Swinging London
En 1966 el denominado Swinging London se encontraba en plena ebullición, sobre todo en la escena musical. Los Beatles y los Rolling Stones eran grupos icónicos que arrastraban a miles de incondicionales; un desconocido y un genial guitarrista llamado Jimi Hendrix, recién llegado a Londres, causaba impacto tras su virtuoso debut en el Scotch of St James y cuando el año tocaba a su fin se registraba la inauguración del legendario club UFO, donde se consagraría como grupo residente Pink Floyd, que previamente se había dado a conocer en The Marquee Club y en el Countdown Club.
La diseñadora de moda Mary Quant había adquirido fama internacional con la creación de la minifalda. Representaba una moda informal para jóvenes, con un estilo sencillo y colorista, y sus creaciones se difundían a gran escala. Simultáneamente, había promovido un nuevo arquetipo de mujer muy joven y delgada, encarnado a la perfección por Twiggy, la modelo “pop” por excelencia, mientras su boutique se convertía en uno de los centros neurálgicos del Swinging London.
Además de la música y la moda, otro de los grandes pilares de la juventud eran las publicaciones underground. Si en octubre había iniciado su andadura The International Times –o simplemente IT–, en enero de 1967 comenzaba a publicarse la versión inglesa de la revista Oz –publicación originalmente australiana–, como una especie de órgano oficioso de la psiquedelia y del hippismo más entregado.
Y, por supuesto, estaban las drogas psiquedélicas, que eran el gran aglutinante juvenil. En efecto, la ingenua convicción de que el consumo de LSD y marihuana, el sexo no encorsetado y la música pop-rock podían transformar el mundo estaba muy extendida entre las hordas juveniles que conformaban el Swinging London. De hecho, la yerba no solo era reivindicada como una sustancia lúdica, más inocua que el alcohol, sino que –por influencia de religiones y filosofías orientales– para muchos jóvenes se había convertido en vehículo de ebriedad poco menos que sacramental. El alcohol era la droga que representaba a la sociedad adulta, la droga a combatir, de modo que el cannabis era enarbolado como estandarte de la contracultura.
Conscientes del poder simbólico de la marihuana, y espoleadas por las informaciones amarillistas publicadas por el tabloide News of the World, las autoridades británicas se aplicaban con contundencia contras las figuras más visibles de la escena underground londinense. En diciembre de 1966, tras el allanamiento de su domicilio por parte de la policía, fue arrestado por posesión de una pequeña cantidad de cannabis el fotógrafo, periodista, investigador y activista político John “Hoppy” Hopkins, cofundador –junto con John Boyd– del club UFO y también cofundador –junto con Barry Miles– de la influyente revista juvenil IT.
Huestes cannábicas en pie de guerra
La respuesta al arresto de Hoppy vino de la mano de Steve Abrams, autor de un artículo titulado “The Oxford Scene and the Law”, que se publicó en el periódico The People Sunday en enero de 1967. El artículo presentaba un razonamiento equilibrado sobre los efectos sociales y personales del consumo de cannabis y su represión. El autor observaba que, según las leyes vigentes, los consumidores de cannabis eran castigados con más severidad que los consumidores de heroína. Fumar cannabis se consideraba un delito, pero la adicción a la heroína se trataba como una enfermedad. De hecho, los médicos podían recetar heroína. En función de dichas leyes, los tribunales británicos podían dictaminar penas de cárcel para los fumadores de cannabis y enviar a los consumidores de heroína al médico. Abrams era un estudioso de parapsicología, natural de Chicago, que llevaba desde 1960 en la Universidad de Oxford, donde estaba al frente de un laboratorio parapsicológico en el Departamento de Biometría de la Universidad, investigando la percepción extrasensorial, y su afirmación de que no menos de 500 estudiantes universitarios de Oxford eran consumidores de cannabis fue presentada de manera sensacionalista.
La historia se difundió a través de titulares como el publicado por el Daily Mirror el 31 de enero de 1967: “Smoke more pot. It’s safer than beer”, o sea, “Fuma más marihuana. Es más segura que la cerveza”. El 1 de febrero Abrams anunció, a través de las páginas del periódico estudiantil Cherwell, la formación de SOMA, un acrónimo de Society of Mental Awareness, como un proyecto de investigación sobre drogas psiquedélicas.
Pero el acoso mediático y policial no cesaba. El periódico sensacionalista News of the World había acusado a Mick Jagger de consumir LSD, lo que precipitaría que el 12 de febrero fueran detenidos Jagger y Keith Richards por posesión de drogas. Por su parte, tres días más tarde Abrams prestó declaración ante el Comité Universitario de Salud Estudiantil, que acordó seguir su sugerencia de que se convenciera al ministro del Interior para que diera luz verde a una investigación sobre las drogas que se encontraban en el centro de la polémica.
