Durante el juicio del Chapo Guzmán, su esposa Emma Coronel acaparó la atención mediática. Era la única familiar del narcotraficante que pudo asistir al juicio –dado que tiene nacionalidad estadounidense–, y acudió todos los días al juzgado para apoyar a su marido. Siempre llegaba puntual y seguía el mismo ritual: se quitaba los stilettos, que pasaba por el detector de metales, para después sentarse en la tribuna. La prensa comentaba a diario los atuendos que lucía Coronel, a quien apodaban “la Kardashian de Sinaloa”. El nombre de Coronel se mencionó frecuentemente durante el proceso como facilitadora de las operaciones del cártel. Sin embargo, la justicia estadounidense no había actuado hasta ahora. El pasado 22 de febrero la detuvieron nada más aterrizar en el aeropuerto de Dulles. Está acusada de tráfico de drogas y de planear la fuga de su marido de la cárcel del Altiplano en el 2015, además de preparar otro intento de evasión –que no se llegó a materializar– para evitar su extradición a Estados Unidos.
Coronel nació en California, Estados Unidos, aunque creció en Canelas, un pueblo de la sierra de Durango, en la zona llamada el Triángulo Dorado del narcotráfico. Coronel pertenecía a la aristocracia del narco sinaloense. Su padre, de hecho, era uno de los productores de amapola y marihuana de la región, y formaba parte del cártel de Sinaloa hasta su detención, en el 2013. Y su tío, Ignacio Coronel, era apodado “el Rey del Cristal”, y fue uno de los principales lugartenientes del cártel de Sinaloa –algo que Emma Coronel niega.
La historia de amor comenzó unos meses antes, a finales del 2006, durante la Feria del Café y la Guayaba de Canelas (Durango), un certamen en el que Coronel se proclamó reina de belleza. La mujer recordó en una entrevista con Telemundo que, mientras bailaba con su novio de entonces, un hombre se le acercó y le dijo que “el señor” quería bailar con ella. Accedió. “En los ranchos, aunque tengas novio, tienes que bailar con todas las personas que te inviten”, relató en una entrevista con Telemundo. El Chapo se obsesionó con ella y empezó a frecuentar la casa de la familia, dado que se ocultaba de las autoridades en una ranchería cercana al pueblo donde vivía su nuevo amor.
Fue la boda del siglo en el Triángulo Dorado, la tercera para el Chapo, quien, a sus cuarenta y nueve años, era el fugitivo más buscado del mundo. Coronel cumplía la mayoría de edad el día del enlace. Se instalaron en Culiacán, en donde la joven terminó el bachillerato y después inició la licenciatura en Periodismo en la Universidad Autónoma de Sinaloa mientras su marido dirigía el cártel desde la clandestinidad. En el 2011, Coronel se trasladó a un hospital de Estados Unidos, donde parió gemelas. No tuvo problemas para entrar, y las hijas del Chapo también poseen la nacionalidad estadounidense. Tras recuperarse del postparto regresó a la sierra de Sinaloa a vivir en la clandestinidad.
“Es un hombre bueno, no es violento ni grosero, nunca lo he visto decir una mala palabra. Sus niñas le adoran y preguntan constantemente por él”, relató Coronel sobre su esposo en la entrevista a Telemundo, donde también aseguró: “No me consta que trafique con drogas. Estoy enamorada de él”. A Guzmán lo detuvieron de nuevo en el 2014 y lo enviaron a la cárcel de máxima seguridad del Altiplano, de donde se fugó un año después, a través de un túnel, en julio de 2015. Según la Fiscalía estadounidense, Coronel participó en la logística de la fuga fungiendo como mensajera en las visitas que hacía a su marido. La libertad duró solo seis meses y, en enero 2016, la Marina lo detuvo por última vez.
La acusación de la Fiscalía estadounidense asegura que Coronel participaba activamente en las operaciones del cártel y que además conspiró con otros individuos para facilitar la fuga de su marido. Buena parte de la causa se basa en el testimonio del “testigo colaborador 1”, quien la Fiscalía identifica como un “socio de alto rango” del Chapo. Según la prensa, el informante es Dámaso López, “el Lic”, el padrino de una de las hijas de la pareja. El Lic era el jefe de custodios de la cárcel del Altiplano y fue quien facilitó la primera fuga del Chapo, en el año 2001, y las posteriores. Tras su detención, en el 2018, se convirtió en colaborador de las autoridades para reducir su condena.
‘Influencer’
"Fue la boda del siglo en el Triángulo Dorado, la tercera para el Chapo, quien, a sus cuarenta y nueve años, era el fugitivo más buscado del mundo. Coronel cumplía la mayoría de edad el día del enlace"
Tras el juicio del Chapo, Coronel adquirió un protagonismo inusual para la esposa de un narcotraficante, quienes normalmente optan por tomar un bajo perfil –aunque, en su defensa, su marido cayó preso por darle una entrevista a Sean Penn para Rolling Stone–. Su esposa se abrió un perfil de Instagram, en el que presumía de una vida ostentosa, y empezó a conceder entrevistas a los medios. También participó en un reality show llamado Cartel Crew, de la cadena VH1, en el que hijos y familiares de narcotraficantes conviven en una casa al estilo Big Brother. Este alto perfil mediático desagradó a los líderes del cártel –el Mayo Zambada y los hijos del primer matrimonio del Chapo–, quienes hablaron con la madre de Coronel para que le comunicara que esperaban que mantuviese un perfil más discreto.
Anabel Hernández es una de las periodistas mejor informadas sobre el cártel de Sinaloa. En un texto para el portal dw.com explica dos motivos por los que Coronel ha adquirido este protagonismo. El primero es por despecho. Durante el juicio, las infidelidades de su marido salieron a la luz. Una de sus amantes, la diputada Lucero González, con la que el Chapo tuvo un hijo en el 2014, testificó en el juicio, en el que la Fiscalía, además, utilizó como evidencia los mensajes de texto que enviaba el Chapo a sus mujeres. “En venganza, ella quiso hacer alarde de su belleza y de su libertad mientras su marido estaba encerrado en una prisión en Estados Unidos, provocando preocupación en las familias del cártel de Sinaloa y en la suya”, escribió Hernández.
El otro motivo del perfil que Coronel ha adoptado es económico. Sus cuentas están congeladas desde el 2015 y, según Hernández, no recibe ayuda del cártel. En una entrevista con el portal Infobae, Hernández asegura que Coronel intentó patentar el nombre del Chapo con la intención de sacar una marca de ropa: “Pero no se lo permitieron porque ella no es la esposa legal –la esposa legal es su primera esposa–”. Además, la hija del primer matrimonio del Chapo –Giselle– ya tiene registrada la marca Chapo 701 (en referencia al número que ocupa su padre en la lista de millonarios Forbes). Coronel se quedó sin nada.
La gran preocupación que existe en el cártel de Sinaloa es que Coronel se convierta en testigo protegido. Varios analistas mexicanos aseguran que Coronel ya está colaborando con la justicia estadounidense, entre otras cosas porque la Fiscalía pide para ella cadena perpetua y tiene dos niñas de nueve años a las que cuidar. Uno de los indicios de que esto ya ha ocurrido es que el abogado de Coronel no es el mismo que defendió a su marido. Si colabora con las autoridades, recibiría, además de una identidad nueva, una vivienda y un trabajo con el que rehacer su vida, lejos de su marido y de la influencia del cártel.