a la película basada en la novela autobiográfica El expreso de medianoche (1978) de Alan Parker, una narración que traumatizó a varias generaciones de amigos de las drogas.
La diva Kamuran Akkor, cantante y actriz, algo así como la Stevie Nicks otomana.
"Siendo honestos, la mayor parte de lo que se etiqueta como psicodelia turca no es otra cosa que su folk y pop, y ello es debido a un instrumento tradicional, el saz, que posee una sonoridad parecida al sitar pero es mucho más fácil de tocar"
Según el consenso historiográfico, sería en 1961 cuando se grabó el primer ejemplo de rock, lo hizo la cantante Tülay German con la canción “Burçak Tarlasi”. Ahí encontramos muchas de las constantes del rock anatolio, principalmente la música folklórica deudora de los aşiks (los bardos turcos) poetas cantantes, diestros intérpretes del saz cuyas obras se centraban en la idea del amor, al igual que la de los bardos occidentales. De hecho, aşik significa “el que está enamorado”, pero no solo en un aspecto romántico sino también espiritual. Los aşiks fueron los protohippies turcos, o sus beatnicks, ya que ambos veían el folk como representación de lo auténtico, y los jóvenes roqueros turcos como Cem Karaca solían visitar a maestros como Aşik Veysel para conversar sobre la vida, el infierno y la humanidad. Así que digamos que los aşiks fueron el LSD, Timothy Leary y los Beatles en uno para los roqueros de Anatolia. Y esos representantes de los antiguos bardos turcos santiguaron a la generación de la psicodelia turca que recoge a Selda Baĝcan, Erkin Koray, Barış Manço o 3 Hür-El.
3 Hür-EL, uno de los grupos más señeros de la psicodelia turca, formado por los hermanos Onur Hürel, Feridun Hürel y Haldun Hürel.
Así que, a pesar de que muchos de ellos empezaron trasladando éxitos pop occidentales, su traslación siempre fue particular y anatolizada, si se me permite la expresión. Incluso antes de la anécdota de los Dead Kennedys, muchos fans turcos veían la canción “Bir Eylul Aksam” (1966) de Erkin Koray como molde del “Paint In Black” (1966) de los Rolling Stones. Y también tenemos el uso del saz por parte de la banda americana Kaleidoscope en su “Egyptian Gardens” de 1967, que suena salido de allí directamente.
Selda Bağcan comenzó como cantante protesta antes de fundirse con la psicodelia del rock turco. La llegada del golpe de Estado truncó su carrera y la llevó hasta en tres ocasiones a la cárcel.
Cómo ven los compartimentos estancos y lo no bastardo no existe en la cultura popular, porque esta se sostiene en una práctica diaria como bien recoge el historiador, semiólogo y sociólogo francés Michel de Certeau que afirma que: “La cultura popular es un espacio donde se puede examinar la construcción de la vida cotidiana”. Un enfoque que vemos en la conexión de estos jóvenes músicos y los aşiks, pero también en la práctica de aquellos que no tienen representación institucional, como señalaba una de las canciones más populares del género, “Yaz Gazeteci Yaz” (1976) de Selda Bağcan, en la que pide a la prensa que escriban más sobre los miembros más marginales de la sociedad y sus dificultades, así como la nula ayuda que reciben. De hecho, a estos músicos les resultaba difícil grabar discos, Erkin Koray se centró en la década de los 60 en grabar singles y Baris Manço pagaba el peaje de que sus discos fueran utilizados como bandas sonoras.
1980, el golpe de estado que acabó con esto
A Erkin Koray, se le llama popularmente Erkin Baba, “Erkin el padre”, porque es el pionero no solo del rock sino de la contracultura.
"Respecto al consumo de drogas –desde el LSD al opio, pasando por ese legendario costo afgano– no parece que fuera relevante entre estos músicos"
La democracia turca sigue siendo frágil, pero en 1980, la economía turca se encontraba al borde del colapso. Al mismo tiempo, su población se encontraba polarizada y la secularización llevada a cabo por Atatürk se encontraba en repliegue y había violencia envuelta en conflictos religiosos. El 12 de septiembre, el ejército turco llevó a cabo un golpe de estado con la excusa de acabar con esa inestabilidad, imponiendo un férreo control de la vida cotidiana y acabando con ese rock de Anatolia que se veía como extranjerizante y que no respetaba el credo religioso. Para ello, el gobierno surgido del golpe militar apoyó un género musical conocido como arabesco. Las mujeres intérpretes desaparecieron casi totalmente, y artísticamente fue como si el folk turco regresará a un estadio anterior a Atatürk. Desligado de todo avance, el folk turco devino en puro kitsch.
Algunos músicos emigraron durante estos años a otros países como Alemania, aunque no sería hasta el principio de la década de los 2000 que este género volvería para empezar a ser un fenómeno global. Empezando por los samples de Selda y su “Ince Ince Bir Kar Yagar” por parte de Dr.Dre y Mos Def.
Altin Gün, grupo turco-holandés que ha revitalizado el interés hacia el rock de Anatolia con diferentes aproximaciones estilísticas.
Selda fue la primera figura recuperada de esta historia, varios sellos europeos como Finder 's Keepers reeditaron su discografía, lo que le permitió reactivar su carrera y tocar por todo el mundo. Asimismo, grupos de jóvenes turcos se han lanzado a un revival de todo ello. Por ejemplo, Gaye Su Akyol que debutó en 2014, tendiendo el puente con esas divas que también fueron exploradoras sónicas como Nazan Soray y Kamuran Akkor. O Palmiyeler, otra banda que también ha reconstruido ese hilo roto del rock de Anatolia, esta vez tamizado por el postpunk más pop e incluyendo otras influencias de la década de los 80, su década perdida. Pero quizás lo que más atención consiguió sobre este género fue la nominación al grupo turco-holandés Altin Gün en 2020 al Grammy como Mejor Álbum de Músicas del Mundo. Aunque no ganaran el Grammy, Altin Gün ha revitalizado el interés hacia el género no solo haciendo versiones, sino también reinterpretando el rock de Anatolia con diferentes aproximaciones estilísticas. Pero, eh, concentrémonos en los clásicos, que han pasado el test de molonidad y trascendencia que solo el paso del tiempo otorga.