En medio de la campaña iniciada por Abrams, el 1 de marzo el activista Hoppy –en libertad bajo fianza– organizó un happening en Oxford que derivó en una improvisada protesta en favor de la marihuana. En el evento tomaron parte miembros de una rag –organización benéfica de recaudación de fondos dirigida por estudiantes universitarios– del Oxford Polithecnic, por lo que el acto tuvo amplio eco a nivel nacional.
Paralelamente, después de que el informe publicado por el Comité Universitario de Salud Estudiantil ante el que había prestado declaración Steve Abrams recibiera cobertura por parte de toda la prensa inglesa, el 7 de abril el ministro de Interior, Roy Jenkins, que había suavizado la legislación sobre el divorcio y la censura teatral y había apoyado la legislación favorable al aborto, decidió nombrar un “subcomité sobre alucinógenos” presidido por la baronesa Wootton para que informara al Consejo Asesor sobre Farmacodependencia, que había sido designado cuatro meses antes, en diciembre de 1966.
Al margen de estas iniciativas gubernativas, Hoppy volvió a la carga y el 29 de abril organizó el masivo evento multimedia denominado 14 Hour Technicolor Dream en el Alexandra Palace. Cuando se celebró su juicio, a pesar de renunciar a una defensa colegiada, Hoppy insistió en declararse no culpable. El 1 de junio fue condenado a nueve meses de prisión por un juez que lo calificó de “plaga para la sociedad”. La suya no tardó en convertirse en una causa célebre, lo que dio origen al nacimiento del movimiento “Free Hoppy”.
El 2 de junio, en una reunión de partidarios de la puesta en libertad de Hoppy, Abrams lanzó la idea de publicar un anuncio de SOMA, una especie de manifiesto, en el prestigioso diario The Times solicitando una reforma legal, con la idea de que tal publicación sirviera para un doble propósito: por una parte, dar a conocer el caso Hoppy y, por otra, influir decisivamente en la comisión Wootton, en cuyo informe confiaban ciegamente los amantes del cannabis para una futura despenalización de su droga favorita. El citado Barry Miles, íntimo amigo de Hoppy, puso en contacto a Abrams con Paul McCartney, quien poco tiempo antes había declarado públicamente que había probado LSD. De alguna manera, Abrams convenció a McCartney de que asociar a los Beatles con la causa del cannabis podría servir para dirigir toda la atención en la dirección adecuada. Tanto es así que consiguió que abriera la cartera y donara la nada despreciable cantidad de 1.800 libras esterlinas para sufragar el coste de dicho anuncio (si bien es cierto que después de que se corriera la voz de su respaldo su apoyo a la causa flaqueó). Acto seguido el estudioso de parapsicología estadounidense se dedicó a reclutar signatarios del manifiesto.
Por otra parte, el juicio contra Jagger y Richards, celebrado en mayo, había conseguido dividir a la opinión pública británica. División que se acentuó a partir del 29 de junio, cuando ambos Stones resultaron condenados: a tres meses el vocalista y a un año de prisión el guitarrista. De modo que el incipiente movimiento antiprohibicionista británico no andaba escaso de mártires. La sentencia precipitó protestas espontáneas en Fleet Street, frente a la sede del periódico News of the World. Las protestas fueron reprimidas con dureza por parte de la policía, pero Jagger y Richards fueron puestos en libertad al día siguiente. A medianoche de ese mismo día toda la clientela del club UFO en masa y otras muchas personas que se les unieron, incluido el propio Abrams, marcharon nuevamente a manifestarse ante las oficinas del conocido tabloide en una demostración de fuerza. No es de extrañar que News of the World dedicara por entero la primera plana de su edición correspondiente al 7 de julio a Steve Abrams con la siguiente cabecera: “This dangerous man MUST be stopped!”
The Legalise Pot Rally
Pero Abrams estaba lanzado y no había quien lo parara. El siguiente paso fue la celebración, el domingo 16 de julio, del denominado Legalise Pot Rally. Se trataba de la primera fumada colectiva reivindicativa convocada para reclamar la legalización del cannabis y el lugar elegido para su celebración fue el famoso Speakers’ Corner del no menos famoso Hyde Park londinense. Habiendo denegado las autoridades competentes el permiso para un recinto más grande, las personas que acudieron al evento, lideradas por Abrams, se dividieron en pequeños grupos en ese conocido reducto de libertad. Entre los oradores, destacó la presencia del poeta Allen Ginsberg, quien entonó mantras desde la tribuna, la artista feminista, periodista y activista Caroline Coon, el activista por la igualdad de derechos civiles de la población afroamericana Stokely Carmichael, el músico Alexis Korner, el también poeta Spike Hawkins, el actor y escritor Clive Goodwin y el poeta, novelista y dramaturgo Adrian Mitchell.
