“El modelo prohibicionista en Chile ha fracasado”, afirmó Andrés Ramírez, presidente de Movimental, en referencia a una Ley 20.000 concebida para perseguir el tráfico ilícito y el crimen organizado, con excepciones para el uso personal y terapéutico, pero que en la práctica brinda poca protección para los usuarios.
Ese diseño, comentó, ha derivado en prácticas de criminalización cuando la interpretación estatal no distingue adecuadamente consumidores o usuarios medicinales de traficantes. Para Movimental, una nueva política de drogas debe basarse en salud pública, educación y reducción de riesgos y daños, además de estrategias eficaces contra el delito económico asociado al tráfico -por ejemplo, fortalecer la persecución del dinero-, en lugar de insistir en respuestas punitivas que no reducen el consumo ni protegen derechos.
Lo ocurrido en Chile durante estos 20 años ayuda a entender el “presente cannábico” de esta nación. Andrés Ramírez recuerda hitos como el ingreso del primer fármaco a base de cannabis al país en 2014, cuando el Instituto de Salud Pública autorizó la importación de Sativex para la activista Cecilia Heyder, hecho que empujó el debate sobre uso terapéutico a la agenda pública. También evoca la marcha de 2017 como la más masiva de su historia reciente. Ambos hitos condensan dos dimensiones del movimiento que, por un lado, apunta a movilizar a la ciudadanía y, por otro, trabajar en la construcción de la legitimidad social y sanitaria frente a un Estado que llega tarde a las necesidades de los usuarios.
Para Andrés Ramírez, después de los fallidos procesos constitucionales que se vivieron en Chile, se produjo un giro conservador en diversos temas, incluidas las drogas. La respuesta de Movimental ha sido trabajar en el ámbito de la educación, llevando información basada en evidencia a liceos -donde conviven el cannabis y nuevas sustancias- y a personas mayores, un grupo que podría mejorar su calidad de vida con acceso seguro a cannabis medicinal porque si el cambio normativo quiere ser duradero, debe estar respaldado por una opinión pública informada y por políticas que reconozcan la autonomía personal sin abandonar la atención al uso problemático de drogas.
Sin embargo y más allá del tiempo transcurrido, el mensaje se mantiene nítido desde Movimental: perseguir a usuarios de cannabis no resuelve el problema y una política moderna de drogas pasa por regular con enfoque de salud, derechos y evidencia, dejando atrás el paradigma punitivo que ha mostrado sus límites. En ese horizonte, Movimental insiste en que el cultivo y el acceso seguro deben ser parte de la solución, no del problema.