El acto, que se desarrolló sin incidentes y en un ambiente completamente festivo, consiguió generar todavía más publicidad, tanto es así que por aquellos días Steve Abrams llegó a aparecer en la BBC con una regularidad asombrosa. Finalmente el anuncio sufragado por Paul McCartney se publicó en la edición de The Times correspondiente al 24 de julio, lo cual tuvo una gran repercusión mediática y social.
Robert Plant, futuro vocalista del grupo Led Zeppelin, también se unió a la campaña en favor de la legalización de la marihuana y la mencionada Caroline Coon –en colaboración con Rufus Harris– fundó la organización Release, con el objetivo de ofrecer asistencia legal en casos de arrestos por motivo de drogas a jóvenes sin recursos. Finalmente, y tras las constantes protestas de una buena parte de la juventud londinense, el 31 de julio el Tribunal de apelación de la Corte suprema de Londres tomó la decisión de dejar en libertad a Mick Jagger y Keith Richards.
Repercusión en la prensa española
Durante todos estos meses la prensa española se cebó de lo lindo con los Rolling Stones por su afición a los vehículos de ebriedad distintos del alcohol. Dos diarios llegaron a considerarlos como el “espejo de una juventud entre la droga y el alarido” (ABC, 23 de abril de 1967 y Arriba, 26 de abril de 1967) y una revista puso en tela de juicio su trayectoria y declaró que su futuro estaba “en peligro por las drogas” (Semana, 3 de junio de 1967). Otro periódico se escandalizaba de que las jóvenes fans de los Stones se empeñaran en ignorar que “sus ídolos tienen pies de barro” (Mediterráneo, 1 de julio de 1967). De hecho, muchos listillos se apresuraron a darlos por acabados e incluso más de uno vaticinó que la banda tenía los días contados.
Los periódicos españoles también se hicieron eco de la fumada colectiva convocada en el Speakers’ Corner poniendo el grito en el cielo –incluso desde días antes de celebrarse– con titulares tan alarmantes como: “Miles de jóvenes pedirán autorización para el uso de la marihuana. Se cifra en trescientos mil el número de adictos a las drogas en la juventud británica” (ABC, edición de Madrid, 15 de julio de 1967), “Manifestación pro drogas. Cinco mil jóvenes ingleses pedirán la legalización de los narcóticos” (ABC, edición de Sevilla, 15 de julio de 1967), “Extraña reunión de ‘hippies’ en el londinense Hyde Park. Los estrafalarios manifestantes pidieron la legalización del uso de drogas” (Hoja del Lunes de Barcelona, 18 de julio de 1967), “Tres mil ‘hippies’ se manifiestan en Hyde Park, pidiendo se legalice el uso de la marihuana y otras drogas” (Hoja del Lunes de Burgos, 18 de julio de 1967), “Tres mil ‘hippies’ se reunieron en el Hyde Park, de Londres, para apoyar la campaña de legalización de drogas” (Hoja del Lunes de Granada, 18 de julio de 1967), “Tres mil gamberros, congregados en Londres. Apoyan la legalización de la marihuana y otras drogas” (Hoja del Lunes de La Coruña, 18 de julio de 1967) y “Al grito de ‘Amor, amor libre’ cinco mil jóvenes armaron un tumulto indescriptible en Hyde Park. Se concentraron para pedir el curso libre de las drogas” (Mediterráneo, 18 de julio de 1967). No fueron los únicos. Otros periódicos, como El Correo de Zamora (15 de julio de 1967), El Eco de Canarias (16 de julio de 1967), La Nueva España, de Asturias (18 y 19 de julio de 1967), Proa, de León (18 de julio de 1967), etcétera, cubrieron también la noticia bajo cabeceras similares.
En realidad, los titulares se comentan por sí solos. Y del contenido, que fluctuaba entre la burla, el desprecio y el miedo nos limitaremos a destacar la opinión de Antonio Castro, quien, desde las páginas del diario Mediterráneo, puso en tela de juicio el “concepto británico de ‘madurez’” y las palabras de Alfonso Barra, corresponsal de ABC y decano de los corresponsales españoles en Londres, quien afirmó sin ambages que “el enemigo número uno es la droga”.
A modo de conclusión
Dos años después de los acontecimientos reseñados el informe de la comisión Wotton no prosperó, pero consiguió elevar el asunto de una eventual legalización de la marihuana al Parlamento británico. Por lo demás, poco se imaginaban aquellos periodistas del franquismo que una década más tarde, concretamente el 12 de mayo de 1978, la ciudad de Barcelona albergaría la primera fumada colectiva reivindicativa celebrada en España. Pero esto ya es otra historia. Una historia que nos comprometemos a explicar otro día desde las páginas de esta revista.